Los boletines de AULI: misión cultural |
“Me interesa todo lo que tenga relación con Literatura Infantil y, , por eso recibo con mucho agrado los Boletines de AULI. Ellos llegan con su característica diagramación apretada, donde, por momentos parece no caber un artículo más , ni una foto, ni una noticia; pero en esa “apretura” radica el encanto. Los Boletines de AULI son generosos : cuentan , muestran, invitan, celebran, a la vez que cumplen una noble función: establecen puentes de unión entre países”.
Teresita Lira (escritora chilena). |
La literatura puede concebirse diversas maneras: como producto objetivado (dimensión experiencial), humano (dimensión psicológica) e histórico (sometido a leyes de evolución). En ese marco, todo objeto cultural-literario es histórico y constituye un acto o institución creado libremente por los hombres, con una determinada intención, y vinculados a unos valores. Sin embargo, no son solo los autores quienes intervienen, ni son exclusivamente ellos, quienes manifiestan intenciones a través de sus marcos valórico-éticos.
La comunicación literaria implica diferentes agentes a saber: 1- los productores de objetos de comunicación literaria (escritores, ilustradores), 2- los intermediarios de los objetos de comunicación literaria. Tales personas las juzgan como tales y las transmiten, las multiplican, las difunden, las comercializan. A los libros cabe aplicarles lo mismo que Marx dijo acerca de los obreros industriales: “Ellos son una mercancía como cualquier otro artículo comercial, por lo que se encuentran igualmente expuestos a todas las peripecias de la competencia, a todas las oscilaciones del mercado. 3- Los receptores de los objetos de la comunicación literaria . Personas que reciben esos objetos como literarios , a través de las instancias 1 y 2. 4- Los agentes de transformación de los objetos de comunicación literaria. Personas que de manera explícita, declaran como literarios los objetos de comunicación que reciben , por medio de sus propias producciones (escriben críticas, interpretan, traducen a otras lenguas, etc). Son agentes que regulan el mercado. La actitud visionaria de su redactora responsable, la Dra . Sylvia Puentes de Oyenard, ha permitido ubicar los Boletines de AULI en el marco de los agentes de transformación de los objetos de comunicación literaria, llenando un vacío en la formación de maestros: la ausencia en la currícula de la literatura de este género. De esa manera, los Boletines de AULI se convirtieron en una metonimia de la ausencia, pues, decir espacios de análisis de literatura infantil y juvenil en Uruguay es decir Boletines de AULI, la parte por el todo. Estos desarrollaron el rescate de una tradición, la de nuestra literatura.
Siempre que la literatura asume caracteres institucionales en una sociedad histórica, le acompaña irremediablemente cierta actividad crítica o teórica. Porque los hechos culturales deben ser comprendidos y explicados. En esencia, la función de juzgar se delega al crítico, como revela la etimología de la palabra. El crítico es sobretodo un mediador que tiene la tarea de orientar al público tanto con su juicio, como también con sus interpretaciones. Hace que el lector se familiarice con la obra, introduciéndolo en una lectura más consciente, guiada por puntos de referencia significativos, más allá del deleite.
Sin embargo, al decir de Geoffrey H. Hartman: “a pesar de que la crítica literaria es instructiva, igual que un espejo que nos vuelve más conscientes de nuestra apariencia, la crítica toma el pulso a las palabras más que a la nación; refracta de esta forma, conceptos culturales-políticos de pureza y renovación”.
La crítica no tiene sólo la finalidad de ofrecernos análisis e interpretaciones de los textos literarios, que nos servirán para leerlos mejor, cuando los leamos; el fin último es persuadirnos a leerlos, para que no se interrumpa la cadena del uso repetido. Porque la literatura es un producto conceptual, no existiría sin la labor crítica.
El proyecto crítico vive y se desarrolla en tanto hermenéutico, implica que el mensaje contenga un nivel , el de lo patente, y otro, el de lo “envuelto” en esa potencia o manifestación no accesible sino a una conciencia de segundo grado. La actividad crítica parte de una conciencia general y no tematizada, de lo escondido. El crítico como lector, se desdobla, tras haber realizado una experiencia completa, la de la lectura, examina esa experiencia. Es un lector diferente. Su actividad se sitúa en un lugar de metalectura, suspende la actividad de dejarse invadir por la lectura. Lee con el lápiz en la mano.
