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En la búsqueda de Dios: 

Contemplando el Infinito Vacío… Contemplando Nuestros Cerebros…

Dr. Félix E. F. Larocca

¿Existe Dios? ¿Por qué existe? ¿Quién lo creó? ¿Por qué Él creó el universo? Y ¿Por qué nos creó a nosotros?

Muchas preguntas, muchos dilemas… que hemos confrontado por tiempos inmemorables sin haberles encontrado solución.

Esta lección es para meditar y dialogar con el lector acerca de ello.

Para hacernos la pregunta de por qué formamos parte del mundo y del universo, tenemos que haber admitido que la pregunta misma asume, de manera indirecta, la existencia de un Dios, como posibilidad.

Detalle de La Creación del Hombre por Miguel Ángel.

En el siglo II, Diogneto en su epístola famosa, nos informa que el Verbo ama la raza humana. Las tradiciones cristianas posteriores, añadieron a sus ideas, que el propósito de la Creación fue el de manifestar la gloria divina, y no para el beneficio de la humanidad. A pesar de ello, en el libro de Génesis, los seis días de la creación culminan en la formación de los animales y del hombre. Pero, de todos, fue sólo el hombre quien fuera hecho a la imagen de Dios. Entonces, si no somos parte de la razón principal para la creación, ¿por qué la posición bíblica judía y cristiana mantiene que, creando el mundo, Dios tenía en su mente la raza humana? “De veras”, San Pablo le comunica a los efesios, que ellos “fueron escogidos por Dios para ser sus hijos desde antes del comienzo de los tiempos y de la creación del mundo”.

Por otra parte, a nosotros nos han enseñado que la ciencia entiende al ser humano y su lugar en el mundo de manera muy distinta. En la filosofía de la ciencia, como los laicistas la instruyen, la raza humana no es central al propósito del universo, por la simple razón de que el universo no tiene ningún propósito. Este punto de vista se describe en un pasaje famoso del best seller de Steven Weinberg, The First Three Minutes.

Para nosotros es casi irresistible creer que nosotros tenemos una relación especial con el universo, que la vida nuestra no es un resultado incoherente de una con­catenación de accidentes… sino que de alguna manera desconocida, fuéramos concebidos desde el principio… Porque es muy difícil para nosotros admitir que toda la tierra no es más que una porción diminuta de un infinito que es abruma­doramente inmenso y hostil… y que, además, mientras más el universo nos aparece comprensible, más nos parece escurridizamente irracional.

El punto de vista de Weinberg, similar al de muchos científicos, es que el progreso que la ciencia, hasta ahora ha hecho, sólo logra explicar que el universo aparezca como algo sin sentido y que la raza humana, como parte del mismo, no es más que un derivado accidental de fuerzas materialistas ciegas.

La absurdez del cosmos y su indiferencia hacia los seres humanos es el tema que comparten, en lo que escriben, muchos de los pensadores modernos que consideran nuestra especie como una mera ramificación del impersonal y vetusto árbol de la vida.

Esencialmente, la perspectiva adoptada por la ciencia tiende a marginar al ser humano. Sólo hay que contemplar la inmensidad del cosmos contrastada con nuestra insignificancia. Pero, aun así, la vastedad del universo y nuestra finitud no llegan a un arreglo con la cuestión que nos inquieta: ¿Es la raza humana un accidente, o nosotros estábamos supuestos a formar parte del universo em­potrados en éste desde el principio?

Desde que se publicaran los trabajos del astrofísico australiano, Brandon Carter, en el 1970, se ha reparado en que muchas de las características de las leyes de la Naturaleza, parecen estar dispuestas, y afinadas, para hacer posible que la vida aparezca, incluyendo la vida de seres inteligentes como nosotros somos. Por lo menos, en vista de lo dicho, las coincidencias antrópicas --- mencionadas en uno de mis artículos --- parecerían soportar la idea de que como especie, estaríamos encajados en los “propósitos” del universo, desde el principio.

Para lo que sería necesaria la existencia de “un plan inteligente”.

Súper nova

Aun algunos ateos y agnósticos han sido testigos de la evidencia impresionante de este plan inteligente. Por supuesto, que, a pesar de ello, muchos avanzan sus propias teorías opuestas, en defensa de alguna causalidad estocástica, movida al azar.

Para responder, a ésta, muy ajada cuestión, nos serviría bien examinar algunas de las coincidencias antrópicas más comunes, esencialmente las dos que están imbricadas con el origen mismo de los elementos químicos necesarios para la vida, como se observa en nuestro planeta.

