Literatura infantil y juvenil uruguaya & crítica literaria
Prof. Dinorah López Soler (*)

Ponencia en: "Jornadas Rioplatenses de Reflexión y Análisis de la Literatura Infantil y Juvenil actual Roberto Bertolino" 

“El crítico es un estratega en el combate literario”

“Quien no pueda tomar partido, debe callar.”

La posteridad olvida o enaltece. Sólo el crítico juzga en presencia del autor”

 

WALTER BENJAMÍN “Dirección Única” (1926)  

I-  LA CRÍTICA EN EL CIRCUITO DE LA COMUNICACIÓN LITERARIA

 

La literatura puede concebirse diversas maneras: como producto objetivado (dimensión experiencial), humano (dimensión psicológica) e histórico (sometido a leyes de evolución). En ese marco, todo objeto cultural-literario es histórico y constituye un acto o institución creado libremente por los hombres, con una determinada intención, y vinculados a unos valores. Sin embargo, no son solo los autores quienes intervienen, ni son exclusivamente ellos, quienes manifiestan intenciones a través de sus marcos valórico-éticos.

 

La comunicación literaria implica diferentes agentes a saber:

1- los productores de objetos de comunicación literaria (escritores, ilustradores),

2- los intermediarios de los objetos de comunicación literaria. Tales personas las juzgan como tales y las transmiten, las multiplican, las difunden, las comercializan. A los libros cabe aplicarles lo mismo que Marx dijo acerca de los obreros industriales: “Ellos son una mercancía como cualquier otro artículo comercial, por lo que se encuentran igualmente expuestos a todas las peripecias de la competencia, a todas las oscilaciones del mercado.

3- Los receptores de los objetos de la comunicación literaria . Personas que reciben esos objetos como literarios , a través de las instancias 1 y 2.

4- Los agentes de transformación de los objetos de comunicación literaria. Personas que de manera explícita, declaran como literarios los objetos de comunicación que reciben , por medio de sus propias producciones (escriben críticas, interpretan, traducen a otras lenguas, etc). Son agentes que regulan el mercado.

 

Siempre que la literatura asume caracteres institucionales en una sociedad histórica, le acompaña irremediablemente cierta actividad crítica o teórica. Porque los hechos culturales deben ser comprendidos y explicados. En esencia, la función de juzgar se delega al crítico, como revela la etimología de la palabra. El crítico es sobretodo un mediador  que tiene la tarea de orientar al público tanto con su juicio, como también con sus interpretaciones. Hace que el lector se familiarice con la obra, introduciéndolo en una lectura más consciente, guiada por puntos de referencia significativos, más allá del deleite.

 

Sin embargo, al decir de Geoffrey H. Hartman: “a pesar de que la crítica literaria es instructiva, igual que un espejo que nos vuelve más conscientes de nuestra apariencia, la crítica toma el pulso a las palabras más que a la nación; refracta de esta forma, conceptos culturales-políticos de pureza y renovación”.

 

La crítica no tiene sólo la finalidad de ofrecernos análisis e interpretaciones de los textos literarios, que nos servirán para leerlos mejor, cuando los leamos; el in último es persuadirnos a leerlos, para que no se interrumpa la cadena del uso repetido. Porque la literatura es un producto conceptual, no existiría sin la labor crítica.

 

El proyecto crítico vive y se desarrolla en tanto hermenéutico, implica que el mensaje contenga un nivel , el de lo patente, y otro, el de lo “envuelto” en esa potencia o manifestación no accesible sino a una conciencia de segundo grado. La actividad crítica parte de una conciencia general y no tematizada, de lo escondido. El crítico como lector, se desdobla, tras haber realizado una experiencia completa, la de la lectura, examina esa experiencia.  Es un lector diferente. Su actividad se sitúa en un lugar de metalectura, suspende la actividad de dejarse invadir por la lectura. Lee con el lápiz en la mano.

