Treinta

Soy Simone Valadon.

     Este es mi traje y mi estado de gracia.

     Me hinchan  las tripas de las S.S.

     Cuando largan sus pedos en mi estomago.

     Retuercen mis costillas

    como si revolvieran sus pecados.

   Los caballos de yeso de sus botas

  tijerean mis pulpas.

 

 Ensucian mi garganta con su semen de raza

 

Culebras asesinas rajan mis intestinos.

 

Esa banda de fieras

no acaricia la luna del ropero materno.

Los perfumes floreados de la sopa.

El vino redentor.

El pan ahijado.

 

Los domestican cóleras ajenas

que repentinamente se hacen propias.

 

Me hundo en la copia de lo semejante.

Me aferro a la vasija

por no caer en el faisán hostil.

 

El aire masacrado llega en blusa.

Me alimenta de grutas y de frutas.

Plancha el mantel de las conversaciones.

Pongo mi voz afuera.

Arrodillarse y chuparle sus bolas.

 

El pelotón de tigres ablanda sus pelotas arias

y mete en la bragueta

su funeral.

 

Mi madre dijo un día:

“el almohadón pintado

es la tapa del cofre de Renoir”.

 

Y nunca más la vi.

Cristina Landó
de Recuerdo de Guerra 

Ir a página inicio

Ir a índice de poesía

Ir a índice de Landó, Cristina

Ir a mapa del sitio