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La búsqueda por Phineas P. Gage y su significado en la neuro­ciencia moderna…

Dr. Félix E. F. Larocca

Never believe anything until it has been officially denied”. Claud Cockburn (1904 - 1981)

Durante los primeros meses de mi entrenamiento psiquiátrico, Sor Leo, enfermera especializada del Seton Psychiatric Institute en Baltimore, me introdujo a un paciente crónico quien había tenido la experiencia de una “lo­botomía fortuita” --- Esta circunstancia, sería tan inoportuna, como desventurada, porque en su caso, la “operación” tuvo lugar, cuando el paciente se disparó el tiro fallido con el cual intentara suicidarse.

Mr. George

Una hendedura residual de considerable tamaño en la frente, situada encima del puente de la nariz, delataba para todos lo que este enfermo había logrado hacer a sí mismo.   Mr. George, era su nombre. Individuo apartado, seco y sin afecto. Quien en su sentido de humor muy extraño; solía decir a todo quien lo escuchara: “tengo un hoyo en la cabeza”, pidiendo que uno tocara su cerebro bajo la piel deprimida --- impresión desagradable --- lo que para mí, por lo menos, lo sería.

La segunda persona a quien conociera, con parte de los lóbulos frontales removidos, fue Cristie, paciente en Chestnut Lodge . Joven adolescente quien me fuera introducida brevemente por mi mentor de entonces, el prominente psiquiatra el doctor Nicolás Cámara-Peón.  

                                                     

El doctor Cámara-Peón lamentaba la transformación dramática de la personalidad de Cristie, quien se tornó, después de la operación, de persona vivaz en un zombi carente de emociones.

Cristie había sido sometida a esta cirugía, a los quince años, para eliminar su tendencia a los actos de autodestrucción más espeluznantes que ella meticulosamente concebía. Como resultado, su cuerpo estaba cubierto de cicatrices de las quemaduras y de los cortes auto infligidos.

                                         

El tercero de mis encuentros fue con Christina, a quien conociera años más tarde en el Wohl Hospital, de Saint Louis University . Esta joven mujer, de sólo veinte años de edad, terminó siendo referida a Londres para someterla al mismo procedimiento quirúrgico, por razones idénticas a las de Cristie --- ya que nadie osaba operarla en Saint Louis por razones médico-legales.

Volveremos más adelante a estos pacientes y a una reseña breve del famoso Centro de la Psiquiatría Norteamericana, Chestnut Lodge .

Phineas P. Gage

La cuarta vez, fue cuando leyera un artículo por Hanna Damasio y sus cole­gas, publicado en Science en 1994, acerca de un capataz ferrocarrilero de Vermont, Phineas P. Gage --- de este artículo hice una reseña adaptada, ya publicada en varios lugares: en monografías.com , en psikis.cl y en el portal­delasalud.com entre otros, como parte de una serie de artículos acerca de la neurociencia en el tratamiento psiquiátrico moderno.

Todas estas personas, Gage incluido, sostuvieron injurias a la parte frontal de sus cerebros. Asunto que nos ocupa en este artículo.

                                     

La lobotomía, la psicocirugía y su origen

El cráneo, aunque no siempre bien entendido, ha sido el órgano del mayor interés para nuestros semejantes desde tiempos inéditos.

Trepanaciones craneales, han constituido parte de la crónica de la medicina antigua desde la época del pleistoceno.

Como técnica, esta intervención ha sido lo suficientemente descrita en tratados tradicionales de la historia del ser humano. Como cirugía, es el más antiguo de todos los métodos conocidos al ser humano.

Las lobotomías y su derivación de las trepanaciones

En esta lección lo que nos proponemos hacer es completar una revisión concisa de la evolución de las psicocirugías como parte de nuestra herencia de curanderos, hechiceros, brujos, charlatanes y médicos; y de su relación a la psiquiatría.

Datos históricos

Cráneos de homínidos trepanados, de más de 40,000 años de edad, se conservan en museos de la ciencia. La mayoría de ellos muestran hoyos de barrena de más de 2 pulgadas de diámetro --- lo que indica que los procedimientos estaban perfeccionados por quienes los hacían.

