Carta Póstuma a Pablo Neruda
Soledad López

Hermano, pan de palabra y carne
Campanero de Isla Negra;
Tenía que decirte esto
Y me pregunto por qué
He tardado tanto.
Hermano Pablo Neftalí
Neruda Reyes:
Puedo escribir los versos
Más tristes, al igual que tú
Ahora que te has ido
Galopando las olas de tu mar
Mientras la lengua de metal
De tu campana, sigue sonando.
Es cierto, ya no eres
Pan de palabra y carne viva,
Tu voz quebróse entre los picos
De tu Chile claro
Y cavaste la tierra con tus uñas
Entre las negras rocas de tu isla.
Es cierto, ya no eres;
Pero tal vez aún seas
Aquel que anduvo de rodillas
Por el mundo, golpeando
Las campanas todas juntas.
Pálido buzo ciego, descubridor
Perdido, sombrío pájaro
De niebla y arrecifes
Espléndido juglar, hondero insomne
Entre rocas, espuma y el delirio.
Ah, tu palabra suave
Para el amor y la rosa
Pálido capitán de barcos amarrados
A los puertos oscuros de la nada.
Cuánto te habrá dolido ese silencio
Bajo la tierra. El viento
Aún arremolina hojas amarillas
Y pasan huyendo los pájaros;
Alguien golpea tu ventana
Solo el mar responde, ola a ola,
Solo el viento responde, ráfaga a ráfaga
Ni una estrella arde en el último crepúsculo
E inmóvil, la luna no hace girar sus aspas.
Estás ahí tendido, indiferente y solo
Tu boca de ceniza ya no canta
Pero se alza el badajo de metal
De tu campana, repicando
Rebelde entre la bruma
Con el acento fiel de tu palabra
No solo para decir del vino
Y su vendimia
No solo para decir del mar
Y acantilados
No solo para decir mujer
En ti mi canto
Mujer, en ti mi furia
Mi ternura de agua
Y el agónico espanto
Sino para cantar con voz de marinero
De pie sobre tu barco
La primera canción amanecida
La postrera congoja de tu llanto.
A lo lejos campanas solidarias
Repican la nostalgia de tu ausencia;
Pero ponte de pie, aún la noche
No se ha tendido sobre el universo
Y caen tus palabras como rocas
Sobre la indiferencia, y es tu verso
Aquella flecha disparada
Con la furia tenaz, insomne arquero
Apuntando a lo más alto, en ese vuelo
Luminoso y lírico. Campanero
Es hora que levantes la cabeza
La noche está estrellada, a lo lejos
Alguien canta
¿alguien canta, dije?
No, hermano Pablo Neftalí Neruda Reyes
Alguien va gritando tus versos. 

Soledad López

Del libro RIVERA, testimonio literario de fin de siglo. 1997

Ir a índice de América

Ir a índice de López, Soledad

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio