Ricardo Prieto
Lauro Marauda

Nació en Montevideo en 1943. Creador fundamentalmente dedicado a la dramaturgia, también escribe poemas y cuentos. En sus obras incorpora el humor a través del absurdo, lo insólito destruyendo lo cotidiano, el sueño desrealizando el mundo convencional.

 

Desde sus primeros estrenos en la década del 70, varias obras suyas han sido premiadas, entre ellas: El desayuno durante la cena, galardonada con el Tirso de Molina del I.C.I. de Madrid y La casa de ceniza, en el concurso de El Tinglado. Garúa en teatro y Desmesura de los zoológicos en narrativa, son algunas de sus últimas obras.

 

por LAURO MARAUDA

 

—¿Cuándo aparece tu interés por el tema humorístico?

 

—Tardíamente. Dicen que cuando era niño me asustaban mucho las personas alegres, esas que ríen a carcajadas y que parecen felices hasta en los velorios. En cambio, me atraían los rostros severos y ceñudos. Durante la adolescencia huí como de la peste del humor y de los humoristas. Me parecían necios y superficiales. Pero no hay que olvidar que yo fui un adolescente existencialista de la década del sesenta: torturado, desafiante, introvertido, apolítico y obsesionado por los problemas ontológicos. Dentro de mi escala de valores el humor ocupaba uno de los escalafones más bajos. Pero, como ocurre siempre, a esa edad yo veía una sola nota del pentagrama y vivía tocando la única tecla capaz de darle forma. La distensión no era posible entonces. No existía en mí esa especie de visión amplia que te permite llegar desde el humor y a través del humor a las más sesudas esencias. En ese entonces dramaturgos como Molière o Noel Coward eran para mí autores menores. Ahora me parecen tan importantes como Tennessee Williams, que es uno de los más grandes del siglo, y más importante sin duda que Ionesco o Beckett, que en aquel entonces me impresionaban tanto. Actualmente han empezado a caer sobre mí muchas de las bendiciones que llegan con el comienzo de la cincuentena. Una de ellas es la convicción de que ciertas formas del humor son uno de los instrumentos más fértiles para explorar todo lo que existe.

 

—¿En cuál o cuáles de tus obras consideras que el humor se manifiesta en forma más clara?

 

—En Solteros, una obra que acabo de terminar. Es una divertida comedia para actor y actriz. En ella se explora con mucho humor la patética búsqueda de la felicidad a través del "otro". Es una sarcástica demolición de ese mito que llamamos "pareja". Con respecto a la obra edita o estrenada, puedo decirte que el humor se manifiesta de manera muy clara en muchísimos de mis cuentos de los libros Desmesura de los zoológicos y La puerta que nadie abre. Es más, creo que ninguna aproximación a esos cuentos es eficaz si prescinde de los contenidos humorísticos que albergan. En ellos nuestra almidonada condición humana, tan presuntuosa, superflua, empacada y necia, es vista a través del humor y, por eso mismo, queda reducida a su verdadera insignificancia. El humor de esos cuentos es cruel y negro, como en todo lo que escribí hasta Solteros, la obra que te mencioné antes. En el teatro, hay mucho humor negro en El huésped vacío. El desayuno durante la noche, Un tambor por único equipaje, El mago en el perfecto camino, La llegada a Kliztronia y Garúa, todas obras estrenadas, y en Pecados mínimos, una obra que editará próximamente Proyección.

 

¿Cuáles son los humoristas que te han influido más?

—Ninguno. Todas las influencias que detecto son en el campo dramático y tienen que ver con cosmovisiones o sistemas de pensamiento. Es difícil, casi imposible, hallar sistemas de pensamiento o cosmovisiones coherentes en los humoristas porque ellos operan intuitivamente, espasmódicamente, con extraña inconsciencia. Son impresionistas. Me refiero a los humoristas de fuste. Los otros, los que carecen de dimensión, y un caso muy representativo es Woody Allen, son engolados y egocéntricos y se deslizan por la superficie de todo.

 

—¿Qué importancia le otorgás al humor?

