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La Anorexia Nervosa: 

Tautología y Neurociencia aplicadas, el futuro de una Ilusión…

Dr. Félix E. F. Larocca

De acuerdo a los antropólogos y de acuerdo a los libros sagrados, muy a menudo, ser mujer es carga muy penosa, gravamen que los hombres establecieran.

 

He aquí la historia de una mujer que, quizás, por ser mujer, ayunó hasta su muerte.

 

A todos presento a Santa Catarina de Siena (1347-1380), quien en vida, fue reverenciada por toda Europa por sus puras y extraordinarias conductas.

 

Habiendo, de niña, experimentado una visión de Jesús y sus santos, Caterina, ofreció a Dios su palabra de vivir una vida de castidad y pureza, en honor a Jesús y María.

 

                                         

                                       Catarina de Siena por Andrea Vanni

 

Desde muy joven esta devota y pía mujer, usó los cilicios y la flagelación para reparar las impurezas de la carne.

 

Ya una adolescente, comenzó una vida de penitente austera muy en serio. Sólo consumía poco pan, vegetales crudos y agua. Vestía ropas desharrapadas, se azotaba con una cadena de hierro tres veces al día, por 90 minutos cada vez. Lo que hiciera, por los pecados de los vivos, por los de los muertos y por los propios. En medio de estos sacrificios, se creía que sólo durmiera quince minutos al día.

 

Observando este régimen perdió más de la mitad de su peso, y cuando la llevaron a una spa para aliviar su visible tormento. Se sumergió en las aguas más cálidas, quemando su cuerpo.

 

En otra visión, Cristo mismo le apareció, y cuando el mesías le comandara que saliera al mundo a hacer el bien. Ella respondió, de inmediato, eliminando el pan de su dieta, comenzando, a asistir a los enfermos, haciendo como la hubieran conminado.

 

En otra oportunidad, para conquistar su revulsión del pus de una paciente con cáncer, bebió de su secreción. Decidiendo después, vivir sin comer. Más adelante, y cerca de su muerte, a la edad misma del Salvador, treinta y tres años, rehusó toda el agua, muriendo mientras exhalara el aroma de la santidad.

 

¡Proeza excepcional!

 

Hoy es santa patrona de Italia entre otros santos.

 

En su libro Holy Anorexia, el historiador Rudolph Bell, nos demuestra que la anoréxica de hoy y la de la beata de antaño, que ayunaba en aras de la purificación, comparten muchos rasgos comunes.

 

Entre éstos, son los de su lucha por la liberación del yugo de familias patriarcales y el de soslayar las demandas de una sociedad que oprime a la mujer simplemente, por ser mujer.

 

Usando datos autobiográficos, durante sus santificaciones individuales, testimonios de confesores y cartas autobiográficas, Bell examina las vidas de más de 250 mujeres italianas, desde el siglo XIII hasta el XX. Sus hallazgos, especialmente entre las reformadoras y místicas de la Iglesia, son consistentes con el diagnóstico de la anorexia nervosa, citando en especial a Caterina de Siena, Veronica Giuliani y a Margarita de Cortona.

 

En todos estos casos, los sacerdotes y las familias trataron de hacer que estas ascetas comieran, recurriendo a estrategias que nos recuerdan a las terapias actuales.

 

Pero, estas mujeres, hijas favoritas de Dios, con su mezcla de abnegación, y afirmación propia, insistieron en vivir y morir por sus propias visiones y conceptos de perfección.

 

La antropóloga Caroline Banks ha escrito la historia de una mujer de edad media, cuyo nombre era Margaret, que por muchos años padeciera de la inanición auto-impuesta. Su rutina consistía en tomar un baño después de la medianoche y en seguida comer parte de su cena. Luego de otro baño, completaba su refrigerio escueto. Entonces tomaría un tercer baño para sentirse “inmaculadamente fresca” antes de ir a la cama, a la salida del sol. A pesar de que fuera de, holgados, medios económicos, ella prefería consumir comidas que estaban podridas, o que fueran desechadas.

 

Para describirse a sí misma, Margaret se caracterizaba como persona moralmente recta - cristiana Fundamentalista. Le confió a la doctora Banks que sus amigos le decían que era muy flaca para atraer a los hombres, a lo que respondiera que “a mí no me interesan los hombres”.

 

Lo que la colmara de, inmenso placer, sería el hecho de que no había menstruado desde los dieciocho años de edad.

 

Asimismo creía que los cristianos verdaderos; en la realidad no mueren y que sus cuerpos se tornan en espíritus que van a vivir con Dios: “La parte de uno que va a la Gloria es la real, porque el cuerpo es nada… cualquiera que cree en la Biblia lo sabe”.

 

Igualmente daba gracias al Señor porque le había permitido el control sobre su dieta, confiándole a la antropóloga que “no hay gordos en la Gloria”.

 

Tampoco hay fast foods en el Paraíso.

 

Nosotros conocimos a una monja Carmelita que, hace veinte años se diagnosticó de la anorexia restrictiva, siguiendo los métodos establecidos por Feighner y sus colegas.

 

Esta mujer fuera la misma quien se hiciera “famosa” por repudiar la comunión por miedo a las calorías contenidas en la ostia. Evitando aún tragar su propia saliva.

 

El ayuno y ser delgado

 

                                      

                                         El asceta por Pablo Ruiz Picasso

 

En la tradición Judeo-Cristiana la inanición auto-impuesta tiene un origen oscuro aunque su historia sea venerable. La última siendo el narrativo en muchas obras dedicadas al estudio de las escrituras sacras.

 

Para una discusión académica y exhaustiva, el libro que aquí recomendamos es, PsychoBible por Armando Favazza.

 

La Dieta como Enfermedad

 

En nuestra concepción, y en acuerdo con las conclusiones del grupo de Peter Beaumont en Australia, la dieta restrictiva, en todas sus formas, es una enfermedad que, por razones, no lo suficientemente esclarecidas, puede resultar en otras disorexias, especialmente en la anorexia y la bulimia y aún en la obesidad.

 

La enfermedad misteriosa de la inanición auto-impuesta ni es nueva ni es novedosa.  Casos habiéndose reportado en la literatura médica y religiosa por miles de años.

                                          

La anorexia nervosa, contiene en sí una paradoja de la nomenclatura; porque ni es anorexia - abolición del apetito - ya que los pacientes reportan sufrir de hambre intensa - ni es nerviosa - sus víctimas no se sienten ansiosas.

Veamos una síntesis de la presentación diagnóstica

La paciente, generalmente es mujer joven - existen casos masculinos, pero éstos son infrecuentes y se consideran atípicos - de 9 a 15 años de edad, bien ajustada, aparentemente feliz, de “buena” disposición, generalmente viviendo entre padres cuyo matrimonio se considera estable.  Esta niña, por razones propias, decide el comienzo de una dieta rígida y rigurosa para perder de peso. La dieta típica consiste, casi siempre, y de modo exclusivo, en comidas que carecen de toda grasa y poco azúcar y con muy escaso contenido nutritivo. Logrando de este modo perder, a veces por encima del 25% peso que tuvieran antes del inicio de la dieta, o de alcanzar el peso esperado, para su edad, si era muy joven. 

A medida que el proceso continúa, las cosas se deterioran. La apariencia de la muchacha se torna cadavérica y, para los familiares, alarmante. Lo que representa no obstáculo para que la niña se sienta que aun está gorda y que necesita perder libras adicionales.  La paciente sufre de una distorsión peculiar del esquema y de la imagen corporal - viéndose obesa, aunque esté emaciada.

                                  

Los períodos menstruales, si han llegado cesan (amenorrea secundaria), o si no han llegado no comienzan (amenorrea primaria). 

Una peculiaridad diagnóstica consiste en que, a veces, los períodos cesan antes de que la dieta comience y de que la pérdida de peso sea evidente.