La interrogación reflexiva acerca de lo captado en la experiencia supone e introduce la dualidad texto/sentido, porque si aquél ha sido objeto de lectura, no es, al menos en su configuración inmediata, objeto de la conciencia de segundo grado. La conciencia de segundo grado se abre, no al texto, sino al acto total ejecutado en la lectura, incluyendo en su reflexión los dos momentos: texto- conciencia. Para ello, el crítico debe mantener la distancia de la emotividad como lector originario. Debe crear la distancia entre él y el texto. “Los críticos nunca tienen las última palabra. Su misión es complementar los hallazgos de la escritura literaria, ordenándolos en una tradición. La misma que habrá de servir de rasero para medir la obra futura. De ahí que Musil definiera la función de la crítica como una celos a custodia del nivel alcanzado. Algo que le impide autorizar la repetición de lo mismo – por mucho que complazca – si no es con un nuevo sentido.”
El crítico apela a la tradición y se sirve del lenguaje de la época, los dos elementos con los que el escritor de raza mantiene una relación polémica. Su labor es dar aprobación o no de un producto que se propone como literario. Tiene una función social de carácter orientativo para el interlocutor que se hace preguntas sobre lo que lee y por qué se cuestiona. La crítica propone un territorio donde las lecturas se hagan públicas, y es , ella en sí misma , un servicio público. Sin embargo, la industria editorial “destruye” la comunidad de lectores, al enfatizar la relación individual de autor-lector. . La crítica es un oficio de recepción , se dirige a una comunidad que recibe un producto , y por ello, cumple una función social. La de ordenación y categorización de la producción literaria. El crítico ayuda a crear una nueva perspectiva que las lecturas sean socializables. De esa manera, el acto de lectura resume con otros textos y con otros acontecimientos sociales. Entonces, el compromiso es con los lectores , no con los editores ni con los escritores.
Los Boletines de AULI han cumplido con esa misión social que explicitamos en párrafos anteriores. Han informado y difundido maneras de abordar críticamente textos nacionales y latinoamericanos, junto a estrategias de animación a la lectura, informaciones sobre publicaciones recientes y la existencia de instituciones a nivel internacional dedicadas a la literatura infantil y juvenil. A su vez, siempre fueron un espacio en el que la crítica y la escritura creativa se unían. A los comentarios críticos se asociaron cuentos y poemas, junto a ilustraciones. Contenían en sí ejemplos de literatura y de crítica literarias, generadas del curso de Experto en Literatura Infantil y Juvenil. Para quienes realizamos dicho Curso, los Boletines de AULI fueron una rica fuente de estudio y apertura a un mundo del que paradójicamente no nos abriera las puertas la currícula de Profesorado. Solo nos resta decir gracias a AULI y a Sylvia.
Los Boletines son una metonimia de crítica literaria en literatura infantil y juvenil uruguaya , porque no ha habido otro ámbito serio y profundo de análisis. Y esa ausencia nos propicia una pregunta, de la que estamos seguros se hará eco Sylvia: ¿Cuál es la intención ideológica implícita que genera la ausencia de la literatura infantil y juvenil en la currícula y los espacios de crítica en prensa escrita? ¿Será que se la considera una literatura menor? ¿Se infravalora todo aquello que no es susceptible de ser explicado desde el paradigma prioritario de lo clásico, por ejemplo? ¿Estaremos considerando que los libros para niños y jóvenes no permiten una lectura profunda, que produzca placer, reflexión y crítica? ¿La literatura infantil y juvenil por sus propios destinatarios no merece consideración de la “crítica seria”? Sinceramente, no encuentro respuestas a estas preguntas, pero creo que requieren de un debate. Como aporte al mismo, considero válido citar las palabras de Dámaso Alonso, a esta altura de la reflexión: “El hombre interpreta el mundo, se interpreta a sí mismo por medio del lenguaje, que le proporciona las primeras nociones inmediatas de su posición y su significación en el Universo. La experiencia vital las profundiza por reiteración y las amplía. Una segunda comprensión más profunda se gana por la literatura, por todos los tipos de literatura, desde los arrabales de ella hasta su núcleo”. Desde este planteo, considero la reivindicación, con el mayor rigor posible, de la autonomía de la literatura infantil y juvenil como dominio académico delimitado, por tener características propias. |
Prof. Dinorah López Soler
XXVII
Simposio internacional de literatura
Biblioteca Nacional (Montevideo)
7 al 12 de agosto del año 2006
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