Rueda libre en el juicio de Wilson preso

por Manuel Flores Mora

Enmismo momento, a quince kilómetros de allí, en las faldas del Pirineo, estaban siendo fusilados cincuenta y seis hombres, que se confesaban en grupos de siete. Pero cuando llegó el turno de los siete últimos, el jefe del escuadrón de Falange encargado de la ejecución dijo: "Coño, matémosles sin confesión. Yo no he comido todavía".


Juan de Iturralde, "El catolicismo y la cruzada de Franco", Vienne, Francia, 1960, Vol. I, pág. 74, citado por Hugh Thomas.

 

Con su bondad y manga ancha, el lector se ha ganado que yo pueda empezar algunas de estas notas en voz baja, invocándole la mutua amistad y arrimándole la máquina de escribir al oído para susurrarle confidencias.

La primera que tengo para hacerle es muy simple. Estas contratapas se ocupan, como todo periodismo, del presente. Y para ello aluden algunas veces al pasado, cercano y doloroso como la carne viva, que es su antecedente inmediato y del que pugnamos por salir. La justificación moral en que se asientan, sin embargo, es la preocupación del porvenir.

En los aparatos proyectores de cine es posible girar para atrás el mecanismo, de modo que el tiempo de la película retroceda y que la pelota regrese hasta chocar con la raqueta. O que el agua desparramada se rehaga hacia arriba en el aire, juntándose para meterse en el balde.

Pero en la vida eso no ocurre. Tampoco en la historia, que es la forma amuchedumbrada de la vida. Lo que pasó, pasó. Lo hecho, hecho está. Incapaz de retornos, el cadáver sólo puede derivar hacia el esqueleto. Y puesto que nadie puede lavarse la cara, dijo Heráclito, con el agua en la que se zambulló cuando era chico, está claro que el compromiso es con lo que vendrá. Con el mañana que es imprescindible organizar y asegurar. Y respecto del cual la ley suprema tiene que ser forjar un lugar de dignidad para cada uno de los que conforman, sean quienes sean y piensen como piensen, la Nación.

De otro modo: lo primero será respetarnos. Esto tenemos que entenderlo todos, los civiles como los militares, los exilados como los residentes, los políticos, los presos y los sueltos (que a veces estamos imperdonablemente presos de otras cosas), los solteros, los casados y los que con una tabla entre dos ruedas, tirada por un caballito lastimoso, juntan trapos y papeles en las madrugadas, cuando los ruidos resuenan como campanas en el fondo vacío de la calle.

Es así. El primero que lo vio (y que lo reclamó) en este país se llamaba Artigas, nombre que suele frecuentar las bocas de muchos que lo desmienten en los hechos. Un pueblo tiene dos maneras de vivir: bajo "la veleidad de los hombres", decía Artigas, esto es, bajo gobiernos de facto. O bajo "las garantías del contrato", esto es, bajo una Constitución por nadie impuesta y libremente consentida: estado de Derecho.

Pido ahora al lector que vuelva para atrás y relea el párrafo de Iturralde que sirve de acápite a esta nota. El mismo ilustra un ejemplo muy claro de lo que ocurre cuando las gentes se apartan ae la ley, para fijar, amparadas en el predominio de hecho, la norma de lo que tiene que pasar. Al comienzo, las estructuras del Derecho se patean invocando los grandes valores y las salvaciones colectivas.

Se termina luego apurándose en matar a otros con negligencia, por-que se hace tarde para la hora del almuerzo.

Confidencia dos

Lo dicho líneas arriba viene a cuento de lo que trataré de explicar líneas abajo. Antes sin embargo me sea tolerada una segunda confidencia. Bajo todavía un poco más la voz y digo que con esto de Ferreira Aldunate no salgo de mi asombro.

Después de vivir estos años atornillado, como el resto de los orientales, en la platea de todos los espantos, confieso que me pensaba curado de los mismos. Dueño siquiera de no llamarme a sorpresa por nada. Pero la actitud surrealista y esdrújula del Proceso respecto de Ferreira me sume en el carozo de todas las perplejidades.

En las páginas 4 y 5 de esta edición de JAQUE, el lector encontrará transcripciones parciales del escrito con el cual el Fiscal Militar de 4o Turno, Coronel Aviador Jorge Martínez Levaggi, evacúa la vista que le fuera conferida de un anterior escrito de la defensa de Wilson Ferreira.

Lo comentaré porque juzgo fundamental que la opinión pública conozca el ángulo mental desde el cual se maneja, por el Fiscal Militar, esta delicada materia vinculada con la libertad del candidato presidencial de uno de los grandes partidos históricos y democráticos de la República.

