Extracto del prólogo de la publicación de obras teatrales del autor uruguayo realizadas por Editorial RUMBO cuyo lanzamiento se llevó a cabo el 14 de diciembre del 2005.

Franklin Rodríguez  tiene una modalidad peculiar y muy propia de transmitirnos el sentimiento de ligera comicidad, “para ser cómico, debe haber necesariamente un sentimiento de placer, algo agradable.” El autor sabe de sobra que un chiste que nos hace pensar demasiado, deja de serlo. Este esplendido constructor de estructuras dramáticas tiene hoy por hoy, la virtud de anticipar la nulidad que deviene con un frívolo sentimiento de descarga, con alivio, con alegría. Ambos aspectos subjetivos del humor –la tensión y la distensión- son pues estados placenteros. En el núcleo de casi todas sus comedias, el humor destruye los fantasmas que la conciencia levanta. Así resulta uno de los aspectos de la personalidad de Rodríguez como autor, desarma lo “no serio” que aplicadamente ha construido. Lo suyo es, habitualmente, un juego siempre luminoso y alegre. No obstante, hay una anotación muy valiosa que da a la obra de Rodríguez personalidad dramática: la actualidad, el acercamiento a la realidad social en el seno de la cual vivimos, las consecuentes referencias al pasado “mejor”, expresado en acciones sobrecogedoras –si se es capaz de leer entrelineas esas fracturas evocativas son relevantes.

Contrariamente a la especie teatral de humor que el autor traza para expresar las situaciones, existe paradojalmente presente lo angustiante de las coyunturas sociales, el hostigamiento de la nostalgia, lo fascinante, lo que provoca el asombrarse pero al mismo tiempo el temor merced al cual el hombre experimenta su pequeñez y su impotencia. El singular estilo de escritura y la modalidad de expresión a través de su dialogica directa sin dialectismos, consolida una estética que reconoce las categorías de los géneros y, dentro de esa modalidad rápida, sin inútiles tardanzas situacionales que amenguan la agilidad del desenlace, Rodríguez, es el único dramaturgo que descarta  despiadadamente –lo que es muy bueno- las palabras sobrantes que lo único que hacen es amortiguar la fuerza del repentismo humorístico.

Las piezas de Franklin Rodríguez están montadas sobre una estructura dialogal que provoca sentimientos que van mas allá de la simplificación humorística. Su textualidad son formulaciones estratégicas capaces de desmontar la persuasiva plataforma del discurso cómico. Todo ello, transformado teatralmente en una fuente de mecanismos, adquiere vigencia en estos tiempos cuando la prioridad del teatro es crear necesidades de consumo.

Creemos pertinente en este sencillo prologo, retrotraernos a los albores del teatro universal, cuando los actores experimentaban con pasión los productos dramáticos subdivididos según los periodos históricos. En este caso, hemos de hacer referencia a Franklin Rodríguez-actor –estupendo actor-, formado académicamente en la mejor escuela de arte dramático del Uruguay de la cual obtuvo una vastísima diversidad de elementos escénicos y conocimientos literarios los cuales –sin duda- intervinieron en la búsqueda, la investigación y exploración profunda de su expresividad teatral. Franklin, ha demostrado ser un elocuente actor en la labor dramática mas pura. Siempre recordamos “Acreedores” de Strindberg, entre otras piezas de gran calibre. No obstante, su tendencia expresiva para comunicarse con el público lo ubico en el estilo de transferencia instantánea; su ávida destreza con el humorismo asciende lo cómico al planteo personal. Por ello, el chiste que remata la acción de Franklin, se convierte en reacción momentánea, unidad y homogeneidad. El humorismo de Rodríguez, no es una sistematización intelectualista, es una organización efectiva y propia que puede vivir con libertad y para la libertad.

Franklin Rodríguez es un humorista –nostálgico, sensible, huidizo, que se nutre de nobles materiales para armar los conflictos-. Picotea aquí y allá en busca de errores, prejuicios, gratuidades. Pero en definitiva deslumbra con sus zig-zag, sus saltos, el relampagueo de sus ocurrencias y sus planteos que provocan instantáneas y profundas claridades. Pero además, razona y se compromete seriamente sobre la propia actividad lúdica y reflexiona sobre el juego que constituye la existencia.

Ese juego, por fin, comprometido en todos sus objetivo es la integración de los conexos cómicos de la realidad, bajo el signo del conocimiento emocional, de la indagación intuitiva y fantástica del mundo.                                                                                                       

Comedias incluidas en el presente tomo: “Debajo de las polleras”; pieza estrenada con gran éxito en Montevideo y numerosas ciudades del exterior.

“Arroz con leche me quiero divorciar”

“Las cosas que nunca me contaron”, donde el autor interpola su natural humor con esa suerte de melancolía que le es propia.

“Curso de Italiano” comedia  a estrenar.

“Julieta y Romeo” esta divertidisima comedia sera estrenada en mayo del 2006 en El Tinglado.

Cristina Lando

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