Mamá se va de casa. De Ricardo Prieto

Cristina Landó

Mama se va de casa. De Ricardo Prieto. Con Elena Zuasti. Susana Sellanes. Carlos Rodríguez. Rubén García. Charo Siciliano. Amb. esc.y vest. Maria Teresa Cruzado. Mus. Original Alfredo Leiroz. Luces Verónica Caissiols. Prensa y difusión Sergio Dotta. Dirección Elena Zuasti.

Ricardo Prieto es un autor uruguayo representado exitosamente en Europa, América y, bien conocido en Uruguay donde se le reconoce su estilo dramático como una formidable estética contemporánea que se caracteriza por la diversidad de modalidades expresivas para definir la formulación escénica. Las crisis enunciadas por Prieto, se pronuncian a través de lineamientos emergentes de contextos multipolares-confluyentes en un centro unívoco. Así es como de este centro hegemónico, destacado por la homogeneidad cualitativa de la escritura, surge una diversidad de interpretaciones de la realidad, que Prieto desarrolla recurriendo a formatos escénicos sin ataduras formales. En ese sentido, su producción contiene obras que transcurren en zonas abstractas, o al terreno de las verificaciones con ámbitos y personajes reconocibles, impronta de seres desligados de su cosmovisión personal, piezas alegóricas de significaciones místicas, o los signos hipotextuales resultantes de indagaciones metafísicas, en suma, esa estética particular de Prieto donde el escritor abole el carácter convencional del teatro sujeto a las figuras retóricas. Por otra parte, no sin menor proyección, su distingue su inspiración y gran talento para producir obras de impostación naturalista, realista e hiperrrealista, que no reproducen la realidad ortodoxa y mimética, por el contrario, vuelan sobre instancias más complejas. No obstante, sus comedias naturalistas están recorridas por una variedad increíble de esencias por medio de las cuales el autor alcanza estructuras dramáticas que alternan situaciones de humor directo y descollante con sutiles discursos de culpas, fatigas, soledad, seres precipitados al abismo, almas trágicas. Sea en el estilo que fuere, Prieto trasciende siempre por sobre la modalidad teatral elegida. “Mama se va de casa”, es aparentemente una comedia ligera que plantea un conflicto –muy actual-; una crisis que involucra a la sociedad a partir del eje familiar. Trata sobre la curva descendente de la vida, que establece irreversiblemente la decadencia del ser humano con todas sus consecuencias de deterioro físico y moral. La comedia avanza entre sentimientos encontrados, reconciliaciones, remordimientos, frustraciones y furiosa impotencia que hostilizan a una pareja sometida a la abrupta presencia de la anciana madre de ella, quien decide convivir con su hija y el marido. Es cierto que duele dejar a la madre en una casa de salud, pero las exigencias y los desniveles económicos de los tiempos que corren, exigen la defensa sin conmiseración –a veces- de la relación de las parejas jóvenes. “Envejecer con modales, con elegancia. La vejez es algo privado” –dice el autor a través de la protagonista-. Perfilado en estos términos, concluimos que, finalmente las madres siempre comprenden las decisiones de sus hijos. Cuando “mama se va de casa” nos queda un vacío híbrido, una ausencia de sabor a sopa, a tallarines caseros, a medias zurcidas silenciosamente, porque se va la matriarca del corazón. La espléndida pieza de Prieto brilla desde una versión teatral fabulosa de Elena Zuasti. Además de la inobjetable dirección de esta excepcional mujer de teatro, resulta asombrosa su deslumbrante actuación. Elena Zuasti protagoniza a la vieja -que no es vieja de vejez sino porque tiene muchos años-. La actriz transita un repertorio signico-gestual descacharrante, de gracia perversa simulando inocencia, con un sentido ambivalente de lo cómico de breve duración, explosivo y rotundo; Elena logra una expresión escueta de lo burlesco, de la caricatura a veces grotesca de bataclana sofisticada o despampanante vampiresa. La actriz opaca, con su deslumbrante actuación, los brillos del elenco. Carlos Rodríguez, siempre excelente, busca el papel por la emoción atormentada y alcanza gran nivel dramático. Susana Sellanes, atascada entre el sopor generado por su madre y las demandas de su marido, expresa el paradójico sentimiento dentro de cuya antípoda se debate. Notable la intervención de Rubén García, oficio y talento. Acompaña muy bien Charo Siciliano. Relevantes rubros técnicos

Las esquinas de la vida - Cristina Landó

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