Además, porque revela una forma de trabajar con las normas de Derecho propia del Proceso y enteramente distinta a la que ha sido tradicional en el país (obviamente, el manejo tradicional era mucho más técnico, científico y afinado).

Tercero, porque todo esto constituye un ejemplo más, contundente como pocos, de esa clase de razonamiento prelógico que es una constante en la carburación mental del Proceso y a que me he referido con preocupación en contratapas anteriores.

El Fiscal Militar mencionado solicita del Juez la modificación de los autos de procesamiento de Wilson Ferreira y que se procese, entre otros delitos, por el de "Asociaciones subversivas". La solicitud es gravísima, porque equivale a decir que el candidato presidencial blanco es, lisa y llanamente, un tupamaro. Más grave, sin embargo, todavía es la cadena de razonamientos que conduce a la conclusión y al pedido mencionados.

(Pido al lector lo mejor de su atención porque siento que estamos en el centro mismo del drama actual y mental de este país.)

Dando absurdamente por descontada la Asistencia de Wilson a la Asociación Subversiva (ya veremos sobre la base de cuáles hechos), el Fiscal parte de un párrafo más o menos impresionante (y asimismo prelógico) de Bayardo Bengoa, según el cual varios actos de Asistencia hacen que la asistencia deje de ser tal y se transforme en integración o equivalente.

El primer elemento prelógico (absolutamente anticientífico) viene de que hay aquí un deslizamiento de lo cuantitativo a lo cualitativo que rechina por mucho que se nos entregue vestido por un léxico presuntuoso y pseudo técnico. Según Bayardo, en efecto, citado por el Fiscal Militar,
"... si la asistencia a la asociación, de accidental, transitoria y momentánea se transforma en consuetudo delinquiendi, el asistente, por acción progresiva, habrá pasado a ser socio criminis y el delito configurado por él sería el de asociaciones subversivas."

Esta especie de pasaje de cinturón verde de asistente a cinturón negro de asociado subversivo, integra una prelógica donde la acumulación de bagres genera una tararira. Digo que no puede razonarse con semejante ligereza cuando están en juego valores tan altos como la libertad de las personas (altos por lo menos para mí y para toda la tradición jurídica y política uruguaya).

Abrigado bajo la dudosa autoridad de esta opinión de Bayardo (y de otra correspondiente a otros Profesores y tratadistas nacionales cuya existencia no es tan conocida como la del Profesor Bayardo), el Fiscal Militar (véase pág. 4 de JAQUE), sólo tiene ya que enumerar los dis-tintos presuntos actos de Asistencia de Ferreira al M.L.N. para decretarlo "coasociado" a la Asociación Subversiva mencionada.

Es aquí donde el Fiscal Militar nos entrega otros ejemplos resonantes de razonamiento prelógico.

Véase lo que constituye, para el Fiscal Militar, un ejemplo de Asistencia a la Asociación Subversiva:

"... a través de cassettes, cartas manuscritas y mensajes dirigidos a correligionarios y amigos —sobre los que existen variadas muestras en estos antecedentes— el enjuiciado persiguió el objetivo de desquiciar el proceso de reinstitucionalización del país, y por ende, condyuvando al mantenimiento y desarrollo de la subversión."

Dejemos de lado la incorrección gramatical de ese gerundio ("coad-yuvando" . . .) mal usado, después de la conjunción. Y fundamentemos la afirmación de la ilación prelógica de las afirmaciones.

El razonamiento del Fiscal Militar se revela incapaz del manejo, elemental del silogismo. Procede o carbura así: 1) la actual prédica de W. F. A. es desprestigiante para el proceso de reinstitucionalización propuesto por el Proceso; 2) ese desprestigio conviene a la subversión; 3) por tanto, W.F.A. y su actividad son subversivos.

El viejo Aristóteles y el Santo Tomás de Aquino, caso de renacer, caerían redondos y muertos ante la comprobación de cómo hemos retrocedido hacia atrás de lo que la humanidad tenía claro hace ya dos milenios.

Prelógico y presilogístico, este razonamiento es como decir: 1) los comunistas chinos combaten a Moscú; 2) Reagan combate a Moscú; 3) Por tanto, Reagan es comunista chino.

No intento ni remotamente molestar a las personas. Pero cumplo el deber patriótico de aniquilar falsos razonamientos. Digo pues, limitándome a esta forma prelógica de razonar, que ella es como decir: 1) Mi tía Gregoria odia el caldo de habas; 2) Yo odio el caldo de habas; 3) por tanto, yo soy mi tía Gregoria.

Si las infracciones al pensamiento lógico racional fueran objeto de fiscalización como lo son, por ejemplo, las infracciones de tránsito, pienso que al Fiscal Militar de 4º Turno habría que retirarle el permiso de conducir.