Habiendo perdido la protección natural de la grasa subcutánea, la mujer se queja de frío y usa abrigos en sitios en los cuales la temperatura no es baja, desarrollando el crecimiento de un pelo felpudo que recuerda los vellos fetales llamados “lanugo”.  Períodos de actividad física exagerados para lograr perder aun más peso son comunes, resistiendo las amonestaciones, los ruegos y también las amenazas de los seres cercanos para que pare de perder, o para que recupere, el peso perdido.

El pulso, a menudo, se torna muy lento, lo que se diagnostica como bradicardia.

La curva normal de la glucosa sanguínea se aplana, la piel se reseca y se agrieta, el pelo del cuero cabelludo se cae, la paciente se queja de estreñimiento, y a veces abusa de los laxantes y enemas para eliminar más libras - en ocasión pueden aun comer de manera voraz, provocándose el vómito para evitar engordar. A pesar del aspecto físico de desgaste total, estas pacientes demuestran una resistencia sorprendente a las enfermedades del entorno que a otros afectan, como pueden ser simple catarros invernales.

Factores demográficos y sociológicos

La mayoría de entre ellas, son caucásicas, aunque se han reportados casos de casi todo grupo o extracción racial.

Se dice que las anoréxicas suelen provenir de las clases pudientes y que están superdotadas intelectualmente. Estas aserciones permanecen debatibles. Sin embargo, lo que sí puede que sea cierto, es el hecho de que, perteneciendo a familias de clases medias, estas mujeres son conducidas al tratamiento por sus parientes, a menudo, en contra de su voluntad - ya que el resultado último de la “cura”, ellas temen, será la gordura aborrecida y temida.

Lo que definitivamente establece a la mujer con la anorexia nervosa es: una actitud implacable hacia no ser gorda (ganar el peso) y un deseo de ser (extremadamente) delgada que desafía toda razón y explicación.

Lo que la paciente en realidad teme…

Hay que recordar que, de hecho, lo que la paciente teme, no es ser gorda, sino tener el peso normal…

Ahora bien, aunque la paciente esté enormemente emaciada y aunque (a veces) aparezcan riesgos inminentes de complicaciones médicas; la anorexia nervosa no es enfermedad simplemente física o simplemente emocional. En sí la anorexia nervosa define de modo dramático el significado de la medicina psicosomática --- aunque su etiología no haya sido establecida, ni sea clara.

Muchas teorías, acerca de su etiología, abundan... sin ninguna de éstas logrando explicar, de modo conclusivo, las causas y los origines de esta condición tan extraña.

Las complicaciones inmediatas y remotas de la anorexia pueden ser severas, ya que la anorexia nervosa en un porcentaje estimado a estar entre el 10 y el 15% de los casos (en los EEUU, el Canadá y la Gran Bretaña) puede culminar en la muerte, con una tendencia triste al estado crónico.

En este país se han reportado algunas muertes.

El tratamiento no es específico, y la duración es larga. Los resultados a veces conllevando a la frustración y al desencanto. Ya que a veces la psicoterapia, los medicamentos, los castigos, el aislamiento, la acupuntura --- lo que sea que se trate --- aun los llantos de los padres y de los seres queridos... nada parece hacer bien alguno a una paciente tan resistente.

El tratamiento, idealmente consiste de lo siguiente:

1) La educación de la paciente y de su familia para ser introducidos a la realidad de que esto pasa --- porque pasa --- y que no se sabe ni la razón ni el por qué. Ello disminuye los sentimientos de culpa que existan entre padres que se sienten responsables, y en los pacientes mismos que no entienden cómo es que no pueden cambiar su actitud. (Véase mi panfleto, Pautas).

2) La asistencia médica. Con énfasis en la restauración temprana de la nutrición adecuada para establecer metas reales que puedan ser logradas con la menor resistencia y sin ninguna pugna con la paciente.

3) Psicoterapia individual, y familiar con énfasis en temas de la realidad.

4) Hospitalización (de ser necesario) para corregir la malnutrición extrema, atender a complicaciones médicas, o para crear una tregua en caso de que exista una desorganización grave en medio del entorno familiar.

