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De truhanes y piratas
Edith Martirena

Javier había nacido verdaderamente del amor de sus padres, que se conocieron siendo ya un poco mayores. Recibió tanto amor y cuidados que  ya con sus casi once años, nadie se explicaba porqué era tan hosco, solitario y con modales inadecuados.

 

Sus padres - que se atribuían todas las responsabilidades de su carácter..porque ellos eran ya viejos, porque no podían regalarle un hermano, porque….miles de porqué/- hacían toda clase de malabares para que disfrutara de la vida, para que se sintiera querido, para que siempre estuviese con otros niños…pero nada daba buenos frutos , su mal carácter crecía.

 

Hicieron consultas técnicas con profesionales no obteniendo respuestas o sugerencias eficaces. Ya sin saber más qué hacer, guiados por su intuición o por la inspiración divina, decidieron comprar un perrito recién nacido y hacerlo aparecer sorpresivamente, ya que si se lo consultaban, seguramente diría que “no”..su palabra y actitud permanente.

 

-¡Javier! Javier! Oyó  gritar un día a su  padre .con una voz extraña

 

-¡Pronto!¡Pronto!  oyó a su madre con voz emocionada....¡mirá lo que nos dejaron en la puerta!

 

-Lo llamaremos “ Pirata”....dijo con voz resuelta papá

 

- No recuerdo bien si en ese momento papá explicó porqué eligió ese nombre para esa  bolita de carne arrollada en el pequeño canasto. Yo estaba más ocupado en desviarme de  sus miradas que hurgaban en mi rostro impasible, que intentaba no manifestar la menor afectación visible, ya que por dentro sentí un ligero cosquilleo molesto en el estómago…mezcla de asco, desprecio, impaciencia y perturbación…. Y casi exploto cuando mi padre rompe el silencio y me dice con una voz casi suplicante que me irritaba cada vez más:

-”¿quieres hacerte cargo de él? – y que remató mi madre cuando agregó “Va a morir sin sus padres o cuidados de alguien que se haga cargo….”

 

Ante mi impasividad, mi padre decidió ir  hasta la farmacia cercana a buscar un biberón para darle su leche, mientras mi madre –a quien se le deslizaban gotas brillantes desde sus ojos- se retiró algo así como vencida a  buscar unas frazaditas viejas para armarle un refugio calentito en el canasto..

 

Rojo de bronca- porque me sentí por primera vez un truhan terriblemente “malo”-igual primó el orgullo y no  importándome dejarlo  a él solo temblando – no sé si de frío o de miedo- y  a mis padres llorosos y decepcionados-  me fui a mi cuarto. Fue una noche terrible. Yo trataba de distraerme…no pensar si mis padres dormían o no y tratar  de no oir  los gemidos de ese ser desvalido,  sumergiéndome en los juegos cibernéticos. Pero la realidad superó a la virtualidad. Sus lloros y gemidos evitaban cualquier intento de evasión.

 

Pero ¿por qué yo que era un gruñón fuerte e inexpugnable con mis poderosos murallones protectores, no podía mantenerme indiferente? ¿por que su soledad que bien conocía me hacía mover los cimientos de los murallones?¿por qué, me distraía haciendo suposiciones por el nombre que mi padre le había elegido? . Creo que se  debió a que era todo blanco y uno de sus ojos estaba rodeado por un círculo negro...parecía de verdad uno de esos bucaneros que a mi tanto me gustaba leer...era un pirata., Pero ..¡a mí que me importa todo eso? Las preguntas y respuestas  y los pedidos de ayuda y compañía que me llegaban me enloquecían y algo en mi cambió definitivamente.

 

Ya no soportando más “su-mi-nuestra” soledad , salí de mi cuarto silenciosamente, bajé las escaleras y llegue hasta su refugio. Los lamentos me guiaron en la oscuridad. Al sentirme u olfatearme comenzó a mover sus manitos-patitas como buscando un regazo. Todavía con rudeza en mi rostro pensé “es un pobre bicho para nada parece un pirata.”         

 

Pero sus ojitos desvalidos se fijaron en los míos desconfiados y no pude hacer otra cosa que acercarme.     Empezó a mover la colita  en un gesto amistoso que ignoraba toda mi fachada de rudeza y dejaba al descubierto mi esencia como si la conociera de siempre...y así sólo con su mirada que parecía ver mi alma y no mi rostro, el muy truhán me hizo conocer el sabor de las lágrimas por primera vez.

 

Han pasado algunos años de aquella mañana en que mis padres al entrar a mi cuarto sollozaron emocionados al ver a Pirata durmiendo conmigo en mi cama, bien juntito a mi. Por supuesto que yo me hice el dormido…uno no cambia tan rápidamente y aunque logre “darse cuenta” necesita de un tiempo para bajar el orgullo y aceptar lentamente otra forma de mirar, estar y ser en el mundo. Todavía no he logrado juntar el coraje para agradecer a mis padres su intuición al acercarme aquel ser que me conectó con mi elegida soledad , con mi miedo a la vulnerabilidad y a las pérdidas…con  mis duras corazas que seguramente creía que  me protegerían de todo eso que implica vivir.

 

Pero les expreso mi agradecimiento de otra forma que sin duda ellos entienden….tengo amigos , he conocido una amiga especial, saco todos los días a Pirata a pasear y juego un rato con él, y lo que sin duda lo que para ellos , para mi y sin duda para pirata ha sido lo más importante en esta alquimia :¡ río mucho!

 

Edith Martirena

De "Tras las huellas del amor"

 

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