El lodo de la estirpe
I
Melisa Machado

Supe reinar en la tierra como gata distraída que mira de reojo a su amo encantado.

Tenía las orejas alertas y mis nombres eran varios:

biaiam fafanta molusco.

 

Como de un panal salían las vocales de mi casta

y varias otras habían que ni olvido ni recuerdo,

porque largas fueron las horas del amor.

 

También aprendí a esconder palabras como si fuesen piedras.

Y las furias mordían mi corazón,

convertían mi cuerpo en tallo,

sacudían mi aliento hasta dejarme insomne.

 

"Raza de felinos sin sueño. A ellos perteneces", dijo el vengador.

 

Y mi cuerpo desolado es ahora un inmenso sitio donde nada cae ni se agota.

Aunque tenga ante mí al de los pies bellos e indefensos.

 

No cortes, no resistas, no temas”

 

Soy sólo edad:

arena y tierra en caldo de hechicera

 

“No pises, no pruebes, no gires”

 

Anúdate el ceño con el filo del relámpago.

Cíñete la cintura con tu último sudor.

Echate el destino encima,

rueda las monedas

Aunque uses los gestos impropios del que quiere nombrar el fuego

y sólo humo sale de su boca.

Melisa Machado
De "El lodo de la estirpe"
Editorial Artefato, Montevideo, 2005

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