 

La interrogación reflexiva acerca de lo captado en la experiencia supone e introduce la dualidad texto/sentido, porque si aquél ha sido objeto de lectura, no es, al menos en su configuración inmediata, objeto de la conciencia de segundo grado. La conciencia de segundo grado se abre, no al texto, sino al acto total ejecutado en la lectura, incluyendo en su reflexión los dos momentos: texto- conciencia. Para ello, el crítico debe mantener la distancia de la emotividad como lector originario. Debe crear la distancia entre él y el texto.

Según el crítico español Ignacio Echevarría, el lenguaje del creador y el del crítico son de naturaleza radicalmente distinta: intuitiva la del primero, analítica la del segundo. De lo que no hay que deducir una oposición sino una complementariedad.

“Los críticos nunca tienen las última palabra. Su misión es  complementar los hallazgos de la escritura literaria, ordenándolos en una tradición. La misma que habrá de servir de rasero para medir la obra futura. De ahí que Musil definiera la función de la crítica como una celos a custodia del nivel alcanzado. Algo que le impide autorizar la repetición de lo mismo – por mucho que complazca – si no es con un nuevo sentido.”

 

El crítico apela a la tradición y se sirve del lenguaje de la época, los dos elementos con los que el escritor de raza mantiene una relación polémica. Su labor es dar aprobación o no de un producto que se propone como literario. Tiene una función social de carácter orientativo para el interlocutor que se hace preguntas sobre lo que lee y por qué se cuestiona. La crítica propone un territorio donde las lecturas se hagan públicas, y es , ella en sí misma , un servicio público. Sin embargo, la industria editorial “destruye” la comunidad de lectores, al enfatizar la relación individual de autor-lector. . La crítica es un oficio de recepción , se dirige a una comunidad que recibe un producto , y por ello, cumple una función social. La de ordenación y categorización de la producción literaria. El crítico ayuda a crear una nueva perspectiva que las lecturas sean socializables. De esa manera, el acto de lectura resume con otros textos y con otros acontecimientos sociales. Entonces, el compromiso es con los lectores , no con los editores ni con los escritores.

 

El crítico es sólo significativo cuando acota un terreno en el que trabaja , manejando un conocimiento diestro y especializado del campo sobre el que actúa. De allí emanará su autoridad. A su vez, el conocimiento  del nivel alcanzado no es el único criterio para juzgar lo nuevo, se debe instaurar también un nuevo lenguaje crítico. La crítica es un oficio de recepción , se dirige a una comunidad que recibe un producto , y por ello, cumple una función social. La de ordenación y categorización de la producción literaria.“La crítica legítima tiene que adelantarse a las obras que ella critica: prácticamente tiene que inventar las obras que sea capaz de criticar . Y si es lo suficientemente productiva, a buen seguro habrá compositores que escriban tales obras”, decía Theodor W. Adorno.

 

II -URUGUAY: ESTADO DE SITUACIÓN ¿ O ESTADO DE EMERGENCIA?

 

Durante el mes de mayo del presente año, todos los invitados en el programa “Había una vez....” respondieron una pregunta que fue el leiv-motiv del mes: ¿Qué valor y función le otorga a la crítica literaria en relación a la literatura infantil y juvenil nacional actual? . En el caso de los visitantes extranjeros la interrogante fue referida a la literatura para niños y adolescentes a nivel general. A continuación se transcriben los tramos de entrevista referidos a dicho leiv-motiv:

 

Ignacio Martínez (Escritor)

 

“A la literatura infantil y juvenil uruguaya la veo muy bien, muy próspera, con muchísimas creaciones. Pero noto algunos aspectos en particular:

La crítica es poca, escasa y mala. Poca en el sentido de que no hay medios que conversen. Escasa en cuanto a que lo que sale siempre es muy breve y por lo general, mala porque no hace un estudio a fondo del público , de los temas, del lenguaje, de la comparación regional , de lo que pasa en el mundo , y sobre todo , del termómetro infalible que es conversar con los propios niños.

