Encuentros sin riesgo de amar
Edith Martirena

“Todo lo que te suceda pasa por mi corazón
vos y yo somos lo mismo
todas las cosas son Dios.
Una vez estuve cerca
y otras veces me perdí
No es casual que me suceda
lo que te sucede a ti” 


Facundo Cabral

Eran las ocho y todavía no había llegado nadie al taller. Los sicólogos que lo iban a conducir estaban tranquilos porque sabían que el tema era convocante; “El éxito en las relaciones interpersonales” . Y estaban en lo cierto, porque ocho y veinte empezó llegar un mundo de gente ..la mayoría mujeres........ también algunos hombres. 

Todos seres solitarios. Unos buscando recetas mágicas para conquistar a alguna persona que ya conocían, otros presagiando el milagro fortuito de conocer a alguien especial en ese taller, la mayoría con la única expectativa de saciar la necesidad. de ser mirados, tocados, escuchados aunque sea en ese límite estrecho y a término

Así llegaron Sandra y Daniel, con la desolación en sus rostros y sus cuerpos rígidos por la falta de ternura en sus vidas. Daniel, un exitoso empresario, casado y con dos hijos ,era consciente de porqué estaba allí. Por eso llegaba sin escudos protectores. Su matrimonio era un desastre pero no podía dejarlo y había encontrado la forma de no enfrentar la decisión con dos estrategias; negar su infortunio y deambular en búsqueda de fantasías que lo ayudaran a verse él mismo transformado en personajes menos sufrientes .

Sandra en cambio era la primera vez que iba a una experiencia de taller. Con una estructura más simple y sin demasiado autoconocimiento, acababa de terminar con su cuarta pareja que duró dos años y se sentía totalmente desolada, no tanto por este corte sino por tantos encuentros y despedidas.

Aceptó ir en un intento de salir de su inmovilidad. Ya sabía lo que provocaba en los hombres: luego del primer apasionamiento, un sentimiento fraterno. Incluso cuando Sergio -su última pareja- decidió irse, reafirmó esa arraigada creencia: ”eres una buena amiga, casi una hermana...pero necesito la pasión del amor..” ‘¡Qué terrible puede ser una aclaración, aún hecha desde el mayor amor!

Daniel sintió en su piel y en su corazón la historia de Sandra, sin necesidad de que la contara y trató de estar cerca desde que comenzó el taller poniendo de manifiesto el personaje que más solía atraer a personas como ella: un tierno y sufriente posible amante. No era un mal tipo, pero estaba sediento de ser amado, y quería calmar su sed aunque fuese fugazmente. Porque él era consciente de la situación que se iba a generar....ya había pasado por otras similares.

Comenzó el taller y ella no opuso resistencia a la creciente invasión de su espacio a veces sintiendo su respiración muy cerca. Las propuestas se iban sucediendo acentuándose cada vez más la interacción entre las personas. En un momento la consigna fue tomarse de las manos y mirándose a los ojos decirse un al otro al otro “quién soy”.

El vio en los ojos de Sandra las ganas de huir y antes de que lo concretara la tomó con firmeza de las manos y con la mirada baja para no turbarla más , empezó a decir frases sueltas sobre quien era él. Sin duda Daniel ya era un experto tallerista que había aprendido trucos para inspirar confianza en el otro, mejor dicho, en la otra. Reafirmo... no era mala persona, sólo que en cada taller se gestaba en él una mezcla de conciencia e inconciencia, de cordura y locura, de cuidado y aventura que saciaban por unas horas el hambre de su libido desnutrida.

Cuando le tocó a ella apenas pudo balbucear algunos datos formales, nada demasiado comprometido con los afectos. Era el primer acercamiento masculino después de la separación

La consigna se repitió tres veces para cada uno y a medida que iban levantando la mirada, cada vez salían menos palabras, como si los ojos fueran los que hablaran. Daniel trataba de colmar con su mirada seductoramente triste a aquellos ojos hermosos desesperadamente solitarios, todos los deseos que Sandra ya no podía disimular. 

Dos espirales crecientes de pasiones se mezclaban en ella. Uno se generaba en su cabeza que no hacía más que preguntarse de mil formas diferentes “¿Por qué me expongo al rechazo una vez más?” Porque esos ojos que hoy parecen tan embelesados ya sé que en un tiempo se aburrirán de verme como una mujer deseable y me verán como una amiga confiable”. La otra espiral tenía su epicentro en su sexo, que iba creciendo en inflamable deseo y olvidaba la creencia de su cabeza

Rápidamente la consigna cambió y debían darse un abrazo frontal..Ella se dejó fluir en aquellos brazos que le parecieron confiables, seguros y que lentamente se fueron transformando en amorosamente atractivos. Perdieron la noción de tiempo en ese envolvente abrazo anhelado, necesitado, deseado.

Los terapeutas proponen un tiempo libre de media hora antes de hacer la evaluación. Embriagados en su propio deseo buscan en el gran parque que rodea la casa un lugar solitario donde adecuando alocadamente y como pudieron la ropa imprescindible que perturbaba; sacian su sed de contacto con pasión, casi sin respirar , buscando el goce de un contacto sexual casi instintivamente animal, desapegado de afecto. 

Fue casi un instante, un vendaval de imprescindible gozo revitalizador, fue sentirse vivos y no autómatas muertos en vida...Luego la quietud imprescindible, la perplejidad, la falta de palabras para justificar lo ocurrido ...momentos eternos donde no se sabe cómo seguir...hasta que por fortuna la realidad llama.

Suena una campana convocante y anuncian el final del taller. Sentados en una ronda cada uno expresa qué se lleva de ese encuentro. Unos hablan con palabras vacías, algunos enmudecen....Sandra agradece el haberse reconectado con la posibilidad de ser mujer.. Daniel agradece el alimento energético que recibe en cada encuentro al que asiste, se declara humorísticamente un vampiro de energía y anuncia con interés la participación en el próximo.

No es extraño que ninguno de los dos se afecte por lo que el otro dice. Sin duda sin ser malas personas, son hijos de su época: encuentros breves con el compromiso efímero del momento, grandes soledades en un mundo superpoblado , demasiado miedo a sufrir.... 

De los dos, tal vez ella tenga oportunidad de salvarse. Por lo que expresó, quizás se permita una oportunidad más de salir de su seguro capullo, arriesgarse a conocerse más con o sin ayuda, para disponerse con más instrumentación y conciencia de sí, a amar nuevamente. 

Él seguirá deambulando por talleres, sin riesgo, seguro en su capullo acorazado, del cual sale solamente disfrazado a buscar el alimento necesario como para seguir sobreviviendo.

Edith Martirena

De "Tras las huellas del amor". (inédito) 

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