Gabriel Calderón
Talento para el caos
Por Macarena Langleib

Los que vieron Las buenas muertes probablemente hayan salido del Circular con torticolis y la cabeza llena de imágenes, como después de una sobredosis de TV. Las sillas del público ocupaban el escenario, al centro, y la acción transcurría alrededor, ,frenética. Los que ven Mi muñequita (la farsa) –premiada en 2003 por el I.T.I.- salen riendo y tratando la melancólica Por qué te vas. En los dos casos, el responsable es Gabriel Calderón.

Su primera vez fue en 2001 en el Encuentro de teatro joven, aunque su debut en el ámbito profesional ocurrió el año pasado con la obra Taurus, por la cual fue nominado al Florencio revelación . Es un dramaturgo de 22 años que trabaja en complicidad con teatro Circular, una institución que ya cumplió medio siglo, y de la que jura que “es la única en su tipo que se arriesga a descubrir autores y directores jóvenes, desconocidos en su mayoría por no encontrar un lugar en el medio”. 

¿Qué venís a hacer en España?

Estuve becado por la Fundación Carolina para tomar el Curso para profesionales de dramaturgia y dirección de teatro, que se dictó por casi dos meses y en el que íbamos conociendo a creadores españoles y de Latinoamérica con los cuales aprendíamos  mecanismos y formas de creación. A la vez, estábamos invitados a ver espectáculos del Festival de Cádiz y del Festival de Otoño de Madrid. Fue una experiencia muy enriquecedora, ya que tuve la oportunidad de tomar clases con referentes como Rafael Spregelburd, Sergi Belbel, Sanchís Sinisterra, Juan Mayorga, entre muchos otros. 

Tu apuesta estética es importante, pero tu cuidado por la palabra justa salta a la vista. ¿Por dónde empezás a crear?

Siempre es un misterio. Por ejemplo, en Las buenas muertes, el titular de una noticia (el asesinato de una ancianas) fue el que me disparó a escribir la obra, luego la puesta en escena se concretó con una canción. En el caso de Mi muñquita, quería escribir una historia sencilla, pero  que por su estructura para ser contada, se viera complicada hasta el punto de volverla difícil de comprender, y a eso sumarle humor. Finalmente creo que el disparador es  querer trabajar con gente talentosa y con la que hace tiempo teníamos ganas de juntarnos. La excusa, finalmente, es la obra. 

¿A la hora de dirigir, sos permeable a la opinión de tus intérpretes?

Sólo sé trabajar con la opinión de todos los creadores, desde el iluminador hasta la vestuarista, pasando por todos los roles. La mayoría de las cosas se le ocurren a los actores y a los plásticos. Mi trabajo es saber ver cuáles son buenas para el espectáculo y cuáles no, y  una vez que están todas, ensamblarlas.

Y esta vez codirigiste con Ramiro Perdomo.

Ramiro hace terrible aporte. Es un tipo que hace años viene dirigiendo, dedicado sobre todo al grupo al cual pertenece, Pachachos. En esta obra, no sólo salvó al barco en un momento crítico, cuando tuve que abandonar el proceso por la beca, sino que además le aportó un trabajo excelente de los actores y un cuidado en todo los detalles de puesta. Si no hubiese estado Ramiro, todo hubiese sido muy diferente.

¿Cuántas versiones hay de la misma canción en Mi muñequita?

Hay cinco: una de Jeanette, la original de (José Luis) Perales, una de A77aque, otra desconocida y la más nueva, que es de La oreja de Van Gogh.

¿Tenés un historia  personal con ese tema?

No, generalmente trabajamos con los materiales que nos apasionan. JA mi la película con la que fue conocida esta canción (Cría Cuervos, de Carlos Saura, 1976) me gusta mucho y maneja una crueldad latente en todo momento. Ese tipo de crueldad  creo que se reconoce en La muñequita, en donde uno no puede dejar de reírse, pero mientras, algo parece decirnos que las cosas no están bien.

Las dos obras que estrenaste seta año están referidas a la infancia, a la crianza y, de modo más amplio, a la educación que recibimos de la familia, el entorno y los medios de comunicación.¿Cómo influyó el teatro en tu niñez?

Creo que no me gustaba. Nunca supe que iba a hacer teatro, siempre pensé que sería médico o algo así. En determinado momento me di cuenta de que el teatro me interesaba, puse un pie adentro y ya n o pude salir. Estudio teatro desde hace nueve años; empecé en segundo de liceo, a los 13 años, y hoy tengo22 recién cumplidos y creo que seguiré.

¿Te acordás de la primera obra que viste?

Tengo leves recuerdos, extrañamente fue en el Circular. Era un versión para niños de Cyrano de Bergerac. Me acuerdo que había una guerra de papelitos y que yo fui con mi clase y se armó terrible desbole (je).

¿Qué tenés entre manos: hay más textos por estrenar?

Estoy con varias cosas. Las más próxima son El Callejón de los Ateos, una obra que va a presentar el grupo Los Polacos y en la cual estoy invitado a actuar, ya que la escribimos conjuntamente. Lo otro, para mediados de año que viene, es montar un obra de Sergi Belbel, no sé bien cuál. Lo que sí sé es que quiero que roce la danza-teatro, por lo cual ya estoy en contacto con Martín Inthamoussú. Belbel es un autor excepcional y Martín es un coreógrafo –como dirían en España- “de la puta madre”, por lo cual, tengo la intuición de que de ahí va a salir algo genial.

Macarena Langleib
Revista Pimba

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