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A nadie trataba Artigas como al Caciquillo, ni aun a su amigo, el compinche de su juventud 

 

Otorgues y el caciquillo
Carlos Maggi

 

La prueba negativa es la más difícil, pero se puede intentar tratándose de Artigas cuyo Archivo está casi completo

 

La presente nota se propone comparar dos cartas de Artigas: una dirigida a Fernando Otorgués (el mejor amigo, un hombre tosco y fiel); y otra: la famosa esquela, dirigida al Caciquillo[1].

 

En este caso, no es fácil hallar grandes diferencias de estilo entre ambas piezas dictadas por Artigas, pero hay cartas dirigidas a terceros, que son muy notables, para precisar el sentimiento de Artigas con respecto al indiecito. El Caciquillo no era en 1811 un muchachito desvalido, sino un jefe de guerra muy temible; un varón adulto, con varias esposas; alguien capaz de hazañas tremebundas.

 

Pero Artigas, pese a eso, le habla al Caciquillo, con un lenguaje que no emplea con nadie. En los muchos años que gasté en recorrer el "Archivo", leyendo y fichando (más de 20.000 documentos auténticos, 31 grandes tomos) nunca pude encontrar algo que tuviera el tono empleado en la carta famosa. Tampoco habló Artigas de nadie, como lo hace de ese joven charrúa.

 

Basta un ejemplo para apuntalar un desafío a los estudiosos del tema: Señor investigador: busque en la papelería del Jefe de los orientales, una frase comparable a estas dos líneas que Artigas le escribe a José Ambrosio Carranza el 2 de noviembre de 1811, cuando la revolución recién empieza, a poco de iniciarse el éxodo del Pueblo Oriental:

 

-Auxiliará usted a la mayor brevedad a mi Caciquillo, dándole orden de partir para los indios bravos... Este mensaje dirigido a un oficial desconocido fue escrito de puño y letra de Miguel Barreiro, sobrino y confidente de Artigas y está inequívocamente dictado por el propio Artigas, quien no se conforma con llamarle "mi" Caciquillo sino que agrega a continuación: "Aconsejará usted al Caciquillo; emplee cuantos medios razonables estén a su alcance"[2].

 

Con Otorgués

 

El domingo pasado comparé dos ejemplos de trato muy estrecho: con el Caciquillo y con Andresito Guacurarí, hombre muy apreciado de quien el formidable Alberto Methol Ferré afirma: "Es el más notable caudillo guaraní, adoptado hijo de Artigas,... quizá su teniente más importante"[3]. Y sin embargo, fue fácil percibir las diferencias en el trato con este indio tape y con el Caciquillo charrúa.

 

Ahora vamos a repasar fragmentos de una carta de Artigas dirigida a Otorgués, el 25 de abril de 1814[4].

 

También en este caso, Artigas atenúa el recato que lo caracteriza y permite que se entrevean sus sentimientos íntimos. No está escribiendo para la historia, como sucede con tantos documentos (algunos realmente grandes, que aparecen durante su lucha contra Buenos Aires); con Otorgués hay familiaridad en el trato. Artigas, como en el caso del Caciquillo, borra la presencia del secretario y habla directamente, de manera coloquial.

 

La carta

 

A principios de 1814, la situación militar se ha hecho un tanto confusa. Los españoles de Montevideo siguen sitiados por fuerzas porteñas y orientales, al mando de José Rondeau (el hermano de Artigas y varios jefes orientales se mantienen en ese cerco) pero Artigas desertó y una noche, se quitó ritualmente el uniforme y vestido de paisano, empuñando una chuza, cruzó hacia el norte y terminó para siempre son su vida ciudadana; se instaló en Arenrunguá, en el desierto del Lejano Norte, y desde allí organizó la revolución federal contra la capital, Buenos Aires. La historia en uso, le llama a ese viaje, que entraña un decisión existencial, "la marcha secreta"; y es una hermosa manera de nombrarla.

 

También Otorgués, de acuerdo con Artigas, había abandonado el sitio y campeaba con sus fuerzas por el litoral.

 

Gaspar de Vigodet, el gobernador de Montevideo, sitiado y perdido ve entonces una chance de dividir a los criollos y procura aliarse con Artigas, contra los porteños, para quebrar en dos la revolución americana; empieza pues, un trabajo de zapa, corriendo a seducir con promesas a Fernando Otorgués y al propio Artigas.

