La madre de los siglos
Poemario escrito en 1981

Invisible presencia

por Marta de Arévalo

En su mano un tridente fustiga las angustias.
Está callada y sabe la INVISIBLE PRESENCIA. 
Estuvo hace milenios rodeada de Sapientes
y está posesionada del Tiempo y las Esencias.

En noches que es su día su alma te es alerta,
con ojos inefables se asoma a tu pupila.
Con abismales ojos te acecha seductora,
te canta en la mirada su coro de amatistas.

Crece en desierta vía. Sola es. Y Silenciosa.
Lo eterno en su mano tendida, es eterna y fiel. 
Empolvada de tiempo se yergue inmarcesible.
Es como sueñas. Deslumbrante en música y sed.

Te llama, no la nombres. Obedece en silencio
su llama encendida, su arpegio de antiguo laúd.
Estuvo en la carne, fue rosa en tu savia y hoy vuelve
trascendiendo laureles en el aire y la luz. 

Impregnada en tu beso fue contada por tuya
consignada en los libros del primer rey-pastor.
En el gen de las tribus fue guarismo y memoria. 
Eva eterna. Tu madre. Tu hija y hermana. Tu dios...

No le huyas. Es constante, soberana y sutil.
No la niegues, se engríe de su raza divina.
Desplegando sus alas va rodeando tu frente 
y te signa en su aura con racimo de lilas.

No la olvides, es tu ala, tu lumbre y tu guía.
Te eligió entre miles en el siglo sin fe.
Te prefiere arrogante, en ternura sublime,
en su ola te envuelve y se ajusta a tu piel.

Se abandona cautiva en retorno de arcilla
cuando en lengua que es tuya desata el cantar.
Se yergue estremecida -el rostro esplendoroso-
al contemplarte absorta en arrebato astral.

Marta de Arévalo
De "
La madre de los siglos"
Poemario escrito en 1981
Editado en junio 2009

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