5) Medicinas, las cuales deben de administrarse sólo y si se necesitan específicamente, ya que no existe una causa médica o psiquiátrica establecida la cual explique esta condición, ni que determine el uso específico de ninguna medicina. 

6) Y finalmente, para establecer sistemas para prevenir o para modificar las recaídas (casi, siempre, inevitables).

La “tautología” en el título de esta ponencia

Aquí no deseamos establecer ideas ajadas por el desuso y abuso, para escribir y publicar algo más. Sino explorar alternativas para esclarecer la etiología --- o, si cabe --- las etiologías de la anorexia y de la inanición auto-impuesta.

En mayo del 1987, participando en una mesa redonda en Jerusalén, muchos de los cerebros más destacados en el campo de la investigación de la anorexia, expusieron sus ideas acerca de las posibilidades causales para esta condición.

Por supuesto, las ideas del campo psicoanalítico estuvieron representadas; las que aquí no serán repetidas, ya que carecen de valor que no sea histórico.

Las ideas de Hilde Bruch acerca de las dificultades enteroceptivas de que la anoréxica sufre, parecerían apropiadas, aunque inexactas, ya que, aunque la gastroparesis se relaciona muy a menudo, con estas condiciones, la falta de sensación de saciedad no explica la obstinación ni la actitud de la mujer que se empecina en no ganar --- sino en perder más peso, a pesar de que muere del hambre.

Como la gordura empezaba, entonces, a afincar su punto de apoyo en las culturas occidentales, yo propuse mi idea, de que quizás la anorexia fuera una adaptación compensadora, por parte de algunas mujeres, para impedir el avance inexorable de la gordura mal adaptadora.

Al final del día, cada quien partió sin lograr consenso.

En 1984, John Stern y yo habíamos publicado un artículo en Missouri Medicine, donde ilustráramos el frenesí de conejillos de indias, que “intoxicados” por las endorfinas encontraban la muerte, por no poder interrumpir sus actividades corriendo en una rueda rotatoria.

La neurociencia

                                     

En esta parte, hablaremos de los sistemas de recompensa que existen en el cerebro, y que forman las bases funcionales de actividades que, tornándose placenteras, procuran su satisfacción para asistir en nuestra supervivencia.

La clave aquí, es lo de la “supervivencia”, ya que cuando pensamos en la actividad de comer, somos testigos de cómo el placer de comer conduce a la aberración de la obesidad.

Es posible, que los mismos centros estimulados por el hambre desproporcionada, participen de alguna manera en la perpetuación de las actividades físicas extremadas de algunas anoréxicas, y en el placer paradójico derivado de la privación de alimentos.

Entre los factores involucrados en la modulación del comportamiento humano, intervienen el sistema límbico, los lóbulos pre-frontales y algunos neurotransmisores de actividades específicas, que confluyen en el control de nuestras conductas y de nuestras emociones.

Basados en estos hallazgos podemos considerar que los aspectos biológicos en la etiología de la anorexia y de otras disorexias son muy poderosos.

Para añadir peso a esta hipótesis, podemos aplicar conocimientos obtenidos de estudios animales que nos indican que la inanición relativa, es fuente de longevidad en algunas especies --- la nuestra incluida, por la evidencia.

Aspectos socio-biológicos, incluyen la imitación y el deseo de ser como los demás son, especialmente en etapas del desarrollo, donde la vulnerabilidad está aumentada, y que pueden ser estímulo para iniciar comportamientos que, más adelante lograrán adquirir una “vida propia” e independiente de la razón.

                            

En lo ante-dicho, y, sin arrastrar esa idea más allá de su utilidad heurística, puede ser conjeturado, que las neuronas de espejo logren tener un rol --- aunque desconocido, en esta proposición.

Nuestros sistemas biológicos están todos imbricados, con participación de los centros que forman las bases neurológicas para nuestros comportamientos éticos y religiosos.

Para muchos, la anorexia es una “adicción” y para otros una variedad de las tantas, de los fenómenos compulsivos.