De manera que la crítica que se hace, tiene a  veces un sesgo demasiado marketinero , que no conduce a una profundización de lo que debemos hacer los escritores, que nos permita aprender de una crítica en serio, constructiva. Tendría que recorre las paginas que se dedicaron a Harry Potter en comparación con las páginas que se dedicaron a los diez o doce libros que salieron simultáneamente y vamos a ver que a veces, este señor de lentes muy redonditos y con un marketing multimillonario , nos gana por goleada. Y cuidado que tengo un profundo respeto por la autora, pero quiero pelear por el lugar nos merecemos.

 

A su vez, no hay una especialización de la crítica. De manera que de pronto una persona , larga la rodeo un tema u otro con un escasísimo margen de posibilidades de compartir. ...hay que observar también la cantidad de páginas que se le dedican a la literatura extranjera, en páginas como Brecha o El País Cultural u otros medios de difusión , que atienden la literatura, y comparar con la dedicada a la literatura nacional y particularmente la infantil , y veremos que las proporciones son diez a uno , por decir una cifra para graficar.

Por otro lado, nosotros mismos creadores , ilustradores, editores, no tenemos , no hemos sido capaces de crear un ámbito de reflexión colectiva que nos permita trabajar en estas cuestiones. A su vez, no compartiría iniciativas que no ponen sobre la mesa a todos los participantes.

Debiéramos abrir ámbitos de encuentro para conversar francamente sobre qué están necesitando los niños. ¿Cómo podemos contribuir desde la literatura infantil a los cambios que el país necesita, y al divertimento que el niño requiere? ¿Cuáles son los temas? ¿Qué hemos hecho bien? ¿Qué hemos hecho mal? Es un tema complejo pero vale el esfuerzo.

¿Por qué crees que no se dieron esos ámbitos?

 

No hemos comprendido con exactitud que aquí cabemos todos. Una cuestión de lugar, o de rivalidades, o de medidas comerciales, de ventas, que no están mal si se dieran en el marco de un trabajo más colectivo. No hay ninguna  asociación de escritores que nos permita conversar sobre estos temas. La Casa de los Escritores, que queda ahí en el Mercado , no ha incorporado el lugar de la literatura para niños (n no es un reproche a ellos porque hemos trabajado juntos para que la Casa saliera) simplemente digo que  son diferentes factores los que contribuyen a nuestra pobreza para las instancias de encuentro que nos permitan trabajar y eso nos ha distanciado un poco. Y me parece bueno que yo lo diga al aire, en las dos direcciones : como crítica y como autocrítica.

 

 

Malí Guzmán (Escritora, Presidenta de IBBY Sección Uruguay)

 

Ahí lamentablemente no puedo felicitar nada. En los medios escritos, que son más o menos los que avalan en  una sociedad lo bueno , lo malo y lo feo; allí solamente aparece o aparecemos , los que tienen la suerte estar en forma eventual , no en forma sistemática y regular. No hemos logrado que los buenos críticos que tiene el Uruguay se acerquen a la literatura infantil y juvenil , y tampoco se ha logrado que se estudie a nivel universitario para que salga la gente formada. Porque además la gente que está formada tiene cierto pudor , porque no tiene los elementos suficientes para incursionar en un campo que no conoce a fondo. Hay  gente muy seria de la crítica que realmente no quiere hacerla no porque la ignore, no porque la desprecie, sino porque no se siente capaz de abordarla. Pero no se está formando gente en la Universidad y , por lo tanto, todo el que sale, lo hace  un poquito a payar, o a formarse en diferentes medios fuera del país.

Esa es una carencia enorme , porque a los autores nos viene muy mal , porque nos exige poco. Nosotros no tenemos quién nos “de palo”. Cuando nos hacen un poquito de caso en realidad nos elogian la actitud de buena persona de preocuparnos por los niños, pero a nivel estrictamente literario nadie nos hace la crítica que merecemos, ni para bien ni para mal.

