Claudio

cuento / narrativa de Ángel María Luna (Uruguay)

 

¡Claudinooo! Y vos, nadita.... con esa cruz del rastrillo sobre tus hombros.

-¡Cómo pa oir estaba!

-Tenía ganas de alcanzarte en seguida pero tenía miedo... miedo..., Claudíno.

-iDe qué?

-No sé...

-¿De mí?

-Eso nunca. Yo no sé, gaucho, de todo y de nada. De lo que venía o lo que quedaba; del misterio de esa cerrazón que quedó atrás, o de la luz que viene de frente. No sé si me entendés. Soy mujer... y he querido siempre mi honra y en buena hora lo diga. Es lo único que tengo. Lo que he defendido a diente y uña. A veces... ¡si te contaré!; es bravaza la vida de una mujer en una estancia. A diente y uña. Nunca falta... ¿me entendés? Por eso me pusieron de un tiempo a esta parte así, con vos.... pa hacerte mal, pa que te jueras y como no te juiste, te echaron. Por eso corrí hasta alcansarte. Por eso gritaba sin que me oyeras: ¡Claudínooo!, hasta que me faltó el resuello. Los teruteros aleteaban mi grito pa que ni menos te dieras güelta...

-A pesar de la cerrazón ahora estoy viendo.... Güeno, cálmese. No quiero acordarme de más nada, porque si no este rastrillo va a tener que rastrillar algún seso .....

-Te lo conté pa explicarme. Pa que supieras porqué corrí detrás de Claudino Morales. Pa defender mi honra.

-Pero... es que ahora van a decir...

-Ya no me importa. Que digan lo que quieran. Yo defendí lo de los dos. Y los vamos en camino .......

-Ta bien, no lo dudo pero, ¿a dónde, Diosma, a dónde vamos?

-Hacia lo que ellos no conocen por más ricachones que sean...

-Dices bien ....

-Semos felices así, marchando sin tener rumbo, porque caminamos con claridad; no mirés p'atrás, cada ves hay más cerrazón. La oscuridad es como el odio; dejalo a la espalda. Hay mucho camino pa delante y semos jóvenes...

-Hablás como un dotor.

-Es el dolor de toda una vida el que habla por mi. Ahora puedo decir quién soy, sin miedo; sin perros hambrientos a mi alrededor codiciando la presa. Ahora soy otra cosa diferente. Por eso corrí hasta que te alcancé; pa estar contigo en tu soledad y pa defender lo que es tuyo; porque sos un hombre porque sin decir palabra, rumbeás tu vida...

-¿Tenés miedo, que llorás?

-¿Yo?

-¿No llorás?

-¿Pa qué?

-Uno no sabe nunca pa qué llora...

-Pero tampoco sabe pa qué ama...

-Es un destino...

-Talvezmente...

-¿Vos sabés por qué te quiero?

-No...

-¿Y entonces?

-Ta bien...

Así ¡a pareja marchó por mucho rato por los campos de Las Averías. Cruces de caminos lo hace vacilar. No se consultaban. El diálogo era mudo. Rápido. Ansioso. En ocasiones intencionado. Un churrinche desde un poste los miraba; se levantaron unos tordos y se l es apagó la brasa. El rastrillo siempre sobre el hombro de Claudino parecía peinar unas nubes revoltosas; el péndulo del atadito de Diosma, les marcaba el paso que era firme. Convencido. Enérgico.

Pasó el tiempo. Claudino Morales ha levantado cabeza. La nueva estancia le puso impulsos nuevos.

Trabaja. Canta. Bromea. Juega a la taba y hasta gana. Sobre la lomita que da al camino del Quebracho ha levantado su rancho. Fresco. Risueño. De hornero, dice. Diosma a pesar de saberse feliz, anda triste.

No lo dice. Le ha quedado prendida en el alma aquella cerrazón de la huida. Se la saca de repente a dos manos delante de sus ojos. Claudino comprende. Calla. Silba. Está preparando la luz para la Diosma: se la fabrica do a poco. Para que no se encandile. Para hacerla amanecer de a retacitos. A veces son sombras que se recortan en el silencio. Se encuentran y se separan.

Es la mañana. Claudino prende el sulky. Lo deja debajo de la enramada. Va hacia las casas. Busca a Diosma. Ríe. Le acomoda el pelo. La acaricia...

-¿Qué andarás buscando vos?

-Nadita...

-No lo creo....

-Mirá el sulky.

-Ya lo vide... dejuramente irás al pueblo.

-Vamos al pueblo.

-¿Los dos?

-¡Claro!

-¿A qué?

-Hoy hace tres meses de tu corrida...

-Yo no sabía...

-¿Y entonces?

-Nada...

-Ese día no te oía cuando me llamabas. Hoy no me gritaste y te sentí de cerquita. Arreglate un poco y nos vamos...

-Pero... ¿a dónde?, cristiano...

-Y... si no tenés inconveniente, al juez...

Angel María LUNA
Suplemento Dominical "El Día" s/f

Editado por el editor de Letras Uruguay

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