Afinidad
Marta de Arévalo

Tú eras el viento soplando inconsistente
yo altiva roca que afrontaba tu embestida
y la espiga flexible inclinaba a tu voz.

Tú eras el mar impetuoso que rugía altanero
yo la proa orgullosa que surcaba tu afán
y la endeble criatura escondida en tu abismo.

Tú eras la estrella lejana e incandescente
yo la tierra impasible ignorando tu brillo
y la flor nocturnal que se abría a tu faz.

Tú eras onda fragante que de arcano surgía
yo era vaso sellado que a ninguno era abierta
y era cera maleable impregnada en tu aroma.

Tú sabías el alma de las magias antiguas
yo era nueva corola que asomaba sencilla
y el color milenario en ritual de tu fe.

Tú llegabas lejano de otro mundo en vivencias
yo empezaba cantando los senderos ingenuos
y al camino canfiaba mi horizonte en tu ley.

Tú eras el acento de todos los misterios
yo era sol que irradiaba en abierta hermandad.
Tú eras sombra y yo luz. Unidos y contrarios
forjamos en secreto la nuestra inmensidad.

Marta de Arévalo

De “Ausencia empieza con A”
Edición Grupo de los 9 – 2000

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