 

Alicia Guglielmo (Editora. Fin de Siglo)

 

La literatura infantil nacional es relativamente joven. No ha dado aún como para que exista un sector crítico especializado. Cosa que no ha sucedido en la literatura para adultos.

Tal vez también la situación es que la calidad de la gente que escribe para niños en el Uruguay es muy buena, y tal vez, no haya sido suficiente como para motivar a la crítica. Tal vez, si los libros escritos para niños hubieran sido de mala calidad, capaz que hubiera obligado a los críticos de literatura de adultos, por ejemplo, a especializarse un poco más para poder hablar con propiedad.  

 

Isabel Torres (Directora Área Pedagógica del Centro Cultural de España)

 

Creo que la crìtica en literatura infantil y juvenil es bàsica. Es fundamental, porque por mucho que las editoriales se esfuercen en sacar tìtulos, despuès tiene que haber una acriba en el cual , especialistas de diferentes voces, que estèn en contacto con los pùblicos den respuesta , como mediadores, de si estàn , efectivamente, esos tìtulos, respondiendo o no a una realidad.

 

Virginia Sandro (Editora Alfaguara Infantil, Santillana)

 

Me encantaría que hubiera más. Me gustaría que hubiera más gente en este país para que se sintieran hasta más libres de criticar. Yo creo que necesitamos espacios para la crítica de la literatura infantil y juvenil. Necesitamos más gente formada en el tema. Me encantaría que Magisterio tuviera en su currícula literatura infantil y juvenil. Al igual que el IPA y la Facultad. Porque a partir de ahí podemos pedir que se formen críticos. Si nosotros tenemos maestros que se reciben y que nunca en su vida, recibieron literatura infantil y juvenil, después cómo podemos pedirles que formen una biblioteca, que conozcan a los autores, en fin...Si nosotros tuviéramos una formación desde ahí, si en todos los ámbitos donde se estudia literatura se pudiera ver aunque fuera un Seminario de Literatura Infantil y Juvenil; algo que dijera: “señores, miren que aparte de toda esa gente importante que ustedes conocen, hay otros tan importantes “. Porque a veces, hasta me parece tonto el razonamiento , pero si tú no formas a los lectores desde chiquitos, el hábito es fundamental. Me encantaría que hubiera crítica y que me dijeran:”Virginia estás metiendo la pata.” Para poder discutir con otra gente sólida, con conocimientos, con mucha lectura, con conocimiento de la teoría.

 

¿Por qué dijiste al comienzo de tu planteo “capaz que sería bueno que fuéramos más para que los que critican se sintieran libres de hacerlo”?

 

Porque a veces siento que acá nos conocemos todos y entonces- pasa en todas las áreas, cine, música, literatura- “pero no , pobre fulano, no le vamos a cortar las alas, si tiene buenas intenciones”. Entonces, eso pasa. Es un tema de no poder decir lo que realmente piensas del producto, sos amigo de fulano , cómo le vas a decir tal cosa. No , pobre Virginia, con todo lo que trabaja, cómo le vamos a decir que se equivocó. Por eso digo, para que la gente no se sienta tan comprometida. Porque el tema aquí en el Uruguay es que nos tomamos todo a nivel personal.

 

Exacto, y pareciera que si hacemos un comentario de la obra estamos enjuiciando al autor.

 

O lo que sucede cuando se afirma : “el autor criticó tal cosa”. No, no es el autor, es el personaje el que está hablando y hay que saber distinguir. Y a veces la obra transmite pensamientos del escritor, pero no siempre es tal cual. Porque si no habría obras que no tendrían sentido...  

