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Tiempo al tiempo
Lauro Marauda
lauromarauda@hotmail.com

“Todas las muertes esperan en el tiempo”
Mario Arregui

I

 

En el Cementerio Británico, contiguo al del Buceo, duermen los puntuales ingleses, que nunca perdieron el tiempo.

 

II

 

Cuando el tiempo ya no pase por el meridiano de Greenwich sino por  el Cuzco, o por una aldea de Zimbabwe, comenzará un nuevo tiempo.

 

III

 

¿Será posible que algún día,  en vez de un patrón de medida, el tiempo se rija por un trabajador de medida?

 

IV

 

Estamos a tiempo de comenzar  algo nuevo partir de  las generosas horas del gremialista, el conocimiento sobre las piezas del relojero, las arrugas experientes de la abuela, las reuniones a tiempo de los estudiantes, los mensajes atemporales, el tiempo parlanchín del celular, la noción de Tiempo del filósofo, el tiempo justo de cocción de la torta, el tiempo del gallo heráldico, de los pájaros enamorados y de la corvina negra, los tiempos de la minúscula lombriz roturando la tierra y el de un jazmín fuera de estación, derramador de perfume y nostalgias. Indudablemente, ellos nos colocarán  en un tiempo mejor, aunque no sea el ideal.

Estamos a tiempo, todavía.

 

V

 

El motor de la Historia es la lucha entre la eternidad dominante y nuestros segundos de gozo.

Carpe diem..

 

VI

 

Hubo un tiempo en que había tiempo para pensar en el tiempo. Tiempo de oro en que el tiempo colectivo predominaba sobre el “time is gold”. Tiempo de compartir con distintas edades varias horas sin tener que entrar o salir a tiempo de varios trabajos, quitándole tiempo a nuestros hijos o robándole horas al sueño.

 

Tiempo en que nos daba el tiempo para que las viejas, actuales y nuevas generaciones se encontraran al mismo tiempo, conversaran, discutieran, rieran y proyectaran sin que los empujara un tiempo de afuera, como un vendaval de relojes. Se vivía el tiempo íntimo del dormitorio, el tiempo familiar del comedor y del patio, el tiempo del mate en la puerta de calle y el jardín, el tiempo de la oficina y el de los juegos en la plaza, el pierderío del tiempo en el parque, el boliche y los lugares públicos de encuentro. Repito: se vivía el tiempo.

 

También se disfrutaban las dos horas de una película romántica o los noventa minutos de nervios en la cancha, con quince minutos para el choricito o la cerveza fría del entretiempo.

 

Había tiempo para leer los clásicos de otros tiempos, tiempo para estar con la familia y tiempo para hacer el amor despacio, sin reloj pulsera o sin mirar el despertador de reojo.  Tampoco se devoraban imágenes artificiales todo el tiempo.

 

Estos y otros tiempos hubo hace tiempo en nuestro país, hasta que quisimos acompasarnos al tiempo del norte.

 

Les compramos su noción del tiempo, su eficiencia supersónica y sus relojes digitales.

 

Hasta que en 1973, algunas armas anacrónicas defendieron a los afortunados de siempre.

 

Le tomaron el tiempo a los plantones. A las golpizas. A las inmersiones.

 

Los aeropuertos solo marcaban los horarios de salida.

 

Se atrasó el tiempo de la gente. Tardó mucho en amanecer. Sufrimos un prolongadísimo invierno.

 

Ahora que sigue habiendo hijos legítimos del tiempo, entenados y huérfanos, es hora de que suene la alarma.

 

Llegó la hora de no creer en melodías de sirenas  y seguir construyendo nuestro tiempo, el popular, el de abajo. Si lo abandonamos, giraremos como agujas enloquecidas.

Desde hace tiempo lo decimos: habrá un tiempo para todos.

 

VII

 

 

Hace tiempo que quería decirte que en los últimos tiempos, prácticamente no tengo tiempo para pensar en un tiempo en que mi tiempo y tu tiempo se unan en un tiempo único, donde el tiempo mismo quede abolido. Para llegar a ese tiempo unificado y compartido, debemos comenzar por encontrar tiempo para algo que ahora no tengo tiempo de decirte.

 

Así que si mañana, si querés, nos hacemos un poco de tiempo y te digo lo importante.

 

VIII

 

Entre desfiles, actos protocolares y presentaciones, sus pérdidas de tiempo fueron cuantiosas.

 

 

IX

 

Se incendió la Avícola Fénix. No hubo que lamentar pérdidas.

               

X

 

Notó que se le había caído una aguja. Avergonzado y con grandes dificultades, dio la hora igual.

La campanilla le dijo que no importaba.
Ya llegarían al mismo tiempo.

 

XI

 

PROBLEMAS CON OPERACIONES INCLUIDAS

 

-¿Puede un matemático resolver un cálculo a la vesícula?

 

-Y un traumatólogo ¿sanar un quebrado de aritmética?

 

-¿Cuánto tiempo de separación  debe pasar una pareja para no pelearse?

 

-¿Y a cuántos metros de distancia para no ser posesiva?

 

-¿Cuántas toneladas puede soportar un cuerpo de veinte kilos  sometido a una presión masculina constante de setenta kilos, una presión femenina de sesenta kilos y varios parientes de  espesor variable?

 

-¿A qué presión se produce un estallido social?

-¿En cuántos años se cura una fractura social expuesta?

 

-Si un obrero coloca mil ladrillos en catorce horas:

a) ¿quién se quedará con la casa?

b) ¿quién con la mujer del obrero?

Y c) ¿a quién le dirán papá sus hijos?

 

Lauro Marauda
lauromarauda@hotmail.com

 

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