Que la conciencia no se ausente…
Sonia Martínez

Leo tus páginas funestas

 y con agobio descubro,

fotos que me revelan

en blanco y negro la guerra.

Innumerables fusilamientos

en Asturias, Barcelona,

y en tantos otros pueblos

que hieren mis sentimientos!

Presos esperan hacinados

en la Plaza de toros de Madrid

el juicio final del malvado.

Veo el miedo, el desconcierto

en las caritas de los niños

ante el desamparo de sus padres

que al frente van a luchar.

 

Oigo los gritos gallardos

de los combatientes

¿qué sortilegio los convocó

para que se hallan reunido

masivamente?.

Oigo el llanto incansable

de aquéllos que tanto sufren

porque sus seres queridos

en la guerra han perecido.

Se me parte el corazón

ver a esa madre esperar

con paciencia y con temor

a su hijo regresar,

a sabiendas de que quizás

jamás lo volverá a abrazar.

 

¡Ay cómo duele Guernica

después del bombardeo…!

cuerpos yacen por el suelo

mutilados, amalgamados

con escombros, losas, vidrios,

en un desorden infernal!

Guernica…

Pueblo vasco ayer amado,

y hoy en ruinas, visión fantasmal

por el odio transformado!

Con desesperación

avanzo en la lectura

con expectativa

de que pronto finalice

aquella devastación!.

Pero a través de tus páginas

me dices que aún no es tiempo de paz

porque al igual que una pesadilla

que dura una eternidad

se ha prolongado este infierno

por tres años de calamidad!

 

Y en Granada

en medio de tanto horror

el pueblo denunció apenado

con un grito desgarrador

¡mataron a Federico!

¡mataron a Federico!

A Federico García Lorca

los sátrapas mataron,

truncando su juventud

y su genialidad creadora.

 

Y entonces yo te pregunto:

¿dónde quedaron

los sueños, las esperanzas,

de aquellos heroicos hombres

que luchaban para derribar

el poder, el egoísmo

que en España

 pretendían restaurar?

y tú me cuentas aterrado

que bajo tierra quedaron,

castrados, silenciados.

 

Y contrariada me entero

que en la Guerra Civil Española

venció el miedo, la necedad,

la prepotencia, la perversidad.

Venció, tal como la definió

el poeta Antonio Machado,

la vieja España la inferior,

la que Franco capitalizó

con toda aquella confusión,

contando  con la ayuda

de Hitler y Mussolini,

dos genocidas

que la historia condenó.

 

Setenta años han transcurrido

de aquella guerra fratricida

y mi corazón se hace trizas

por tanta sangre inútil, vertida! .

Temo que los pueblos del mundo

vuelvan a transitar

por esos erróneos caminos.

 

Para no equivocarnos sugiero

que la conciencia no se ausente;

que el sueño sea colectivo;

que en un apretado abrazo

los hermanos nos reconozcamos;

que por bandera tengamos

los mismos valores,

principios, objetivos;

que determinemos

el rumbo que transitaremos,

y entonces como una profecía

¡la Revolución Social

por la que aquellos hombres

ofrendaron sus vidas

dejará de ser una utopía…!

Sonia Cecilia Martínez

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