 

José “Pepe” Pelayo (escritor cubano nacionalizado chileno)

 

La buena crítica, la bien intencionada, es tan importante como cualquier otro elemento en toda la cadena literaria. Yo necesito que un buen crítico agarrara mi libro y me dijera: tiene que mejorar esto, esto no sirve, esto sí , qué bueno esto suyo. A mí me interesa mucho una buena y profunda crítica de una persona que sabe y que no tiene otro interés que analizar la obra. Eso te ayuda a mejorar muchísimo tu trabajo, así como el del editor . Y redunda en beneficio del lector, que es la finalidad completa ¿no?

III- NUESTRA POSICIÓN

 

¿Cuál es la intención ideológica implícita que genera la ausencia de la  literatura infantil y juvenil en la currícula y los espacios de crítica en prensa escrita? ¿Será que se la considera una literatura menor? ¿Se infravalora todo aquello que no es susceptible de ser explicado desde el paradigma prioritario de lo clásico, por ejemplo? ¿Estaremos considerando que los libros para niños y jóvenes no permiten una lectura profunda, que produzca placer, reflexión y crítica? ¿La literatura infantil y juvenil por sus propios destinatarios no merece consideración de la “crítica seria”? Sinceramente, no encuentro respuestas a estas preguntas, pero creo que requieren de un debate. Como aporte al mismo, considero válido citar las palabras de Dámaso Alonso, a esta altura de la reflexión: “El hombre interpreta el mundo, se interpreta a sí mismo por medio del lenguaje, que le proporciona las primeras nociones inmediatas de su posición y su significación en el Universo. La experiencia vital las profundiza por reiteración y las amplía. Una segunda comprensión más profunda se gana por la literatura, por todos los tipos de literatura, desde los arrabales de ella hasta su núcleo”. Desde este planteo, considero la reivindicación, con el mayor rigor posible, de la autonomía de la literatura infantil y juvenil como dominio académico delimitado, por tener características propias, y por ende , la necesidad de otorgárselo también en la prensa escrita.

 

El lado productivo y el receptivo de la experiencia estética entran en una relación dialéctica: la obra no es nada sin su efecto, pues supone la recepción. El juicio del público condiciona, a su vez, la producción de los autores. La pregunta sería: ¿el juicio del público infantil y juvenil, está en condiciones de condicionar la producción de los autores si no tiene espacios, en el centro educativo, por ejemplo,  para hablar sobre las obras que lee? Los padres o familiares del niño – lector pueden condicionar la producción si no reciben espacios de guía y reflexión sobre lo más adecuado según las edades, por ejemplo.

 

El debate es hoy más ineludible que nunca a causa  de la actual situación “inflacionista” del mercado editorial. La abrumadora producción  de títulos infantiles y juveniles y la no menos pletórica aparición de autores dedicados a escribir para ellos,  así como la naturaleza prolífica de su escritura. Durante estos nueve años del programa “Había una vez...” (1997-2006) he podido investigar y arribar a la cifra de 120 escritores contemporáneos uruguayos que producen literatura para niños y  jóvenes, y que han publicado obra entre 1990 y  2005. La recorrida atenta sobre textos infantiles actuales muestra a un numeroso circuito de productores que se han visto tentados por la aparente inocencia del destinatario y que se acomodaron en un lugar muy lejano al riguroso puesto profesional del artista. Ciertos productos de la industria cultural contemporánea incluidos en colecciones para niños utilizan el adjetivo infantil para encubrir la mentira social que acepta como literatura cualquier entretenimiento prefabricado en lugares comunes. Esta realidad exige la presencia de criterios rigurosos en la crítica y en la investigación literaria infantil y juvenil. Criterios que actúen metodológicamente, con la finalidad de clarificar el panorama general y el estudio de las situaciones concretas de cada texto, para deslindar bien los límites entre el lenguaje convencional y el lenguaje artístico utilizado; para analizar los valores estéticos y éticos que esas obras están brindándole a niños y adolescentes. Quizás, como no hay aún un espacio real instrumentado, nos movemos en el plano de lo posible, quizás si se pudiera hablar en el aula de lo que se escribe para niños y jóvenes  con los propios destinatarios, ese debate de ideas entre el alumno lector y su Maestro o su profesor de Literatura, se volvería un elemento de retroalimentación para el escritor. Y las cifras podrían cambiar, los estilos ajustarse, y ya no sería el escaparate de la librería el que determinara el auge de éste o aquél escritor, sino el análisis técnico y serio de su obra.

