PROVIDENCIAS, de Duilio Luraschi. Vintén Editor, Colección Minilibros, 74 págs., Montevideo, 2000. - por Andrea Blanqué - El País Cultural - 17 de setiembre de 2004    

DUILIO Luraschi es un cuentista de bajo perfil, pero con cinco libros publicados, providencias es la reedición de un volumen editado en el año 2000, que incluye ocho cuentos con una homogeneidad estilística y conceptual que hablan de un autor que se ha encontrado a sí mismo.

Bien es verdad que pese a la claridad del discurso y la precisión de las descripciones, el paisaje humano de estos cuentos es extraño y surrealista, con un toque de Felisberto Hernández en la punta de la pluma.

Luraschi nació en Montevideo, en 1963, pero el conjunto de cuentos respira un espacio y un tiempo casi míticos: varios están ambientados en pueblos del Interior del Uruguay y en algunas ocasiones el lector tiene la impresión de que se trata del período de bonanza económica uruguaya. En efecto, la década que se menciona es nada menos que el 50.

Ese Uruguay extraño y perdido que en ningún momento se evoca con nostalgia ni con un interés bucólico, está lleno de estrechez mental, mezquindad y mediocridad, pero luce como un juguete viejo, si el desgarro de la miseria. Los pueblos evocados por Luraschi parecen de casa de muñecas, las personas parecen soldaditos o payasos a cuerda.

En “El Santo”, un hombre piadoso y ya entrado en años, recibe la visita e instalación de un incómodo santo de aparente carne y hueso, que quiere llevar la vida de cualquier habitante del pueblo. “Providencias” describe el primer día de trabajo de un oficinista en un Ministerio, que ocupa en leer un expediente donde un empleado denuncia la colocación en la silla de su escritorio de un enano de jardín. “El caminante” muestra un mundo rural de broma que puede ser sanguinario. “Macanas” pinta la uruguayidad de pesadilla a la hora de la siesta. “Las clases” trata de la hipocresía generalizada de un pueblo, donde una hermana “pródiga” es legitimada por la absurda iniciativa del hermano de aprender latín en el siglo XX. “Avería”, es un cuento que comienza en un tren con un pasajero roncando, y luego el tren parece detenerse para siempre, con el protagonista convertido en súbito culpable y el pasajero durmiente en presidente.

Sin duda, Ángel Rama incluiría en una antología de “raros”, que a esta altura, ya son norma, como las últimas antologías de cuento joven han demostrado.

Andrea Blanqué

El País Cultural - 17 de setiembre de 2004   

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