Toda forma de vida en nuestro planeta está basada en reacciones químicas de enorme complejidad. El cuerpo humano, por ejemplo, está compuesto de veinticinco elementos inorgánicos distintos. En la Naturaleza, en su totalidad, casi cien elementos ocurren naturalmente, el más pequeño siendo el hidrógeno y el más grande el uranio.

¿De dónde provienen todos estos elementos y cómo nuestro universo los produjo?

El hidrógeno ha existido desde el Big Bang. Pero, casi todos los otros componentes se originaron después. Posiblemente, en el interior de las estrellas o como resultado de explosiones violentas llamadas supernovas que es el modo espectacular con que algunos astros terminan su existencia.

Antimateria en colisión

Estas explosiones de las supernovas son de importancia porque ellas diseminan los elementos que existen dentro de las estrellas por todo el espacio sideral dando origen a estrellas nuevas, a nuevos planetas, o a la vida. Ciertamente, la mayor parte de los elementos que nos constituyen fueron sintetizados dentro de astros que explotaran antes de que el sol naciera. Poética y literalmente, nosotros estamos hechos de polvo estelar.

Para el objetivo de esta tesis, es de importancia crucial reconocer que los elementos se constituyen de manera secuencial como resultado de reacciones nucleares en las que los núcleos de átomos pequeños se fusionan para dar origen a los núcleos de átomos más grandes. Esas mismas fusiones nucleares y reacciones químicas producen la energía radiada por las estrellas, incluyendo el sol. Energía que es esencial para el soporte de la vida. El primer paso en este proceso es el de fusionar pares de núcleos de hidrógeno para formar un elemento llamado deuterio.

Agujero negro

Deuterio es el primer eslabón vital en toda la cadena. Si el deuterio se hubiera prevenido en su síntesis, ninguno de los siguientes pasos pudieron haberse dado, resultando en un universo donde sólo se encontraría el hidrógeno.

Entonces, se establece que todo depende en la habilidad del hidrógeno fusionarse para formar el deuterio. He aquí donde la primera coincidencia antrópica digna de nuestra atención aparece. La fuerza de la Naturaleza que cimenta núcleos se llama “la fuerza nuclear fuerte”. De haber sido esta fuerza más débil por un simple 10%, no hubiese podido fusionar dos átomos para hacer deuterio, haciendo los prospectos de vida muy remotos. Pero, no es todo. De haber sido la fuerza nuclear fuerte unos cuantos porcentajes más fuerte de lo que es, un desastre opuesto hubiese ocurrido. La consunción nuclear de las estrellas hubiese sido más expediente porque los átomos de hidrógeno se fusionarían muy fácilmente, resultando en una reacción más rápida y las estrellas se hubiesen extinguido en millones de años en lugar de los varios billones --- que estrellas, como nuestro sol, duran.

Radiación cósmica

Como dijéramos, la historia de la vida en la tierra sugiere que billones de años se requieren para evolucionar vida tan compleja como la nuestra. El resultado de todas estas consideraciones es que la fuerza nuclear fuerte posee exactamente la energía que precisa; ya que un poquito más fuerte o más débil y no estuviéramos aquí.

Una vez que el deuterio se produce, sus núcleos se pueden combinar por procesos de fusión para hacer los núcleos de helio. Esas reacciones suceden muy rápi­damente. En esta fase, sin embargo, otro punto crítico se ha encontrado: los núcleos de helio deben de fusionarse para poder formar elementos mayores. Pero, todos los mecanismos lógicos para que esto suceda son opuestos por las leyes físicas. Especialmente, se conoce que dos núcleos de helio no pueden fusionarse. Lo que constituiría algo misterioso para los teóricos nucleares y los astrofísicos tener que resolver, porque en la realidad éstos se fusionan.

De ser así, ¿entonces, cómo fue posible que todos esos elementos mayores que de la fusión del helio derivan, nacieran?

Nueva concepción del Sistema Solar

La solución fue encontrada por Fred Hoyle, quien sugirió que la Naturaleza hizo un salto largo para poder pasar por encima del escalón ausente en la escalera.  Cuan­do dos núcleos de helio colisionan dentro de una estrella, ellos no pueden fusionarse permanentemente, pero ellos sí que pueden permanecer juntos momentáneamente por un ciento de un millón de un billón de un segundo. Dentro de esa infinitésima fracción de tiempo un tercer núcleo de helio aparece y choca con los otros dos en una colisión de tres vías. Tres helios, por casualidad y buena fortuna, poseen la adhesividad para lograr que los átomos se fusionen permanentemente. Cuando esto sucede se forma un núcleo llamado “carbón12”. Este fenómeno se conoce como “el proceso de las tres alfas”, constituyendo el patrón por el cual casi todo el carbón que existe en el universo, creemos, que se produce. En la ausencia del mismo, los únicos elementos existentes serían hidrógeno y helio, resultando en un universo sin vida alguna.

Observando muy de cerca el proceso de las tres alfas fue cuando Hoyle descubrió la más extraordinaria de las coincidencias antrópicas. Las calculaciones originales de Hoyle le demostraron que un evento tan raro como el de las tres alfas no podría generar la cantidad suficiente de carbón necesaria para la vida, a menos que algún otro proceso ampliara su eficiencia. Este proceso, descubierto por Hoyle, es lo que hoy conocemos como “resonancia física”.

Gravitación universal

Existen muchos ejemplos de esta resonancia en la vida cotidiana. Un camión pesado pasando frente a un edificio puede hacer vibrar los vidrios de las ventanas si la frecuencia de las ondas sonoras igualan, o resuenan, con uno de los modos naturales de vibración de los mismos. De modo similar, cantantes de ópera pueden hacer añicos cristales de copas, entonando una nota con la frecuencia precisa. En otras palabras, que un efecto, que ordinariamente, puede ser muy débil, puede ser magnificado enormemente si éste ocurre resonantemente.

Ahora bien, el hecho es que los núcleos atómicos, asimismo poseen notas características o modos de vibración particulares, llamados “niveles de energía”, facilitando reacciones nucleares. Hoyle destacó que el proceso de las tres alfas pudo haber producido cantidades suficientes de carbón sólo si el núcleo del carbón12 posee un nivel de energía precisamente de la intensidad requerida. Si este nivel de energía del carbón12 hubiera sido ligeramente mayor o menor, el proceso de las tres alfas hubiese estado fuera de sincronía.

Sin carbón y otros elementos más pesados, la vida nunca hubiese podido ocurrir.

Aquí, ya se aprecia con facilidad, que la producción de los elementos necesarios para la vida, es asunto de balance muy precario.

Estrellas fusionándose

Se pueden distinguir coincidencias antrópicas no sólo en los procesos nucleares que dieran origen a los elementos, pero asimismo en muchos aspectos de las leyes físicas.

Para proporcionar una idea mejor de lo que tratamos de sobresaltar, veremos algunos ejemplos más, pero sin entrar en mayor detalle.

La fuerza nuclear fuerte es una de cuatro potencias básicas conocidas, que existen en la Naturaleza. Las otras se llaman: interacción débil, gravedad, y electromagnetismo. En la fenomenología de nuestra vida cotidiana, el electromagnetismo mantiene un papel dominante aunque no obvio. Por ejemplo, la materia se acopla por medio de la atracción eléctrica y magnética de átomos, y la luz consiste de ondas electromagnéticas. Por contraste, la fuerza nuclear fuerte no posee un rol directo en efectos que podemos advertir. La razón siendo que su influencia solo se extiende al dominio de las distancias subatómicas. Sin embargo, la fuerza electromagnética es intrínsecamente mucho más débil que la fuerza nuclear fuerte. De hecho, cien veces más débil. Lo que resulta siendo muy afortunado. Porque, si la fuerza electromagnética no hubiese sido inherentemente más débil que la fuerza nuclear fuerte, la energía eléctrica contenida en un núcleo de hidrógeno hubiese sido tan enorme como para rendirla inestable. La interacción débil hubiese, en esas circunstancias, hecho que todo el hidrógeno en el mundo hubiese decaído radioactivamente, con una media vida muy corta comparada con otras partículas. El mundo se hubiera quedado falto de hidrógeno, y por ello, carente de vida. Porque el agua, que es indispensable para la vida, contiene hidrógeno, como es el caso en casi todas de las moléculas orgánicas. Entonces, ahora podemos comenzar a apreciar, que la vida depende de un balance delicado entre varias fuerzas fundamentales de la Naturaleza, y, especialmente, de la debilidad relativa de los efectos electromagnéticos.

Otro hecho afortunado tiene que ver con la planicie del espacio. Einstein nos dijo que el espacio no es plano sino curvo. Debido a esa curvatura, los cuerpos se atraen los unos a los otros por medio de la fuerza de la gravedad. Empero, parece que ese espacio de nuestro universo, si se observa desde distancias enormes, es en promedio, sorprendentemente plano. La llamada curvatura espacial es muy pequeña. Como corolario, inmediatamente después del Big Bang, la curvatura espacial del universo era igual a cero. Por mucho tiempo, esta condición se conocería como “el problema de la llanura”, ya que nadie la podía explicar. Aunque inexplicable es afortunado. Porque de no haber sido esta llanura, extremadamente plana desde el principio, el universo o hubiera colapsado en muy poco tiempo luego de sus comienzos, o hubiera experimentado una expansión tan rápida que hubiese destrozado toda la materia existente dispersando sus átomos en todas las direcciones.

Josephine Wall. El soplo de Gaia

Hasta ahora se han descrito algunas variables, como es el poder de la fuerza nuclear fuerte y la llanura del espacio que tuvieron que ser ajustadas hasta el logro de un equilibrio muy especial para que la vida fuera posible. Pero, igualmente existen ciertos rasgos cualitativos de las leyes físicas que nos son igualmente de interés desde el punto de vista del principio antrópico. Un ejemplo es que el espacio es tridimensional. Nosotros tomamos este hecho por garantizado, pero no deberíamos hacerlo. Que el espacio tiene tres dimensiones es una noción empírica, no una necesidad metafísica. Físicos teóricos estudian universos hipotéticos con otros parámetros constantemente. Si el mundo en lugar de tener tres dimensiones espaciales hubiese tenido cuatro ó más, la fuerza de la gravitación entre dos objetos hubiera operado de modo diferente, basada en la distancia entre ellos. Ello, a su vez, hubiese imposibilitado a los planetas orbitar alrededor de las estrellas: éstos o hubiesen colisionado con las estrellas o se hubiesen dispersado en el espacio abierto. Del mismo modo, las órbitas de los electrones en los átomos no pudieran ser estables, y la vida, basada en la química, hubiera sido imposible.

Panspermia y polvo cósmico

Por otro lado, de haber existido menos de tres dimensiones espaciales, la presencia de organismos complejos, como nosotros, hubiera sido insostenible pero, por una razón muy distinta. Los sistemas de circuitos neurales requeridos en el cerebro, como un ejemplo, hubieran sido impedidos en sólo una ó dos dimensiones. Si se trata de dibujar un diagrama complejo de circuitos en una superficie bidimensional, el resultado final es que los filamentos entrecruzan en muchos lugares produciendo cortocircuitos.

 Como ejemplo final, el hecho de que la Naturaleza obedece los principios de la teoría del quantum es relevante a la posible existencia de la vida. Resulta que la materia no permanecería estable en un mundo de no-quantum. La mayoría piensa que el Principio de la Incertidumbre de Heisenberg hace del mundo, por lo menos en el nivel atómico, algo un poco confuso e indefinido. No importa cuán paradójico pueda parecer, ese mismo principio es responsable, en el análisis final, por el hecho de que las partículas subatómicas formen átomos estables con propiedades precisadas. Si no fuera, entonces, por los principios de la teoría quántica, la materia sería amorfa y proteica en tal grado que es difícil concebir la vida de un organismo en ella.

La Vía Láctea

¿Qué piensan los físicos de las coincidencias antrópicas? Sus opiniones son muchas y dispares. Algunos de los científicos más destacados han demostrado interés en su estudio. Lo que hacen a pesar de que el tema provoca molestia y hostilidad en la comunidad de los físicos, lo que, en parte, es debido al espectro de la teología. Los físicos, en su pensamiento, están caracterizados por una marcada tendencia profesional de aversión al pensamiento teológico. La revolución científica fue, en gran parte hecha posible por la repudiación de la teología a favor del mecanicismo. Pero, lo más saliente en el fantasma de la religión, es que siempre surge cuando se habla de las coincidencias antrópicas.

Sin embargo, el escepticismo científico acerca de estas ideas no se basa enteramente en los prejuicios descritos. Existen varios argumentos en contra de la noción de las coincidencias antrópicas que hay que considerar seriamente.

Primero, se argumenta que no podemos nunca saber con certidumbre los elementos que son necesarios para dar principio a la vida. Y que la vida puede tomar formas que son totalmente extrañas a nuestra experiencia. Mientras que la vida, por nosotros conocida, hace uso de ciertas clases de principios físicos --- ¿quién sabe si con leyes físicas diferentes, otras posibilidades distintas no pudieran haber surgido? --- o si ya no existen en otros planetas.

Por ejemplo. Hace muy pocos años que dudáramos la existencia de los organismos extremó filos, los cuales, desde que se encontraran, aparecen y son descubiertos todos los días con frecuencia impresionantes.

Organismo extremófilo, con pH más fuerte que el del Clorox-Plus.

Esta objeción tiene mérito. Pero, en el último análisis no resuelve el problema que presenta la pregunta de si el cosmos fue creado con nosotros en mente.

La segunda objeción es que, de acuerdo a explicaciones científicas convencionales, ya puede que existan algunos, sino todos, los eventos que aparecen como coincidencias antrópicas.

Entonces, es muy probable que, al menos, algunos de los factores acerca de las leyes físicas, que en apariencia son favorables a nuestra existencia, ya gocen de explicaciones científicas convencionales.

Existen algunas objeciones más, que, para nuestros propósitos, parecen superfluas, ya que se ocupan del asunto de la inmutabilidad de las leyes físicas, que parecen ser,  tan monolíticas que, de existir un Dios, su campo de actividades estaría circunscrito y limitado por esas mismas leyes por Él creadas. Las que, a su vez, Él, en teoría, pudiera, a su antojo, cambiar para ajustarlas a nuevas circunstancias.

Lo que es axiomático es que éste es el único universo por nosotros conocido, y que éste obedece a leyes que existen para sustentarlo. Lo que no sabemos --- y carecemos de los instrumentos para determinarlo --- es si otros universos, basados en reglas distintas pudieran existir.

Titán

Por ejemplo, se ha determinado recientemente que la luna Titán del planeta Saturno contiene miles de veces más hidrocarburos líquidos que todo el petróleo y gases naturales que existen en la tierra. Lo que añade evidencia a la teoría de que el petróleo no es orgánico en su origen --- por lo menos, en otras partes. (Geophysical Research Letters. Enero 29, 2008).

No sabemos qué leyes aplican para que en otro planeta suceda que el origen de materiales --- que son orgánicos en el nuestro --- en el de ellos no lo sean.

Vela Pulsar

Antes de saltar a la conclusión de que las coincidencias antrópicas señalan en la dirección de la existencia de Dios, tenemos que considerar que la mayoría de los científicos que las han estudiado son ateos --- Steven Weinberg siendo un ejemplo notable, quien con ellos encuentra razones para dar, como explicación a nuestra creación y existencias, razonamientos naturalistas y científicos.

La explicaciones, por ellos ofrecidas, se basan en una idea llamada el principio antrópico. Del que varios existen, y del que entre los existentes, solo válido se considera el principio antrópico débil.

No confundamos las coincidencias antrópicas con el principio antrópico, diferencias que quedaron establecidas en mi ponencia, El Principio Antrópico como Fulcro. Mientras que las coincidencias antrópicas son hechos, el principio antrópico es una hipótesis especulativa que trata de explicar esos hechos.

Para entender mejor el principio antrópico débil --- el único que aquí será considerado --- examinemos las siguientes correlaciones, basadas en las condiciones existentes, para que haya vida en la tierra:

·         Si la tierra fuera de mucho mayor tamaño, almacenaría demasiado hidrógeno en la atmósfera, lo que sería perjudicial para la vida.

·         Si fuera más pequeña, no sería capaz de retener una atmósfera.

·         Si estuviera más cerca del sol, sería muy caliente para contener agua en su estado líquido, si estuviera más lejos, sería demasiado fría.

¿De ello deducimos que alguien lo reguló para que la vida existiera? No necesariamente. Ya que existen todos tipos de planetas en el universo: calientes, fríos, grandes y pequeños. Siendo la teoría existente factible, debe, entonces, de haber un número infinito de planetas, entre los que habrá muchos capaces de sustentar la vida del modo en que nosotros la conocemos.

A la sazón, asimismo existe la posibilidad de que este universo en que vivimos y el único con que estamos familiarizados, es uno más entre millones y millones de otros; que existen con sus leyes físicas adaptadas a ellos y, posiblemente, contrarias a las nuestras, como vimos de la presencia de hidrocarburos en la luna Titán.

Planeta Tierra

Muchos científicos que contemplan la teoría de la multiplicidad de los universos, prefieren pensar que todos estos universos son parte de un súper-universo que, a los demás engloba.

Las posibilidades son muchas y las probabilidades también.

Lo que es patente es que las leyes físicas en el universo en que vivimos, han sido muy acomodadizas para que la vida exista en el nuestro.

Los científicos pueden estar satisfechos en sus posiciones que explican la creación estocástica del cosmos que nos abarca y de la vida que en éste existe. Los que contienden lo opuesto, aduciendo la teoría del diseño inteligente, pueden asimismo sentirse gratificados, porque las coincidencias antrópicas, no parecen ser coincidencias sino sobre-determinismo. (Véanse mis escritos al respecto).

El universo bidimensional

Si las coincidencias, no son tan coincidencias, entonces se implica la existencia de un designio inteligente y de un ente que lo ejercita, debido a la extrema exactitud de sus posibilidades, dentro de la latitud de sus leyes.

Sincronía cerebral

Pero existe algo muy inquietante, ante la enormidad del misterio y la inmensidad del cosmos, que nos obliga a sentirnos humildes y a preguntarnos, como lo hiciera el salmista: “¿Fue el universo creado para manifestar la gloria de Dios, como lo hacen los cielos?” --- y como los seres humanos ¿lo harán?…

Sea como fuera, no olvidemos que nuestra evolución y la del universo son dispares en materia del tiempo requerido para lograrlas. Para nosotros serían millones de años, para el universo, billones y billones de años, hasta la formación de la tierra, y, hasta que ésta pudiera sustentar la vida y últimamente la de nuestra especie.

Los físicos pueden sugerirnos las respuestas a nuestras preguntas sin lograr del todo contestarlas, ya que no nos suministran pruebas científicas, como debieran --- lo que no pueden hacer, porque las pruebas que necesitamos no existen.

Para ellos las palabras pesimistas de Nietzsche bastan: Alles ist wert zu Grunde gehen… (“Todo merece perecer”). Y, todo perece.

En resumen

A menudo, como seres racionales que somos, nos hacemos preguntas que no tienen soluciones. Otras veces, como personas sensibles y conscientes, deseamos satisfacer la curiosidad propia y la de personas muy allegadas cuando nos interpelan acerca de las naturalezas íntimas de dilemas que pueden ser --- o no ser --- creencias compartidas.

Aquí me refiero, no sólo a la creencia en un Dios, sino que, asimismo me refiero a la necesidad de entender la noción de que, de existir ese Dios --- ¿Qué razón este mismo tuviera de crear este mundo, implantándonos a nosotros, seres inteligentes, como parte especiales del mismo?

Decididamente, nuestras creencias son solamente eso: creencias y nada más. La posición del agnóstico no difiere de la nuestra, ya que éste basa sus convicciones en la fe provista por el entendimiento de leyes físicas. Leyes que, de alguna manera, permanecen incomprensibles, en su accesibilidad, a todas nuestras ansiedades intelectuales o anhelos éticos.

Como sucede con los fenómenos de la consciencia, estamos aún muy lejos de explicar lo que parece que permanecerá para siempre un misterio.

Pero, es en el campo de la consciencia --- esa parte de la función cerebral tan recóndita --- que, para ser exactos, reside y reina desde la corteza pre-frontal, donde habita la idea de Dios y en donde algún día la encontraremos.

Mientras tanto, podemos resumirlo todo de esta manera:

1. Tenemos, de acuerdo a MacLean, tres cerebros

2. Dos de ellos, que no pueden, por su naturaleza, contener las ideas de la existencia de un Dios

3. En el tercero, parte de nuestra corteza, es donde hallamos la capacidad de preguntarnos acerca de Él y de percibirlo, como elemento de nuestro razonamiento moral, filosófico y de nuestro raciocinio ético --- como argumentaría Spinoza.

Eso no significa que, aunque sea tan elusivo como concepto, que no debemos permitirnos el lujo de abandonar la pesquisa para encontrar a Dios…

Bibliografía

· Weinberg, S: (1993) The First Three Minutes: A Modern View of the Origins of the Universe Basic Books

· Larocca, F. E. F: (2007) El Principio Antrópico como Fulcro

· Larocca, F. E. F: (2008) La Sincronía y la Neurociencia Aplicada

· Carter, B: (1987) Gravitation in astrophysics Plenum Press

· Nadler, S: (1999) Spinoza: A Life Cambridge

Dr. Félix E. F. Larocca

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