Ruben Loza Aguerrebere
por
Walter
Rela
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Hace años vive en
Montevideo, donde ejerce el periodismo. Colabora con La Prensa (Buenos
Aires) con obra de creación.
Obtuvo numerosos
premios literarios: Municipal (1973 y 1979), Ministerio de Cultura (1973,
1977, 1979, 1981).
Sus cuentos han
recibido juicios de relevantes firmas extranjeras como: Jorge Amado,
Ernesto Sábato, Héctor Bianciotti, Gudiño Kieffer, Antonio Requeni y
Jorge Luis Borges.
Su libro La Espera,
mereció una elogiosa nota crítica de Washington Benavides, que
reproducimos:
"Lo primero
que destacaríamos de este libro es la creación de un clima propio.
Aunque el tema dominante sea ciudadano (lo suburbano) y localizable en su
Minas natal, creemos que uno de los aciertos mayores de estos relatos
radica en la personal visión del narrador en su fina captación del
detalle realista, su observación precisa y tensa (léase Noche de lluvia)
de lo cotidiano. Porque acaso no nos hemos detenido a pensar lo suficiente
en qué significa eso de retratar con fidelidad un ambiente, es necesario
que recalquemos el valor de estos cuentos, donde Loza Aguerrebere, para
situarnos en el sitio justo, elige y describe, con una economía de datos
que es arte mayor, rostros y escenarios de la vida de provincia. En el prólogo
se señalan e insinúan modelos literarios (Espínola en Noche de lluvia);
pero vemos más encaminado a nuestro joven narrador hacia otras
tendencias; nos parece que su estilo despojado y su atmósfera especialísima
(en La Espera y en Noche de lluvia, por ejemplo) recuerdan los mejores
relatos de Ernest Hemingway (pienso en Los Asesinos), su habilísima forma
de encarar el tiempo de un relato y el monólogo del enano en Un hombre
muy triste con un enano, aproxima a Loza Aguerrebere a otro magistral
narrador de nuestro tiempo: Joáo Guimaraes Rosa.
Pero estos
probables modelos o compañeros de destino, no forman a este excelente
narrador minuano, ni tampoco el notorio peso que sobre el libro (y el
autor, ¡por supuesto!) se advierte, del cine, el cine como materia de
charla en la soledad intelectual de un pueblo del interior, el cine en la
magia de sus actores que pasan a condición de seres de leyenda, el cine
como solución narrativa.
Podríamos señalar
otra constante en los seis relatos (aparte de la que Visca advierte en el
prólogo sobre el secreto clave de sus personajes) y es la continua lluvia
que cae sobre los mismos, hasta parecerse a una buscada relación
climato-anímica. La lluvia para Loza Aguerrebere, ¿es el pasado y lo
perdido, es lo irrecuperable? Podría insinuar que en la poesía clásica
china, la lluvia es un símbolo de lo erótico, un delicado eufemismo
sensual, ¿Qué significa esa lluvia pesada o de chubasco llovizna o
aguacero que moja, aisla o revela a los personajes de este mundo minuano?
Algo más todavía sobre este pequeño y hermoso libro de relatos: con técnica
Balzaciana de personajes "vasos comunicantes" algunos seres de
estos cuentos reaparecen, recobrados para una realidad no de personajes de
papel, sino de carne y hueso, como ese "gordo ángel" de
imprevisto destino, que nos deja con ganas de seguir descubriéndolo, en
otros relatos o "días por vivir". Loza Aguerrebere viene a
nosotros, sus lectores, con segura mano. Ahí están esos seis parejos,
entrañables relatos de
La Espera.
(En: Marcha N°
1676, p. 30, Montevideo, 15 de noviembre de 1974).
Jorge Albistur
dedicó a su último libro
Pasado en
limpio,
el
siguiente comentario: "Comprender es una exigencia. Los
mayores esfuerzos literarios son, también, las mejores conquistas de Loza
Aguerrebere. Sale airoso en el complejo armado de
Pasado
en limpio,
cuento cuyo título, acertadamente, lo es también del
volumen y que se arma a partir de cuadros o escenas que aparecen como
instantáneas detenidas en el tiempo y no según la fluencia que podría
juzgarse connatural al arte de narrar. La fijación del recuerdo, que
consiste en detener para rescatar, está detrás de este procedimiento. El
otro relato totalmente logrado es Juego de cartas, donde la historia va
haciéndose coherente a partir de lo dicho y lo callado, que es decir de
sentimientos confesados y reprimidos.
Pero en éstos o en
cualquier otro cuento, el trabajo de Loza consiste en proyectar una
intensa luz sobre un mundo muy cotidiano, con "el horror de la
literatura" —como decía Rubén Darío— y toleradas o
inconscientes caídas en ella. Así, ocurre aquí "al revés de la
literatura (lo sé bien)", que hay explicación para todas las cosas,
como también puede aparecer de pronto "un sentimiento hondo entre
literario y verdadero".
Los cuentos de Loza
no se definen mal, probablemente, aceptando que —como él lo sugiere a
través de una pregunta— el escritor es un ser obligado a entender
constantemente todo lo que pasa. Pero como "lo que pasa" es algo
rigurosamente interior, y no es otra cosa sino lo que ya ha pasado, no
deberá decirse ya más que Loza Aguerrebere es uno de nuestros mejores
narradores jóvenes.
Pasado
en limpio
es —desde el punto de vista literario y como
expresión vital— un libro de la madurez".
(En: La Semana,
Montevideo, 5 al 11 de enero de 1985). Obras : (cuentos) La espera (1973, prólogo de Arturo S. Visca) , La casa del atardecer (1977), El hombre que robó a Borges (1977, prólogo de Eduardo Gudiño Kieffer) , Pasado en limpio (1984). |
por
Walter
Rela
Diccionario
de escritores uruguayos
Ediciones de la Plaza
Ver, además:
Ruben Loza Aguerrebere en Letras Uruguay
Walter
Rela
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