Ya sin límites

¿Es necesario agregar cómo se multiplica la gravedad de todo esto por la delicadeza de las materias a que se aplica? Utilizar maneras prelógicas de discurrir cuando se trata de argumentos para la propaganda, ya es muy grave. Mucho más cuando se usan esas maneras para incidir en la libertad de las personas y en la institucionalidad de la Naciones.

Lo que se está reteniendo en prisión, abrumado de acusaciones y de diligencias investigativas, es el candidato presidencial de un partido político sin cuya participación no es siquiera soñable la normalidad democrática del país. Todo ello a golpes de arbitrio, por el desajustado ejercicio de funciones para las cuales no ha sido preparado. Como cuando, olvidando el viejo e insobornable principio de que todo hombre es inocente mientras no se pruebe lo contrario, se coronan los errores que hemos venido reseñando con afirmaciones como:

"... dado que en este tipo de delito la culpabilidad se imputa a dolo directo de peligro, debe legalmente presumirse salvo prueba en contrario que deberá proporcionar precisamente el encausado."

Es obvio que el Fiscal Militar de 4to. Turno no piensa de sí lo que yo pienso. El Fiscal considera que su visión de la ley y la doctrina es más penetrante que la del resto del cuerpo jurídico presente y pasado del país. Señala, por ejemplo, de sí mismo que "considera, con los debidos respetos, que la doctrina nacional sin excepciones, interpretó esta segunda solución del Art. 60 (II), con la mirada puesta" en una hipóte-sis que, según el Fiscal, no es la que corresponde.

Luego agrega: "Esa pequeña gran inadvertencia de toda la doctrina nacional, al aplicar la solución del derecho italiano sin distinciones, determinó un equívoco .." Es decir: que el Fiscal Militar ha conseguido ver, en este campo, lo que todos los juristas de este país no habían logrado ver (!).

En la pág. 5 de esta edición de JAQUE puede consultarse también el segundo escrito emitido en la misma fecha por el Fiscal.

Antológico, el documento se inclina hacia la investigación no solamente de la actividad de Wilson Ferreira. Tras arrasar con los fueros e inmunidades parlamentarias de que éste estaba investido en aquel tiem-po, el Fiscal Militar de 4to. Turno (también en esto innovador frente a toda la doctrina nacional) se cree autorizado a preguntar por qué algún partido político libre apoyó hace tres lustros, al Dip. Gutiérrez Ruiz para Presidente. O por qué votaron o no votaron los partidos el desafuero de un legislador.

O para, refiriéndose a hechos ya recientes, preguntar, absolutamente excedido en los límites de su potestad, "quién o quiénes tuvieron la idea de reunir firmas para presentar un proyecto de derogación de los actos institucionales al amparo del método de reforma constitucional establecido en el Art. 331 de la Carta vigente" (¿vigente?).

De este modo, ignorando los fueros que amparaban a Ferreira al ocurrir los hechos por los que pregunta, el Fiscal Militar de 4to. Turno insólitamente termina por investigar a los partidos y al Parlamento, tal vez porque no llega a sospechar siquiera los infranqueables límites que la libertad establece hasta para los Fiscales Militares de 4to. Turno.

Toca esta contratapa a su fin.

Durante muchos y ya lejanos años de juventud y política, Ferreira y yo (la frase sobre nuestros enfrentamientos personales le pertenece) "intentamos infructuosamente odiarnos". Fracasamos, claro.

No ser blanco me permite quizás, mejor que a cualquiera de cuantos lo son, advertir (en el tránsito de los hechos históricos y en la desapasionada perspectiva de las décadas) que este Ferreira que espero volver a enfrentar algún día, es o puede ser el más importante de los líderes (sólo son tres, con él) que su Partido ha tenido a lo largo del siglo. Si hoy está preso, en su honor quede dicho, no es por servir a una dictadura. Es por hacerle frente.

Vea el lector en estas líneas, mi contribución y mi homenaje a la lucha de sus correlignionarios por devolverle la libertad. En esa lucha hay una parte que es de todos.

Ha de triunfar, a menos que ocurra lo del escuadrón de Falange citado en el acápite o comienzo de ésta nota: que el Proceso (metafóricamente, claro) termine por fusilarlo y marcharse a comer.

Si así fuera, así sea. Pero téngase entonces cuando menos la salvaje honestidad mental del jefe falangista. Y que no se hable más de democracia.

Manuel Flores Mora
Parlamentario, Periodista, Escritor, Historiador, Critico Literario
Tomo II
Homenaje de la Cámara de Representantes, mandado publicar por Resolución del 20 de febrero de 1985
Montevideo, 1986
Originalmente en "Jaque" - 3 de agosto de 1984

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