El barco
Soledad López

Era como una cáscara de nuez en el agua turbulenta, navegando a merced de los caprichos marinos. A veces cabalgaba triunfal sobre el dorso de una ola, para hundirse luego, humillado, en un infierno de espumosa sal.

Y sobre la proa, él, magnífico en su gallardía. Algo taciturno pero con el aire desafiante de quien domina los misterios.

Allá arriba, nubes oscuras ocultaban la luminosidad solar. 

Los maderos rechinaban, gimiendo entre la furia del oleaje. 

El hombre, indiferente a todo lo que no fuera su universo interior, aferrábase con una mano a la quilla. Empapada su capa y chorreante las botas, intentó con la mano libre extraer de su bolsillo una hoja. La desdobló como pudo y tras leer sus breves líneas, se la llevó a los labios murmurando: Isabel, Isabel.

Soledad López

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