Ken Blum de la Universidad de Texas ha descrito una condición que él ha llamado, El Síndrome de la Deficiencia de la Gratificación.

Su idea es que la falta de recompensas internas conduce a ciertas personas a medicarse a sí mismas con sustancias o con comportamientos que son gratificantes.

La existencia de un centro del placer en el hipotálamo es un hecho bien conocido, desde las investigaciones de James Olds, en los años 50s, cuando lo localizara en el hipotálamo, el septum y el núcleo accumbens del cerebro.

                                       

Aplicaciones prácticas

Nuestra experiencia ha sido en que el entendimiento de la paciente, toma precedencia sobre el de la enfermedad per se.

Por ejemplo, sabemos que para muchos pacientes, la decisión de lograr la pérdida de peso o de libras opresivas y peligrosas para su salud, sólo puede obtenerse luego de haber estadas envueltas en la psicoterapia intensiva.

Lo mismo puede decirse de toda enfermedad emocional, ya que en todas, siempre confluyen los aspectos somáticos y los del entorno.

Tomemos un caso de colitis ulcerativa, antes de concluir esta ponencia

Kent, era hombre casado de treinta y dos años, padre de una hija y empleado en una firma conocida por su remuneración mediocre, acopladas a demandas excesivas de sus ejecutivos, a cuyos rangos él perteneciera.

Kent vino a verme, luego de que su esposa comenzara tratamiento por un caso de complicaciones psicológicas de la anemia megaloblástica, diagnosticado como “depresión paranoica, con anorexia” (lo último debido a que la mujer rehusaba alimento por miedo al envenenamiento).

En la terapia conjunta y más tarde, en la individual, del angustiado esposo, se detectaron problemas asociados a la muerte de una madre con quien mantuviera una relación conflictiva, reflejada con la de su esposa.

Como sufriera de la enfermedad de Crohn, por la que tomaba esteroides y porque además sufriera de problemas internalizando la hostilidad hacia sus jefes. La terapia en su caso se condujo de forma exploratoria e intensiva. Surtiendo el resultado inmediato de la interrupción de los tratamientos farmacológicos para la colitis.

En resumen

Cuando se leen los artículos descriptivos de tantas acciones humanas que demandan el dolor como placer estético o como placer religioso. Como nos indica Favazza en casos de automutilación.

O cuando contemplamos la automutilación, con todas sus consecuencias nefastas, como formas de lograr paz interior y placer.

O, cuando siendo testigos de las cirugías plásticas, siempre deformantes del ego, nos preguntamos: ¿Cómo es posible?

La respuesta es, que por ser humanos, por lo que de nosotros mismos sabemos es: ¿Por qué no…?

Finalizaremos esta ponencia con el resumen de una vieja contribución que hiciera al self-help en la universidad de Salamanca.

 

Cuando ser Delgada Puede ser Peligroso

En una encuesta llevada a cabo en varias escuelas secundarias privadas de los Estados Unidos se trataron de evaluar las actitudes emocionales que poseían las alumnas acerca de su peso y de sus apariencias físicas.  Los investigadores encontraron, de modo predecible, que la predominante mayoría de esas mujeres jóvenes estaban descontentas con sus cuerpos y, especialmente, estaban muy infelices con el peso que tuvieran.  Otro hecho que también se estableciera fue que la gran mayoría de las miembros de este grupo vulnerable habían (dentro de los pasados seis meses) o estado a dieta, o contemplaban comenzar una dieta, o habían dejado de dietar por no poder seguir un régimen dietético específico. 

Casi todas reportaron experiencias frustrantes y negativas con las actividades envueltas en torno al perder de peso.

También fue en los Estados Unidos, donde hace cuantos años, se desató una tormenta de controversias cuando un coach le rehusó participación atlética a una jovencita, hasta que no perdiera las libras, que él decidiera ella tuviera de más.