 

Artigas que está en Belén (discutiendo con una comisión venida de Buenos Aires, Amaro y Candiotti) se entera que Otorgués entró en cierto modo en el juego de Vigodet y le escribe una carta llena de afecto y admoniciones; lo trata como a un amigo infalible y al mismo tiempo procura hacerlo entender algo bastante sutil, demasiado sutil para el modo de ser del otro; le dice que, al mismo tiempo, deben estar en contra y a favor de Buenos Aires. Le dice que no se deje confundir, le da línea:

 

-Por Dios, Otorgués, abramos los ojos. He leído tu comunicación del 21 del corriente y me he impuesto de los últimos pliegos que me ha remitido Vigodet y me he estremecido a la vista de tamaña intriga.
Montevideo, con una astucia un que nos pierde y nos deshonra... fomenta las sospechas de Buenos Aires contra nosotros. Un demonio para ellos!...

 

Es insufrible y vergonzosísimo para nosotros que ellos piensen alucinarnos... con pillerías doradas... No, Otorgués, estamos peleando contra Buenos Aires, pero no es porque seamos adictos a la causa de Montevideo; hay muchísima diferencia entre lo uno y lo otro. Montevideo... trata de ver si puede conseguir que nos rompamos la cabeza uno a otro y por eso trata de... hacerles creer (a los porteños) que estamos complotados con él (con Vigodet).

 

Otorgués, mi amigo, convencéte: Montevideo lo que quiere es que los americanos nos destruyamos unos a otros. 

 

Mirá que los momentos son muy preciosos y la causa está en un estado que si no hay pulso se lo lleva todo el diablo ... Muramos todos primero (antes) que dar el menor motivo para que Montevideo salga con la suya.

 

Sigamos nosotros contra el torrente de todo el mundo.

 

Tengamos siempre presente, en medio de toda desazón, que el fin general por el cual tomamos las armas ha sido, es y debe ser, la ocupación de la plaza, haciéndola entrar en el sistema...
Si no conseguimos librar América este año, lo conseguiremos el que viene.

 

Buen cuidado tendrá de ceder Montevideo cuando no pueda sostenerse más... no lo (va) a hacer por nuestra linda cara.

 

Ya conocés mis pensamientos y que apreciaría la honradez de Vigodet, pero tratándose de la patria, que se vaya él a hacer de Capitán General de... las provincias de los infiernos y no de las del Río de la Plata, como se atreve a poner. (Que Artigas fuera Capitán General de las Provincias Unidas del Río de la Plata es lo que seguramente ofreció Vigodet, y él lo está rechazando indignado).
No, mi Otorgués. Esto llega a lo negro. Por ningún modo ni pretexto alguno quiero que los buques de Montevideo anden por ahí. 
Echálos afuera. 

 

Hostilizálos en toda forma que te sea posible y no les permitas cosa alguna. Nosotros no necesitamos de ellos para hacer entrar a Buenos Aires en sus deberes...

 

Todo lo espero de la amistad que me profesás...[5]

 

El Caciquillo

 

A Otorgués le dice: "Todo lo espero de la amistad que me profesás". Pero al Caciquillo le dice: "Yo estoy seguro de estar siempre con vos, así como vos, debés siempre contar conmigo"[1].

 

Basta intercambiar las expresiones para que ambas se hagan inadecuadas. No pudo hablarle a Otorgués como le habla al Caciquillo. Percibir el matiz diferencial, no es fácil en este caso (procuré encontrar el mayor grado de parecido) pero existe. A uno le dice: sos mi amigo; al otro le dice: estamos juntos. A uno le habla de la amistad que me profesás, del otro se despide diciéndole, "tu padre, Artigas"[1].

 

Puede ser que hubiera un modo paternal de tratar a los indios, suele verse en las películas del oeste. Pero lo cierto es que en Buenos Aires y en Montevideo resulta poco probable; el odio y el desprecio mortal hacia los indios, que se regalaban y repartían gratuitamente bajo la infame denominación de "chusma" ("la pieza" valía menos que un ave de corral) hacía muy difícil que a alguien se le ocurriera ponerse de padre postizo de seres tan inferiores y repudiados.

 

Nunca pude encontrar otro documento firmado por Artigas donde se proclame padre de alguien que no sea hijo suyo. Este es un segundo desafío para investigadores: encontrar entre los papeles artiguistas, otra mención similar capaz de refutar lo que estoy diciendo.

 

Notas:

 

[1] Publicada en: EL PAIS, 2/1/99, pág. 14; y en: Maggi, Carlos, "Artigas y su hijo el Caciquillo, Ed. Fin de Siglo, Montevideo, 1999, 7 edición, pág. 27

 

[2] Maggi, Carlos, op cit, pág. 23

 

[3] Cabral, Salvador, "Andresito Artigas", Ed. Castañeda, Buenos Aires, julio 1980, pág. 17.

 

[4] Paradójicamente, cuando Artigas escribe esta carta, 25/4/814, hace cuatro días que Vigodet fue derrotado; Carlos de Al vear tomó Montevideo el 21/41814

 

[5] Maggi, Carlos, op cit, pág. 166

Carlos Maggi
El País
8 de enero de 2000

 

 

 

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