Parada a media tarde
en mitad de la puerta de un boliche
que había en Piedras y Juan Carlos Gómez,
ofrecía lo suyo
una puta visiblemente tuerta
-prolijo parche cubría
su cuenca izquierda.

Yo pasaba de prisa en mis labores,
siempre a la misma hora,
y nunca vi cliente que la quisiera.

Hay estados del ánima
en que la fe y la desesperación
son cara y cruz de la misma
delgadísima moneda.

He esperado milagros parecidos
al que esperaba aquella puta tuerta.

Juan de Marsilio
Algunas fotografías

Ir a página inicio

Ir a índice de poesía

Ir a índice de de Marsilio, Juan

Ir a mapa del sitio