El Nuevo Mundo y las trepanaciones

En nuestro continente, los incas ya hacían perforaciones craneales 2,000 años antes del principio de la era cristiana. Las indicaciones para entonces hacerlas, se estima que fueran para aliviar las migrañas, permitir el escape de espíritus y para la cura de las convulsiones de la epilepsia.

La documentación más antigua de una trepanación, proviene de Hipócrates quien la describiera en el 400 AC.

                          

                     Cráneo trepanado 3500 AC. Este paciente sobrevivió el procedimiento.

De la mayor importancia es que estas técnicas quirúrgicas se limitaban a la perforación del cráneo óseo sin que se tocara la sustancia cerebral. De todas maneras, los historiadores de la medicina estiman que un 40% de estos sujetos así tratados morían como consecuencia de complicaciones sépticas.

Lo viejo va y vuelve…

Desde los años sesentas del siglo pasado, especialmente en Europa, la trepanación craneana en manos de para-profesionales o personas sin conoci­mientos médicos ha sido revivida aunque de modo controversial. Esta práctica, en todas sus formas, permanece prohibida en los Estados Unidos y en muchos otros países.

La lobotomía y la psicocirugía

Viviendo hoy en la época de oro de la neurociencia y, con una proliferación de libros que detallan las historias íntimas de tantas personas que se consi­deran a sí mismas, víctimas “brutalizadas” por esta operación y por quienes en ellos operaran. He decidido escribir esta lección con la asistencia del Profesor Malcolm Macmillan de Deakin University en Australia --- quien, con sus colegas, ha avanzado enormemente, nuestros conocimientos acerca del caso de Phineas P. Gage --- el cráneo más egregio que, en toda la historia, haya existido.

Breve cronología de la psicocirugía moderna

1890: El científico alemán Friederich Golz conduce experimentos removiendo los lóbulos temporales de perros, reportando como resultado, un efecto calmante en estos animales.

1892: Gottlieb Burkhardt, médico suizo, lleva a cabo la misma operación de Golz en seis de sus pacientes esquizofrénicos. Cuatro mejoraron, y dos mueren por razones desconocidas.

                         

                                                            Lobotomía

1936: El neuropsiquiatra portugués António Egas Moniz desarrolla la técnica de la leucotomía para pacientes psiquiátricos. Aconsejando su uso como último recurso y sólo en casos desesperados.

1945: El cirujano americano Walter Freeman inventa la “técnica del punzón de hielo”. Ésta, como “ventaja”, se lleva a cabo con el paciente despierto. Sólo toma minutos y consiste en introducir un estilete a través del punto más delgado de la órbita ocular, manipulándolo para causar daño intencional a los lóbulos pre-frontales.

1946: La primera lobotomía en Inglaterra. Se conduce en el Hospital Mary­field en Dundee. Este procedimiento se arraiga en el Reino Unido y en los Estados Unidos permaneciendo en uso común por treinta años después.

1954: La droga anti-psicótica, Largactil o cloropromazina, se introduce para el tratamiento de la esquizofrenia, lo que eclipsa la lobotomía y causa que ésta entre en desuso.

1960-70: Las psicocirugías vienen bajo el escrutinio de un grupo de sociólo­gos que la consideran un arma para la “psico-civilización” de las sociedades humanas. De inmediato, éstas fueron prohibidas en Alemania, Japón y la Unión Soviética.

Todavía, la operación se permite, en casos extremos, en el Reino Unido, Finlandia, India, Suecia, Bélgica y España.

No se permite en los Estados Unidos.

                                     

            La histórica “lobotomía” de P. P. Gage. Reproducida con atribución del NEJM

Psicocirugía

Esencialmente consiste en la destrucción o desconexión quirúrgica de áreas del cerebro para tratar trastornos de la personalidad, trastornos del com­porta­miento y algunas enfermedades mentales.

Las técnicas modernas seccionan tractos neurales que viajan entre el sis­tema límbico --- que es responsable por la regulación de nuestras emociones --- y la corteza frontal, donde residen nuestros procesos racionales.

Técnica

La lobotomía y la psicocirugía llegaron a su clímax, entre los años 1946 y 1949, al fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando se estimaba que --- solamente en los Estados Unidos --- se efectuaban entre 500 y 5000 procedimientos anuales.

Entonces se conocía, con el nombre de la lobotomía transorbital, prefrontal.

Los instrumentos preferidos para hacerla eran bisturíes, electrodos, aparatos de succión, o punzones de hielo.

El propósito, repetimos, era destruir o remover áreas funcionales del encéfalo .

¡Precio muy grande para sus víctimas pagar!

La mayor justificación para hacerla fue, descargar tantos pacientes como fuera posible de los hospitales mentales --- atestados de enfermos y carentes de personal competente.

Hoy la técnica se ha refinado con la aplicación de procesos adaptados de la resonancia magnética, al uso de los láseres y de las computadoras.

Origen del término

Griego: lobos , del cerebro y tomos , corte o rebanar.

Lobotomías y el Premio Nobel --- la historia continúa

La entrada de Egas Moniz y Walter Freeman en el campo de la psicocirugía.

La lobotomía humana, como tratamiento, tuvo su origen con los trabajos de António Egas Moniz. Neurólogo distinguido de origen portugués quien la estableciera en el año 1936. Su método consistió en hacer hoyos en la ca­beza de sus pacientes y en la destrucción subsecuente, por medio de inyecciones de alcohol, del tejido cerebral.

Trece años después de haberla propugnado, en 1949, Moniz recibió el Premio Nobel en Medicina por su contribución. Varios psiquiatras británicos y norteamericanos desarrollaron y avanzaron la técnica original de Moniz. Entre los más destacados, se encuentran Eric Cunningham Dax, Walter Freeman y James W. Watts.

La lobotomía se hizo famosa con Moniz, por introducirla --- e infame por la manera con que Walter Freeman la industrializara. Este último haciendo uso de la misma en pacientes que simplemente sufrieran de síntomas leves, in­sistiendo, cuando operara a miles de personas, que algún día esta cirugía sería tan común como el chequeo dental. Sus historiadores aducen que a Freeman lo movieron tanto la fama oportunista como la ambición pecuniaria.

¿Qué motivaría a Moniz?

Egas Moniz se destacó como neurólogo mucho antes de recibir el Premio Nobel.

Sus contribuciones, como pionero de la angiografía cerebral le ganaron distinción, pero no el premio codiciado que en Estocolmo se otorga --- a menudo, de manera caprichosa. (Véanse mis ponencia al respecto).

Moniz, dicen sus biógrafos, anhelaba, más que nada en su vida, que se le honrara con el galardón de Nobel.

Se comenta, que en una ocasión Moniz escuchó, en Londres, la presentación de unos neurólogos norteamericanos que habían operado en el cerebro de monos. Basado en los experimentos que se publicaron en América acerca de los efectos de la lobotomía en simios. Moniz se lanzó de manera implacable a conducirla en humanos.

Su primera paciente fue una prostituta de Lisboa, quien después de la operación ni sabía quién fuera ni podía recordar, aun su propia edad. Con ello la retornaron al asilo donde muriera anónima.

Moniz continuó operando, con persistente energías; aún después de ganar el Premio Nobel, cuando la operación, a la sazón, se hizo famosa y, a la vez, popular.

Otros cirujanos no esperaron más, para alzar vuelo con las alas de Ícaro que Moniz les proveyó…

Walter Freeman, el implacable auto-promovedor norteamericano e inventor del “método del punzón”, comenzó un circo quirúrgico, operando frente a audiencias arrobadas. Mientras, que a todos dijera, que sus técnicas eran más fascinantes que la voz de Frank Sinatra.

Chacun à son goût

La magnitud de esta cirugía, en números solamente, se considera enorme: 50,000 personas en los Estados unidos, 17,000 en Inglaterra y en los países escandinavos combinados, aproximadamente 9,300 --- ¡76,300 personas en total!

 

                                          

                                               Lena Zavaroni (1963-1999)

Casos famosos:

·   Rosemary Kennedy, hermana del presidente J. F. Kennedy. Operada bajo la presión de su padre dictatorial. Nunca obtuvo resultado posi­tivo. Quedando inválida física y emocionalmente, residente de un asilo, donde viviría como “vegetal humano” hasta su muerte. Walter Freeman fue su cirujano.

· Lena Zavaroni, actriz, cuya indicación para el procedimiento fue que sufría de la anorexia nervosa. Muriendo poco después de la operación.

· Howard Dully quien fuera intervenido a la edad de 13 años a petición de su madrastra quien no podía “tolerarlo”. Hoy a la edad de 56 años ha escrito un libro acerca de su experiencia y de los efectos que ésta operación tuvo en su vida.

Muchos casos abundan entre los que se encuentran quienes han sido opera­dos por sufrir del TOC, y que han muerto como resultado directo de esta técnica quirúrgica.

La historia de Howard Dully se repite en un libro conmovedor que merita ser leído, para mejor entender lo que muchas víctimas de la psicocirugía padecen. Su cirujano fue Walter Freeman.

Dr. Walter Freeman

Neurólogo graduado de la Universidad de Yale. Confiando en su destreza y alentado por su narcisismo, Freeman desarrolló la técnica del punzón lo que le permitía hacer lobotomías seriales, bajo anestesia local, en su oficina, y en menos de 10 minutos.

Su historiador, Jack El-Hai, en la biografía que de él escribiera, asevera que a medida que la fama de Freeman acrecentara, así mismo creció el entu­siasmo atolondrado del galeno, haciendo de la operación un espectáculo abierto al público.

Freeman, mascaba chicle mientras operaba, rehusaba el uso de guantes y no creía en la esterilización aséptica.

A pesar de un 14% de mortalidad entre sus pacientes, Freeman condujo 3,439 lobotomías en su vida profesional.

El destino de muchos de los que sobrevivieron las operaciones que Freeman hiciera, no fue muy agradable, ya que el procedimiento era infundado y sin bases científicas para su ejecución técnica.

Lo que más hoy angustia a Dully, es que ha vivido una existencia donde to­das emociones básicas están ausentes, aunque tiene esposa e hijos.

El resto de la historia de Freeman está colmada de tragedias y de controver­sias que no pueden formar parte extensiva de esta ponencia.

Tuvo tres hijos: Uno murió accidentalmente en su presencia cuando el niño sólo cumpliera once años. Otros dos sobreviven, uno es un exitoso psiquia­tra en California, el otro es profesor emérito de neurobiología de la Univer­sidad de California.

Debido a su fama y a su infamia, la lobotomía misma ha entrado en nuestra cultura motivando libros, películas y otras actividades teatrales donde se enfatizan comportamientos bizarros, como causa o como resultado de la misma.

¿Dónde está la lobotomía de hoy?

La lobotomía ha comenzado a hacerse de nuevo, y muchos se preguntan para qué fines.

“La solución final”

Muchos dicen que las compañías de seguros médicos favorecen el retorno de esta cirugía para la eliminación total de toda enfermedad mental: No lóbulos frontales = paciente inerme = no más pagos por los seguros médicos.

Otros la comparan con los electrochoques --- lo que es erróneo --- ya, que con los últimos, la lobotomía, no posee ni semejanza remota.

La importancia histórica del accidente de Gage

Gage, como hemos reportado, sufrió una desventura que, como resultado, le destruyó porciones de sus lóbulos pre-frontales.

Pero, este hombre, pudo sobrevivir sus lesiones, en 1848, gracias a los cui­dados meticulosos del joven médico, Dr. John Martyn Harlow y de la resi­liencia natural del tejido cerebral.

Luego de su recuperación física, Gage se convertiría en un vagabundo que exhibía su lesión y la varilla metálica que la produjera, por dinero.

Por unos siete años nuestro protagonista vivió en Chile donde se supone que condujera un coche del tipo Concord entre Santiago y el puerto de Val­paraíso.

                               

Este ejemplar de carricoche tiene un complemento de entre cuatro y seis caballos, lo que requiere que la coordinación y destrezas del postillón fueran excelentes.

Viviendo en Chile, se supone que Gage debió de aprender algo del español, lo que nadie ha sido capaz de documentar con certeza.   

Lo que sabemos, con certidumbre, acerca de Gage, es que poco tiempo des­pués de la destrucción de partes de su cerebro, su personalidad cambió de manera muy dramática.

Fenómeno, éste último, que hemos documentado en los pacientes que hemos conocido y que, mencionáramos al comienzo de esta lección.

Chestnut Lodge

Chestnut Lodge Hospital cerró sus puertas de modo permanente hace muy pocos años. Aunque, en el pasado, luminarias de la psiquiatría norteameri­cana figuraron en la lista de profesionales distinguidos con quienes esta institución se asociaba. Hoy se lo considera una mancha silenciosa en la historia de la psiquiatría de los Estados Unidos.

Para detalles acerca de la historia fascinante de esta institución donde se dice que la CIA operaba, donde se practicara la lobotomía y donde se apli­cara el uso del éter del hexaflurodietil o indoklón , suministramos una direc­ción electrónica http://carantics.com/chestnutlodge/

Comparación de la terapia electro-convulsiva y la lobotomía

La terapia electro-convulsiva, o electrochoque

Este procedimiento es producto de una tecnología controlada y científica. No necesita que se remuevan porciones funcionales del encéfalo. Produce trastornos pasajeros de la memoria que se revierten sin secuelas. Demues­tra resultados dramáticos en las depresiones, especialmente, en las de las eta­pas involutivas de la vida y tiene un récord como terapia efectiva muy bien es­tablecido.

Esta terapia tuvo sus orígenes con los trabajos del húngaro Ladislas Me­duna, avanzados por los esfuerzos de los italianos Ugo Cerletti y Lucio Bini en 1937 y llevados a su última fruición científica por Max Fink en Washington University.

Yo fui uno de los residentes afortunados de escuchar a Max Fink, cuando estaba en Washington University , en el año 1963, cuando éste mantuvo una visión idealista y científica de las terapias somáti­cas, a pesar de ser un psicoanalista.

La lobotomía, carece de todas las ventajas asociadas a la terapia por elec­trochoque y produce, en un número considerable de los casos, cambios permanentes, negativos, en la personalidad del individuo.

En resumen

En esta parte de este estudio reiteramos la razón primordial que lo moti­vara.

Gage, ¿se recuperó lo suficiente para aprender otro idioma y para vivir una vida de independencia relativa?

El tejido cerebral ¿recupera sus funciones por asociación?

Cuando Gage fue dado de alta por sus médicos en Cavendish, luego de su rehabilitación tan dramática como sorprendente --- su personalidad, de an­tes la de una persona afable y responsable --- se transformó en la de un trabajador descuidado, con modales crudos y de comportamientos poco convencionales.

Muchos investigadores atribuyeron estas conductas por su parte, a falta de inhibiciones, resultados de los daños que la varilla metálica produjera a su corteza frontal.

De modo famoso, se repite la observación de quienes lo conocieran antes del accidente y que lo vieran después del mismo: “Gage ya no es Gage…”

Luego del incidente, sus actividades, para ganarse la vida, se confinaron a las siguientes actividades:

·          Viajes por toda la región de Nueva Inglaterra exhibiendo su cráneo de­forme y el vástago que causara la lesión que sufriera.

·          Luego, a hacer lo mismo, pero en mayor escala, cuando se asociara con el Museo de Barnum en NY.

·          Después, laboró brevemente en un establo en Hanover.

·          Cuarto, trabaja como cochero en Chile y,

·          Finalmente se emplea en una granja en California hasta su muerte.

Gage en Chile

La razón para que Gage viajara a Chile fue consecuencia de la Fiebre de Oro en California. Nuestro interés, desde el punto de vista de la neurociencia, ha sido: ¿Cómo fue que este hombre, impedido por una herida tan debilitante, se muda a un país extranjero --- cuyo idioma desconoce --- y se las maneja por seis ó siete años sin problemas reportados?

Una descripción de las rutas por las cuales debían de viajar los coches que Gage manejara, demandaban una coordinación refinada entre los movi­mientos de ojos y manos --- sin mencionar que, durante la jornada, debió de hablar español con quienes se encontrara.

¡Lo hizo por siete años! ¿O no?

Esta pregunta se la hice a numerosos colegas y, descubrí que hay muchos que, laborando en el campo de la neurociencia, confiesan no saber bien quién Gage fuera, ni su significación histórica.

La realidad es que existen pruebas científicas de la posibilidad de que Gage haya podido manejar las diligencias y de aprender español.

Valeria Blasi y Maurizio Corvetta han demostrado recientemente, que fun­ción motora y la capacidad verbal se recuperan, por asociación fisiológica en el cerebro, en algunos pa­cientes, por ellos estudiados, que han sufrido daño cerebro-vascular de la mayor severidad.

Es muy posible, que esto sucediera con Gage.

Gage muere

Lo que, finalmente, causara la muerte de Gage, fueron las convulsiones in­controlables de las que sufriría por falta de medicaciones adecuadas, y las que a la vez, pudieron aumentar su angustia emocional e incrementar la disfunción de su cerebro.

Gage: ¿Hablaba o no el español?

¿Por qué nadie se había hecho esa pregunta crucial, cuando exploraba el caso que aquí nos ocupa? La razón convincente para contestarla, nos la ofrece con sobriedad un colega de Iowa City: “Es porque los americanos creemos que todos en el mundo hablan el inglés”.

El cerebro más notorio del mundo, mantiene su silencio: el que --- si quebrarlo pudiera, para compartir, con nosotros, sus tristes secretos --- posiblemente lo haría en inglés y en español --- para el regocijo de Santiago Ramón y Cajal.

Reproches

Lo sentimos, Sr. Carlos B. Camacho, pero sus comentarios acerca del caso de Gage, están fuera de la diana, como nos reitera el Profesor Malcolm Mac­millan, en la frase que extraigo de su correspondencia a mí dirigida, acerca de lo que usted propuso:

“Camacho, está simple y completamente equivocado”. Lo que nos hace pen­sar en mi artículo donde hago mención del encanto de hablar, como si quien lo hace, supiese algo acerca de las neurociencias.

Finalmente, y como curiosidad risible, existe un portal en el Internet lla­mado, The Phineas Gage Fan Club ( http://phineasgage.wordpress.com/ ) donde el administrador del blog admite con franqueza, y en respuesta a mi pregunta acerca de la habilidad de P.P. Gage de hablar el idioma español: “Yo no sé ni quién Gage fuera. Uso su nombre porque me gusta cómo suena…”

De esta manera, concluimos otro capítulo en la historia interminable de Phi­neas P. Gage. El cerebro más celebrado en la ciencia.

Bibliografía

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Skolnick, W: The seductive allure of neuroscience explanations (in press): J. OF COGNIT. NEUROSC.).

Reconocimientos:

Al Profesor Malcolm Macmillan

Co-editor, Journal of the History of the Neurosciences
Department of Psychology
University of Melbourne
Victoria 3010 Australia

Cuyo entusiasmo y energía nunca fueron escatimados para avanzar este proyecto.

A miembros del cuerpo diplomático y consular del hermano país de Chile acreditado en nuestro país y de la embajada dominicana en Santiago, por hacer todo, cuanto para asistir, pudieran…

A los tantos colegas en las diversas universidades en Inglaterra, Australia y los Estados unidos a quienes contactara para formular mi pregunta original.

Y a mi esposa de casi cincuenta años felices, Meg, quien habiendo aprendido el español luego de casarse conmigo, me interpeló de la siguiente manera: “Si Gage vivió en Chile. Sus daños al cerebro, ¿no le impidieron aprender el idioma?”

NO

Dr. Félix E. F. Larocca

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