En discusión con colegas que laboran conmigo en áreas del comportamiento humano, he llegado a la conclusión de que en un futuro inminente se les requerirá a mujeres que trabajan en ciertas profesiones donde las apariencias son de orden primordial; que ellas sean esbeltas, delgadas y que su peso se mantenga dentro de un nivel arbitrariamente designado.

Cuando este modo, aberrante e ilógico, de pensar, se arraigue; nosotros seremos testigos del comienzo inevitable de un brote epidémico de la anorexia y la bulimia nervosa; siguiendo la pauta del que arrasó a los Estados Unidos y a algunos países de Europa durante la sexta década del siglo pasado.

 

                                

                                                        ¿Modelo? ¿De qué…?

La aparición de casos de anorexia nervosa, cuyas víctimas aparentan figuras cadavéricas; la bulimia con su potencial destructivo caótico, de las dietas arbitrarias y mal aplicadas, del abuso de las pastillas para “adelgazar”, del uso caprichoso de hormonas, de laxantes, de supositorios y de diuréticos; y de la aparición de gorduras paradójicas que le sobrevendrán a personas cuyos metabolismos las dietas arruinaran, entonces serán comunes.

No le hace mucho bien a la autoestima cuando una persona parece fallar en lo que otras tienen éxito: en ser delgadas.

Y es que el problema no se limita a ser; que si uno quiere ser esbelto y sigue una dieta prescrita, que el peso en exceso lo va a perder.  No.  Hay sistemas en nuestro organismo que oponen vehementemente la reducción de la grasa que hayamos acumulado.  De acuerdo a algunos investigadores la grasa es defendida por nuestro cuerpo, ya que nunca antes en la historia de nuestra especie la comida fue lo suficientemente abundante para ganar de peso en desproporción.

Además de ello hay otro concepto teorético que se llama el “termostato” de nuestro metabolismo, o set point, el cual determina genéticamente cuanto peso acarrearemos en ésta, nuestra vida temporal, y cuál será la distribución final de ese peso en nuestro cuerpo.  Este último concepto se asocia con la noción del “peso defendido” que parece ser el peso al cual casi siempre uno retorna cuando cesa de dietar.

Para reducir el peso, y para mantener un cuerpo saludable uno tiene que obedecer los mandatos de nuestros sistemas ejecutivos los cuales están regulados para oponer lo muy bajo y lo muy alto.  La anoréxica con su exceso de energía extrema e interminable sufre de los mismos trastornos menstruales que sufre la mujer súper obesa cuyas hormonas, no estando reducidas (como en el caso de la mujer excesivamente delgada), están “escondidas” en los vastos depósitos de grasa que ella posee.  En ambos casos y, por razones asociadas, la adquisición de un embarazo es difícil, el embarazo es complicado, el producto de la gestación (el bebé) está a riesgo, la libido sexual está disminuida y la capacidad de evaluar realistamente la imagen corporal se torna defectiva.

En el caso de la bulímica, con sus ciclos de “harturas” seguidas por purgaciones masivas; el cuerpo responde con sensaciones de apatía y lasitud mental generalizada. Los períodos menstruales se vuelven escasos o cesan totalmente; ella sufre de calambres (parestesias), la cara se le hincha porque las glándulas salivares se agrandan (hipertrofian), el esmalte de los dientes desaparece bajo la acción destructiva del ácido clorhídrico, cuya presencia es reservada para la cavidad estomacal, los ojos a veces están enrojecidos por la aparición de hemorragias subconjuntivales que son resultado de la presión producida con el esfuerzo de vomitar lo ingerido.

Cuando se ponderan estas ideas uno debe de tomar en cuenta que estamos hablando de mujeres jóvenes, inteligentes y prometedoras.  De mujeres que tienen potencial para mucho y que, sin poder evitarlo sacrifican sus vidas en el altar de los dioses de la moda, de las apariencias y de la esbeltez.

Es necesario que a este segmento de nuestra población les llegue ayuda en forma de la educación antes de que llegue la tormenta, y aun, antes de que comiencen los truenos o caigan los rallos.

Con estas palabras concluimos “la tautología”.

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Dr. Félix E. F. Larocca

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