El lodo de la estirpe
VII
Melisa Machado

No era importante tu rostro

ni la oscuridad de tus ojos

porque de tu cuerpo salían voces incontenibles.

 

Por momentos eras el vengador con otra piel

o quizás sólo diablo:

tiento golpeado por mil manos.

 

He bajado a la penumbra para olerte

y encontré zumos exquisitos,

manjares expuestos sobre pulcra tabla.

 

Eras dulce como hierba

y con tus manos soplabas a través de mi pecho

 

Como si yo fuera una anciana

y hubiera entregado mi cuerpo a las aves

para que lo devoraran.

 

Como si fueras viento que eleva el cuerpo sin carne

 

Pero de carne soy

y dejé mis armas en el umbral de tu puerta.

Ya no importa de qué lado cargo el bokken

porque pantano y sal se mezclan en mis manos.

 

En el fondo de mi casa

hay cimientos que sostienen

la torre y el foso.

Pero si no durmieras por mí

descansarían músculos y tendones.

 

Eres el magro señor

que compra mi alma al precio del viento

Aunque cargues con la gracia del infante

y lleves una vida de trabajo

para tallar tu alma.

 

De tus dedos salen llamas y aceites.

Comer no puedo ni beber el vino que me ofrecen

De esta aridez espero un hilo de sudor

un escándalo

que moje el polvo de mis vestidos.

Melisa Machado
De "El lodo de la estirpe"
Editorial Artefato, Montevideo, 2005

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