 

—Mucha. Nos permite explorar las zonas más ocultas de la realidad, todas esas zonas a las que también se llega a través del misticismo, la creación artística o la droga. Tenemos un psiquismo muy vasto, pero un organismo físico limitado y hasta programado, al que no le es permitido agotar hasta las últimas consecuencias las posibilidades de inmersión en el mundo desconocido. Las Puertas de la Percepción de las que habló Huxley no pueden, ni deben, abrirse todos los días. Por eso no debemos subestimar esas formas más leves de apropiación de la "realidad" de las cuales el humor es un exponente valedero. Porque el verdadero humor, el totalizador, ofrece las mismas características que la filosofía para Jaspers: no lucha ni se prueba pero puede comunicarse. No presenta resistencia allí donde se le rechaza ni se jacta allí donde se lo escucha. Vive en la atmósfera de la unanimidad que en el fondo de la humanidad puede unir a todos con todos.

 

—¿Cual es tu concepción del humor? ¿Cómo lo reconoces entre otros fenómenos?

 

—Soy muy exigente en la evaluación de las formas del humor y sólo logran conformarme las que están conectadas con ciertas fuentes. En principio, admiro el humor que tiene valor correctivo. No es casual que Bergson afirme que la risa es la corrección de un error. Tampoco es casual que cada uno de nosotros entienda de la filosofía lo que en realidad ya sabía. El humor puede revelarnos las disonancias del mundo, los erro­res conceptuales que hemos bosquejado, las verdaderas dimensiones de los disfraces y las máscaras, la ignorancia que nos caracteriza. Pero si a la risa correctiva que genera podemos conectarla con el inalterable y magnífico conocimiento que hemos heredado todos, porque forma parte de la memoria colectiva de la especie, el humor puede ser un fecundo instrumento de indagación. Después de todo, aprender es recordar, como dijo Sócrates.

 

—¿Manejas en tu obra el humor trágico?

 

—Hasta Solteros, la comedia que acabo de terminar y que ya te mencioné, el humor trágico es el único que manejé. Eso está muy presente en El desayuno durante la noche, Un tambor por único equipaje y Garúa, la obra que estrenó Espalter el año pasado. Y eso era inevitable porque soy un autor dramático y mi visión de la vida es, a pesar de mi fe religiosa, esencialmente trágica. Nacemos y morimos gritando y eso no tiene nada de humorístico. Pero también es cierto que hay un gran humorista en el diseñador de este universo, un humorista más grande que todos, un gran humorista metafísico cuyo sentido del humor, como todo lo de él, sólo podemos aprehender limitadamente, confusamente, oscuramente. "Deus somper es maior", dice San Agustín. (Dios siempre es mayor) La literatura sólo me importa como vehículo de conocimiento. Por eso no puedo concebirla sin humorismo. Trágico, chispeante, superficial, grosero, sutil o carnal, el humorismo debe ser uno de los componentes esenciales de la obra literaria, tanto como la sexualidad, el amor, el odio, la muerte y todo lo que existe.

 

—¿Qué formas del humor te atraen particularmente?

—En este momento me atrae sólo el humorismo que yo llamo "ascensional", y lo llamo así para oponerlo al humorismo fanático, el que se regodea en usar oscuras y poderosas fuerzas autodestructivas que también nos impulsan. Rechazo toda forma de humorismo que se regodea en señalar las llagas y las lacrazs humanas y el aparente desorden universal, y digo "aparente" porque hay sin duda más orden del que creemos. Creo que esas formas del humor están ligadas a ese hipercriticismo poco esencial que condena, expurga y crucifica. Ese humorismo antivida y reaccionario es ineficaz, no es revelador y se lo lleva —como a todo el hipercriticismo— el viento. Dice Kierkegaard que tanto el humor como la ironía son consecuencia de la falta de familiaridad con el mundo. Es ésta una hermosa y sencilla manera de decir algo muy profundo. Porque sólo el humorismo que es integrador y revelador y que se origina en la piedad por la condición humana puede enseñarnos un poco más sobre estas míseras y benditas vidas nuestras y reconciliarnos más aun con ellas. La "familiaridad con el mundo" se basa en la comprensión. Un humorismo que se sustenta en ella será siempre más útil que el bastardo humorismo de regodeo, y nos ayudará a comprender y a evolucionar.

Lauro Marauda
Biblioteca básica del humor universal - Tomo VI
20 de junio de 1993

Ir a índice de ensayo

Ir a índice de Marauda, Lauro

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio