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De cómo y por qué las adicciones y las dependencias nos controlan las vidas
Dr. Félix E. F. Larocca

En el campo reciente del entendimiento psicológico de las dependencias, sin tan siquiera pensarlo, se “puede ser dependiente” de las cosas más increíbles y triviales: se puede ser dependiente del masajista, del peluquero, en apostar el dinero, a la comida, al terapeuta, al poder, al sexo --- sin mencionar las dependencias tradicionales al alcohol, el tabaco, al azúcar y a otras substancias de características disparejas.

 

A medida que nuevas actividades se introducen en nuestras vidas y en nuestra cultura, las posibilidades de ser “dependiente” a actividades imprevistas se multiplican.

 

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Se dicen que se es dependiente a la estimulación derivada de la literatura erótica, al uso obsesivo del Internet, al visitar los chat rooms de la red mundial, a la publicación de material en forma de protesta social y aún a ciertas prácticas parafílicas --- las que como el exhibicionismo y el voyerismo --- son fenómenos de incremento reciente que se interpretan, por muchos, como dependencias.

 

A este respecto, puede formularse la pregunta siguiente:

 

¿Cómo es posible que un ser inteligente, maduro y bien adaptado, pueda depender en la pornografía? Como tantos hacen. En espiar los vecinos, como mirón indiscreto.  O exhibiendo de modo sorpresivo sus órganos genitales a mujeres desprevenidas --- algo, que como hábito es difícil de eliminar.

 

¿Cómo es posible que un hombre pueda ser dependiente a vestir como mujer, o ser promiscuo e indiscriminado en sus inclinaciones sexuales?

 

Parece inconcebible, pero es posible… muy posible.

 

Primero veamos unos ejemplos sustraídos de la experiencia clínica y después trataremos de ofrecer una explicación.

 

El caso de Jon

 

Jon era un joven fisicoculturista (body builder) de apenas dieciséis años de edad cuando su médico lo refirió.

 

El problema: Jon se había desnudado, cubriéndose con un capote de lluvia y después exhibió sus genitales a las amigas de su hermana de apenas quince años de edad.

 

¡Escándalo! ¡Tragedia! ¡Catástrofe! El fin del mundo se aproxima, anunciado por este acto infame de perversidad sexual.

 

Antes de escandalizarnos, primero analicemos lo que motiva a quienes como Jon se comportan.

 

                                      

 

El caso de Dani

 

Dani, hombre de veinticinco años se pasa el tiempo absorto en ver películas pornográficas y en escuchar unas cintas de actividad sexual tórrida, que grabara subrepticiamente cuando su esposa le fuera infiel.

 

Cuando no está en el gimnasio donde se estimula a la vista de los cuerpos desnudos de otros hombres. Dani, “el macho”, se masturba escuchando los jadeos y suspiros extáticos que exhalara la mujer cuando yacía en la cama amatoria con el hombre con quien le fuera infiel.

 

El caso de Augusto

 

Nunca trabajó en su vida. Augusto era víctima del gastar el dinero de modo compulsivo. Era tan cierto que tenía esa dependencia, que lo habían internado en una unidad para el tratamiento de la tendencia al gasto compulsivo de dinero, en los EE. UU.

 

Compraba de todo lo que encontraba, sin reparar en el hecho de que, a menudo, lo que compraba era duplicado de lo que ya poseía.

 

Compraba y adquiría de manera compulsiva.

 

                           

                                           Alcohólico por Jan Saudek

 

El caso de Reynaldo

 

Reynaldo construyó un website, el cual mantenía para escribir editoriales en contra de causas que le molestaban, defender las que le complacieran, e invitar a sus amigos y visitantes al sitio a que hicieran sus contribuciones a los mismos temas.

 

Para atraer más visitantes a su sitio, y como la competencia por nuevos clientes en los websites es tan inmensa, en su portal proveía recetas de cocina, fotos de mujeres desnudas, información acerca del estado del tiempo y detalle de los vuelos en el aeropuerto internacional local.

 

La vida la pasaba concentrado en las actividades relacionadas a la actualización del contenido de su lugar electrónico.

La adicción a la comida, como causa de la obesidad, es similar al alcoholismo… piensan algunos… 

Los adictos crónicos a la comida, especialmente a la llamada junk food, sufren el mismo tipo de enfermedad que las personas aquejadas por el alcoholismo o los estupefacientes, según un estudio de la Universidad de Florida (UF). 

‘‘¿Cuál es la diferencia entre alguien que pierde el control sobre el alcohol o las drogas y alguien que pierde el control sobre lo que come?'' se preguntó en diversas investigaciones el jefe del área de medicina contra la adicción de la UF, el doctor Mark Gold.

El académico, quien es autor de tres estudios sobre el tema, publicados en el Journal of Addictive Diseases, se contestó, que son escasas. ''Cuando se observan sus cerebros y la respuesta [que registran estas adicciones en la imaginería resonante], las diferencias no son significativas'', afirmó Gold, quien también es profesor de psiquiatría en el McKnight Brain Institute de la UF.
                                                                          
Para Gold, esta adicción, ''causante de la obesidad'', se debe “en parte a que la comida se ha vuelto más refinada, más hedónica, más agradable''.

                                         

                                                           Absintio

La obesidad, por su parte, es la segunda causa de muerte prematura en los EE.UU. y los expertos prevén que en los próximos 20 años sobrepase al tabaquismo, como la primera. Según las estadísticas del 2006 del National Center for Health Statistics, alrededor de un 64 por ciento de los estadounidenses mayores de 20 años son obesos.

Investigaciones como la de Gold sobre las respuestas cerebrales de los adictos a la comida, apuntan hacia la etiología de todas las adicciones estando imbricadas con las respuestas evocadas en las mismas regiones del cerebro --- lo que aún no se ha establecido.

En resumen

 

Aunque se haya demostrado que las vías de procesamiento y de metabolismo en el hipotálamo, de las varias condiciones adictivas son parecidas. La comida, por su naturaleza especial y por ser elemento esencial para la supervivencia, debe de ser considerada como algo más que una simple adicción, cuando se la entiende como parte del tratamiento de la obesidad.

 

Las otras “dependencias”, de que ya habláramos, derivan su pulsión de las actividades de la serotonina y de las endorfinas en el cerebro. Por eso son tan pertinaces y tan resistentes a todo tratamiento.

Bibliografía

· Larocca, F. E. F: (2008) Obesidad 2008 en letras-uruguay.com

· Larocca, F. E. F: (2008) El Cerebro Emocional en letras-uruguay.com

. Larocca. F. E. F: (2007) Pornografía y Erotismo en psikis.cl.com

Dr. Félix E. F. Larocca

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