La procesión


poema de Luisa Luisi

 

La procesión avanza lentamente
Bajo el cielo de plomo de una tarde inclemente:
Al ritmo mesurado de un litúrgico canto
La procesión avanza bajo el plomo
De una tarde de llanto.
Unidos por el fuerte lazo de su creencia
Los hombres van unidos desafiando a la Ciencia.
Desafiando a la Muerte, desafiando a la Vida.
El cántico se eleva entre nubes de luto

Agujereando el cielo, perforando la bruma.
En busca de Infinito, en busca de Absoluto.
El cántico se eleva como la blanca espuma

Que corona en pureza lo turbio de las olas;
El cántico se eleva en alas de un Ensueño

Más alto cada vez en ese loco empeño:

Desciende luego hasta la Tierra;
Vuelve a subir llevado de una Fe estremecida
Y arrebata el Espíritu más allá de la Vida.

Lo procesión avanza lentamente
Bajo el cielo de plomo de la tarde doliente;
La procesión avanza al ritmo religioso
De un cántico de Iglesia
Bajo un sombrío ciclo de reposo.
Son voces de mujeres suaves y persuasivas

Llenas de unción, de paz y de piedad: pasivas.

Que adormecen la duda :
Voces quietas y puras que cantan a María

Depositando en ella una confianza pía.
Y pasan las mujeres fervorosos
Unidos por los manos y las almas piadosas;
Y el canto, se adelgaza, se afina.
Va a morir a lo lejos.
Cuando surge más clara, más aguda.
Incierta todavía pero ya cristalina

La canción de los niños..
Los niños!... Almas nuevas e inocentes

¿Qué saben del dolor de la Vida.
De angustias, de destinos inclementes

Para cantar así la Esperanza futura?...
El canto es más delgado, más puro.
Parece que va a quebrarse de repente;
Y cuando ya sentimos como una

Vaga ansiedad de saberlo inseguro,
Cuando las notos claras se suspenden inciertas
Como irisadas pompas de jabón en el aire

Que ya cansadas de subir, descienden.
Un ritmo nuevo las levanta; ascienden
Más firmes, más serenas, más agudas, más finas.
Hasta que son ahogadas por voces masculinas.

 

Las voces de los hombres llenan todo el Espacio:

Son una ofrenda rica del oro y el topacio

De las almas llegadas a madurez completa;
Y es extraño espectáculo el de la fuerza humana

Que se arrodilla y ora ante una fuerza arcana.
El canto de los hombres con sus voces serenas

Turba mi alma con un contradictorio anhelo:
Es algo tan potente el sentimiento oscuro

Que levanta las almas hasta el cielo

En alas de ese canto vigoroso y puro

Que avasalla mi espíritu y anubla mis ideas.
Y siento que mi alma también emprende el vuelo.

Todo el dolor adormecido vibra
Dentro mi corazón, y retuerce su fibra:
La angustia doloroso de la Muerte.
La sed de perfección, de belleza, me eleva :
Siento que con sus notas ese salmo me lleva

A la región azul de la Pureza Eterna ...


Creer!... Creer!... La Fe me hipnotiza, me ciega.
Somos tan miserables. tan dolientes arcillas

Frente a la Inexorable misteriosa y fuerte ;
Somos tan poco cosa, tan míseras astillas

Del árbol misterioso de la Vida y la Muerte.
Que lenta, lentamente se doblan mis rodillas .. .
Ah! Qué poder supremo nos absorbe
Que grande, qué sublime debe ser el Dios vivo
Que así nos arrebata hasta su trono altivo! ..
Que majestad, que inmensa bondad debe ser Esa.

Qué Amor y que Justicia soberana.
Que Perfección divina.
Que toda nuestra humana

Razón así se inclina!...
Ver a Dios... un instante, nada más. un segundo.

Arrebatarse al mal. la miseria del mundo.
Creer! ... Creer!... con todas las fuerzas de la mente.

Fundirse, disolverse
En ese Dios magnánimo e inmenso del creyente! ..

Ser átomo y latido en Dios Omnipotente!...

 

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Una ansiedad atroz me seca la garganta ...
Quiero subir, en alas de esa Fe que canta.
Y esperar, esperar la Clemencia divina!...
La imagen de la Virgen avanza

Coronada de lirios y de azul Esperanza . ..

 

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Ah! la pueril, la pobre realización humana

De mi ardiente deseo, de mi fe sobrehumana! . .

Ah! el ídolo mezquino y torpe que me ofrece

A cambio de mi inmensa adoración la Iglesia!

Un dolor, una angustia, una amargura

De haber sido engañada por mi sed de creencia

Llenan mis ojos duros de lágrimas de rabia.
Es ten risible e ingenua en su apariencia sabia

Esa imagen que avanza coronada de lirios;
Hay tanta diferencia entre mí expectativa

Hecha con lo más noble de mi alma.
Con una Fe tan viva.
Con un ansia tan grande de adoración, de culto.
Y la muñeca informe, ridícula, desnuda

De Idealidad, de ensueño, y de grandeza muda.

Que miro, sorprendida y escéptica.
Aún toda dolorida por la traición divina

La torpe muchedumbre que entre salmos camina.


Mi alma ha quedado árida en su sed de Infinito.
Mal herida e incierta bajo el engaño impuro.
Las lágrimas de rabia se truecan en tristeza.
Y la miseria humana abate mi cabeza.
Creer!... Creer! ... ¡En qué! La ignorancia y el fraude

Me llenan de sorpresa, de dolor; y me siento

Tan sola,  tan infinitamente sola

En mi alma vacía de creencias sagradas

Que quisiera acostarme en la tierra
Y cerrar para siempre mis pupilas cansadas ...


Y lloro de abandono, de soledad, de pena;
Lloro todas mis lágrimas: hasta que más serena

Siento un amor doliente que me nace en el pecho;

Un amor de piedad y de dulzura humanas
Por nuestros pobres almas desterradas y vanas.
Un amor tembloroso como una llama

Que al soplo de la vida se estremece.
Un amor descreído, tímido, dolorido.
Por mi alma y el alma de todo el que es mi hermano

Arrojado del cielo a un Ideal humano.
Un amor vacilante, melancólico, nace

Del dolor de los otros, de mi dolor fenece;
Y débil todavía del choque recibido
Vuelvo a emprender el triste camino conocido.

poema de Luisa Luisi
del libro "Inquietud"

Montevideo, Cooperativa editorial "Pegaso" año 1922 

 

Editado por el editor de Letras Uruguay 

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