La lira y el vano viento
Juan de Marsilio

XVII

 

Debe atenderse 
con la más reverente concentración 
lo que dicen los pájaros músicos.
Debe leerse y luego meditarse 
lo que en el cielo bordan las golondrinas 
cuando enloquecidas pasan y repasan 
el cielo gris de Montevideo, 
momentos antes de partir 
rumbo a la primavera allá en el norte.
Debe oírse la sabia palabra que se clava en el blanco, 
salida de labios de idiota hasta entonces, 
debe estarse atento 
al brillo de sabiduría que luego 
se asoma de vez en cuando 
a los ojos del tonto habitual 
mientras dice sus cosas de siempre 
- que ya no son lo mismo, nunca más.
Debe estudiarse la diferencia, 
entre una hormiga y otra, 
un jazmín y cualquier otro jazmín, 
entre este café que me tomo ahora 
y cualquier otro de antes o después.

No puedo afirmar 
que tras ese esfuerzo de atención
pueda llegar el hombre 
a entender el mensaje.
De lo que sí estoy seguro por experiencia 
es de que este constante 
tratar de comprender 
refuerza en uno la bienhechora 
sensación de que sí 
existe el Mensaje.

La lira y el vano viento
Juan de Marsilio

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