 

Una de las tareas del docente , así como del crítico , formados en el tema , será el desenmascaramiento del falso producto, en resguardo del Escritor (con mayúscula), y especialmente como homenaje al niño, al joven y a la literatura. Si los niños y adolescentes, tienen una guía crítica, y  un espacio en el centro educativo para opinar y analizar sobre la literatura destinada a ellos, entonces no aceptarán fácilmente lo “novedoso”,o  lo “profusamente ilustrado”, sino que podrán hacer un análisis estético comprometido. De la misma manera, los agentes primarios de educación (familia) podrán intervenir en la formación estética de niños y adolescentes si pueden recibir información y guía con respecto a la literatura generada en el país (temas, estilos, etc).

 

Es válido que en la librería como en la biblioteca se albergue todo, aún lo que no merecería ser publicado. Pero esto no significa negarse a analizar con fundamentos técnicos y expresar con claridad, desde un marco propio de la teoría literaria, cuál es la situación real de la producción de libros para niños y adolescentes en el Uruguay. Porque si en la búsqueda del pacto con el niño o adolescente se deja de lado el trabajo comprometido de un artista, ya no hay literatura.

 

Este diferente enfoque requiere que miremos la literatura para niños y jóvenes “con el ojo de mirar literatura”, como afirma la escritora argentina Lidia Blanco. El adjetivo infantil  se redimensiona ideológicamente y la literatura que se considera adecuada o no para el lector infantil se libera de presiones moralizantes y pedagógicas para avanzar con más comodidad en carriles comunes con la literatura para adultos. Se trata de construir una  representación simbólica de la realidad que no eluda las fisuras del acontecer histórico ni el pacto ficcional imprescindible de la obra literaria. Si fortalecemos los criterios críticos del lector niño  o adolescente, indirectamente estamos contribuyendo al desarrollo del escritor para dicho público. De esa manera, creceríamos en un espacio.

                       

IV- EPÍLOGO

 

En el mes de abril del presente año  se formó la Academia Uruguaya de Literatura Infantil y Juvenil. Su existencia y nuestra presencia en ella sólo tendrán sentido si se lleva adelante un  análisis crítico profundo de la literatura del pasado , para conocer la tradición y el nivel alcanzado;  pero fundamentalmente, de la literatura del presente para contribuir al lector de hoy, a la comunidad en la que se inscriben los productores de objetos de comunicación literaria. El análisis de todos y de cada uno de esos productores. En tal sentido y por el logro de tales objetivos, aceptamos la invitación a ser miembros de dicha  Academia.

 

V- BIBLIOGRAFÍA

 

BALLESTERO, Manuel - “Crítica y marginales. Compromiso y trascendencia del símbolo literario” Barral

Editores 1974

BLOCK de BEHAR, Lisa- (Coordinación) “Términos de comparación. Los estudios literarios entre historias y

teorías” Academia Nacional de Letras 1989

BRIOSCHI F. y C. DI GIROLAMO- “Introducción al estudio de la literatura” Editorial Ariel. 2000

ECHEVERRÍA, Ignacio- “El suplicio de las moscas”

HAMM, Peter- “Crítica de la crítica”- Barral Editores 1971

MAYORAL, José Antonio- (Compilador) “Pragmática de la comunicación literaria” Arco/Libros 1999

Prof. Dinorah López Soler 

Prof. de Literatura . Experta en Literatura Infantil y Juvenil.

Directora y Conductora del programa “Había una vez...”

(CX 26 Radio Uruguay 1050 AM SODRE

Sábados de 19 a 20 horas.

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