Reparto la razón y la locura

Saco el barro del viento.
Atravieso la suela del de sol y el deslave.
Este puño de tierra pasa sin gravedad por las pestañas.
Todo va para adentro,
como si no existiera otro camino más que volver/
                                                                 desnudos
al dorso vegetal.
La altura balancea su sotana de blanda muselina
delante de mi párpado
que cierra su comercio de luz.
Saco el viento del aire.
Un relincho de sal
convierte al mar en un ganso violeta.
Alrededor, la escama del insomnio
se despega como una masa cruda.
El frío me golpea con crestazos de harina
y salen de los peces licores de algodón
que llenan las canastas oxidadas de los barcos hundidos.
Saco el fuego del árbol.
Del tendón de la rama chorrea un blanco látigo
que lame el vello tibio de frutos animales.
Invenciones de barro nacen de carne y hueso.
Se suicida un jazmín
y su hermosura corre como un líquido diurno
en el smocking.
Saco el viento del río.
Esa lánguida baba de anestesia.
Esa infusión tenaz...!
Navego por su aorta.
Soy un galeón eléctrico.
El paisaje gotea su azul cardeología.
Soy una fuerza pura sostenida
en el cuerno de mimbre del verano.
Reparto la razón y la locura.
La ironía es un fósforo
ardiendo entre galaxias incendiadas.
Carcajada perpetua.
Silenciosa extinción de fantasía.
Dulce materia popular, que cruje sobre el orden atómico/
                                                                          del pecho
donde carnívoras estrellas sueñan
las nuevas colisiones.

Cristina Landó
de Mitades vivas. 

Editorial proyección, 1988

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