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“Colette” y sus amigas”

por Jorge Medina Vidal

Si quisiéramos referirnos al “signo", especialmente al signo lingüístico, podríamos agotar esta Columna solamente con una somera Bibliografía. Pero, frente a tanta opción, elegiremos a V. N. Volochinov cuando dice que un “signo” es un algo que al mismo tiempo es un “otro”. En un original enfoque del mito de Narciso, podríamos agregar que es una contemplación de sí mismo, pero que también es un “develar” al otro que estaba punto a punto escondido y latente en su propia imagen y que el agua del río o del lago contribuyó a esclarecer.

Todo esto se nos actualizó cuando leímos la correspondencia de dos “desfachatadas mujeres” (como diría con sabrosos desplantes mi abuela más querida) que florecieron a principios del siglo veinte:

—“Colette”, la famosa escritora francesa de la serie de productos "Claudine”, y Nathalie Barney, la mecenas yankee afincada en París. Colette, en una densísima carta que le dirige, se despide así:

—“Nathalie, mi marido besa sus manos y yo el resto”. — Aquí estamos en pleno centro de lo que en Lingüística llamamos “denotación” y “connotación”; en ese “algo” que al mismo tiempo es un “otro” de que hablaba V. N. Volochinov y en ese juego de planos entre “estructura superficial” y “estructura profunda”. Por eso exclamamos: ¡Qué asociaciones se esconden en este fárrago ingenioso de actitudes semánticas frente al código social de los saludos!

‘‘La misteriosa desaparición de la marquesita de Loria" del chileno José Donoso ya fue acostumbrando al lector semi-culto latinoamericano a ciertos aires inquietantes de quien aparenta decir algo inocente aunque en realidad no lo sea. Por eso, al leerse el mensaje de Colette, las dificultades para su reconocimiento disminuyen ahora para una gama amplia de lectores.

El mismo Shakespeare ya se las ingeniaba para exhibir en su teatro la mecánica sintáctica de lo que se dice y lo que no se dice. Por ejemplo, en la escena V del acto I de “Macbeth" se da el siguiente diálogo:  

"Macbeth: Mi querido amor, Duncan llega esta noche.

Lady Macbeth: Y ¿cuándo parte?

Macbeth: Mañana... Tal se lo propone.”

Sin querer profanar demasiado el ¡impulso trágico de este texto, podríamos decir que lo denotado se asemeja a una posible escena entre un empleado que invitó a su Jefe a cenar y en la cocina de su casa lo comunica a su joven esposa. Lo baladí hace inocente el cúmulo de informaciones intercambiadas. También, un vulgar lector contemporáneo esperaría que Lady Macbeth continuara el diálogo así:

— ¡Qué pesado este Duncan! después de cenar podría irse a su casa.

Pero, el desarrollo de la peripecia es otro y el espectador de la tragedia enseguida se enfrenta con la verdadera respuesta que cierra y transforma los tres primeros parlamentos que ya vimos y connota una conducta espantosa que por diversos indicios fuimos acumulando con anterioridad.

Lady Macbeth responde y aclara: — “Oh, jamás verá el sol ese mañana. Para engañar al mundo, pareced como el mundo. Llevad la bienvenida en los ojos, en la lengua, en las manos, y presentaos como una flor de inocencia, pero sed la serpiente que se esconde bajo esa flor.”

Aquí se dicta la sentencia de muerte del pobre Rey Duncan, preparada en un doble juego de significaciones para hacer más fría y turbulenta la conducta de esa extrañísima pareja de asesinos.

Pero Colette no es Shakespeare y la tragedia no fue su ámbito natural. Ella, en la frase que transcribimos, denota cortesía dual con su marido: Henry Gauthier-Villars, conocido por todos como “Willy”, hacia su amiga Nathalie que hizo muchas cosas y entre otras emigrar a Francia, como una multitud de ricos o pobres norteamericanos, imitados en la primera post-guerra por la atrevida, discutible y famosa “lost-generation". (Aquí sería oportuno recordar el loco mundo de “Missy”, la feminista Marquesa de Belboeuf, descendiente de Napoleón, amiga de Colette y de los grandes artistas de su época, que hubiera hecho las delicias de casi todos los personajes de "A la búsqueda del tiempo perdido").

Umberto Eco quiere que la “connotación” sea vista como una significación parásita que precede en intencionalidad a la información descubierta a través de lo expuesto. Es decir, Colette en la frase que venimos recordando, sobre el informe de cordialidad encubre un nuevo agregado, impreciso, sin lugar a dudas, pero los entornos existenciales de la emisora y la receptora, permiten (vista la diversidad de “partes” del cuerpo humano) afirmar que algunos voluptuemas y erotemas cruzan como relámpagos este sistema de solapada picardía.

 

Jorge Medina Vidal
"Jaque" Revista Semanario - Año I Nº 44

Montevideo, del 11 al 19 de octubre de 1984

Gentileza de Biblioteca digital de autores uruguayos de Seminario Fundamentos Lingüísticos de la Comunicación Facultad de Información y Comunicación (Universidad de la República)

Link del texto: https://anaforas.fic.edu.uy/jspui/handle/123456789/3055

 

El autor: Jorge Medina Vidal (Montevideo, 4 de marzo de 1925 - Ib., 17 de junio de 2008) fue un poeta, ensayista, semiólogo, crítico literario y docente universitario uruguayo.

Biografía

Licenciado en Letras en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República. Fue profesor de Enseñanza Secundaria, del Instituto de Profesores Artigas, y titular de las cátedras de Teoría Literaria y Semiótica de la Facultad de Humanidades y Ciencias y de la Facultad de Arquitectura. Colaboró con las revistas Marginalia, Clinamen, Altamira, Aquí poesía, Cuadernos de Mercedes y en el diario El País.

 

Editado por el editor de Letras Uruguay

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