La lenta pero indetenible máquina del desamor
Cartas a Luisa
Edith Martirena

Ya he hecho más de diez intentos para escribirte esta carta, pero me quedo en el encabezamiento. ¿cómo empiezo?  “Querida Luisa” o mejor simplemente “Luisa” o “querida amiga”...No esta última me parece un desafío....Es que sé del poder de la palabra escrita y por consideración a su dolor debo encontrar las más adecuadas. Siempre el primer paso es el más difícil, aún cuando la decisión, cualquiera sea ella, ya esté definitivamente tomada.

 

Bueno también debo confiar en mi corazón y en tu razón, así que comenzaré como lo estoy viviendo

Querida Luisa:

 

Agrego ese adjetivo a tu nombre porque así lo siento y seguramente lo sentiré por siempre.  Es increíble lo poco lineal del tiempo cuando del mundo afectivo se trata; a veces me parece que ya hace mucho que me separé de ti. Pero, en momentos como éste en que se me esconden muchas palabras para no herirte, revivo la fuerza que tuve que desarrollar y las emociones que tuve que reprimir cuando te comuniqué por primera vez mi deseo de separarme.

 

Para empezar quiero decirte que no me han pasado desapercibido todos tus gestos amorosos de atención y afecto de los últimos días. Rompo el silencio en que me sumergí  y te explico porqué no te respondí a esos gestos.

 

Como ya te había comunicado, mi decisión de separarnos es definitiva, y si  mi alejamiento de lo que fue nuestro hogar no fue suficiente afirmación, supuse que el silencio y el no tomar ninguna iniciativa de acercamiento serían lo suficientemente claros y no hacían falta las palabras, incluso las evité para no provocar en ti mayor sufrimiento.

 

Ahora me doy cuenta que fue un vano intento y entonces retomo la palabra para refrescarte algunos hechos que han pasado desapercibidos para ti , en tu afán de recuperar lo que ya no existe porque mi amor por ti como pareja ya no está.

 

En primer lugar te sugiero leer la carta anterior donde te comunicaba mi decisión. Te recuerdo titulares de lo más importante que allí te decía : Estoy cambiando mucho. Trato de ser fiel a mis procesos y respetuoso de mis necesidades legítimas. Siento como un deber sagrado buscar la felicidad,  la tuya y la de nuestros hijos. Sé que me amas. También te amo yo. Hemos formado un equipo formidable. Hemos hecho magia juntos. Hemos establecido lazos profundos y engendrado hijos maravillosos. Nuestro amor ha sido verdadero y fecundo.  Siento que somos muy buena pareja fraterna, pero yo necesito  una pareja amante. Ni yo ni tú tendremos esa oportunidad si no doy este paso..Llorarás profundamente, como yo lo hice ya sin que te dieras cuenta. Para mi lo peor no es la ruptura, sería no respetarte siéndote infiel; no puedo.Por eso me declaro libre de mi compromiso de fidelidad contigo y te libero a ti de él. Nos merecemos ambos embriagarnos de felicidad pero en este presente te repito somos libres y nuestra pareja terminó.

 

Creo haber sido claro en esa carta, pero no siento que hayas comprendido. Por eso vuelvo a escribirte poniéndote en contacto con tus puntos ciegos y reafirmando una vez más lo que ya dije.

 

¿Recuerdas la invitación a salir que me hiciste el pasado viernes? Es cierto que yo acepté, pero fui con un perfil bajo. En cambio tú, llena de expectativas fuiste dispuesta a una noche de reencuentro.

 

Acabo de decidir nuestra separación y tú no has tenido tiempo ni forma de aceptarlo. Te juro que fue una decisión pensada y madura, consciente y libre. Puede ser que tú quieras otra cosa, pero un “sí” mío  sólo tiene valor si es totalmente libre.

 

No es la primera vez que me marcho de algo o alguien que quiero . También se han alejado muchos de mi, he vivido esas experiencias casi desde niño.

 

Aprecio tu coraje. Te jugaste. Te arriesgaste. Te tiraste al vacío. Pero yo ya no puedo recogerte amorosamente en mis manos. Yo ya no puedo darte lo que deseas.

 

Espero que puedas creer que te quiero, no como  tú crees quererme ahora que  todo está perdido, sino como me querías cuando yo parecía interesarte solo como un amigo o un buen compañero de camino o como un padre protector- Así te quiero ahora-

 

No te maltrates comprándote ropa nueva solo por agradarme, como si eso hubiese sido la causa de mi alejamiento. No fue tu belleza ni tu ingenio lo que una vez más me atrajo, tienes una forma natural de agradar y de mostrar tu inteligencia para la vida. Fue lo que hoy te pido que tengas: tu fortaleza ante las adversidades. Me gustaba tu humildad escondiendo una poderosa mujer, franca, trabajadora, con encanto natural. En ese momento en que yo estaba muy frágil me sentí atraído por esa fuerza y sabiduría sobre el vivir. Dicen que lo que una vez unió a dos seres   luego los separa. Lo cierto es que  fortalecido  necesito ir por más...

 

No se como terminar esta carta. ¿te significa algo saber que cada día pido a mis ángeles guardianes y a los tuyos que te cuiden y consuelen?..que deseo siga creciendo la mujer guerrera que hay en ti y que estos tiempos necesitan. Te quiero mucho más de lo que imaginas, pero nuestros tiempos se han desfasado.

 

Te mereces un gran amor. Ojalá la próxima rosa que te regalen venga con la intención y la pasión de un enamorado y no de alguien que ya no puede amarte.

 

Siento que estoy entrando en arenas movedizas con esta carta y necesito creer que sé lo que hice y porqué lo hice . Desearía que tú lo comprendieras y aceptaras con el menor dolor.  Lo mejor será que deje estos escritos deshilvanados en la voz de un poeta

            BOLERO

 

Que vanidad imaginar

que puedo darte todo,

el amor y la dicha,

itinerarios, música, juguetes..

Es cierto que es así;

todo lo mío te lo doy; es cierto,

pero todo lo mío no te basta

como a mi no me basta que me des

todo lo tuyo.

Por eso no seremos nunca

 la pareja perfecta, la tarjeta postal,

si no somos capaces de aceptar

que sólo en la aritmética

el dos nace del uno más el uno.

 

Por ahí un papelito                     

que simplemente dice:

siempre fuiste mi espejo;

quiere decir que para verme tenía que

mirarte.

 

Y éste fragmento:

La lenta máquina del desamor

los engranajes del reflujo

los  cuerpos que abandonan las almohadas

las sábanas , los besos

Y de pie  ante el espejo interrogándose

cada uno a sí mismo

ya no mirándose entre ellos

ya no desnudos para el otro

Ya no te amo

mi amor

 

Cortázar

Edith Martirena

De "Tras las huellas del amor". (inédito) 

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