Uno

Aquel tu amor. Entonces.
Tigre mudo
donde mi pecho respiró.
Gota doblada sobre la canela.
Mi cantidad de risa.

Reinos y servidumbre: los recuerdos.
Secuestran las preguntas de seda.
La babilla del beso
bajo la lengua.
Y las fábulas
asustadas en los baúles familiares.

Tu amor.
Tierra de carne.
La comida servida en el centro del mar.

El fuego de la calle.
Vena hueca.
Punzón sin punta en el tazón del cuadro.
Nieve patinadora
salta un salto de pez
hasta el vacío.

El azahar retozaba en la solapa del mayordomo.
Ciego manipulador
que me amputó la alondra.
Tras su ceguera de carey
el gato de mi pulso oscurecía.

Llaga revuelta.
Camino con las yemas.
El regreso es el abismo.

Tu amor aquel. Entonces.
Tropieza con la niebla del olor.

Mi mano toca este peligro
como el sol toca el fuego.


Ya no hablaremos más.
Despediremos el azar
con el vino en la cresta de la uva.

Estoy en el revés de los espejos.
La negligencia me condena.

Cristina Landó
de Recuerdo de Guerra 

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