Sylvia Lago (1932)
Arturo S. Visca

Sylvia Lago es, sin duda, una de las figuras más interesantes de la promoción literaria a que pertenece. Ha publicado dos novelas: Trajano, 1962, y Tan solos en el balneario, 1962. También un libro de cuentos: Detrás del rojo, 1967. La novela con que inició su vida literaria, Trajano, fue distinguida con premios en dos concursos (uno, organizado por la revista Número: otra, por el Concejo Departamental de Montevideo). En verdad, la novela merecía la distinción. La atmósfera narrativa y los personajes están muy bien logrados en esta pequeña obra escrita en primera persona y en la cual un hambre recuerda los sucesos más importantes de su infancia, transcurrida en el Buceo, cuando todavía era "Un barrio de lavanderas". Los personajes, reitero, están muy bien dados: la madre cincuentona, gastada par la vida pero que ha aprendido, según sus palabras, a "llevar la pobreza": la hermana, jovencita de 18 años, dominada por una sensualidad avasalladora "que le exigía siempre más que lo que ella, de acuerdo con las normas morales aprendidas, podía concederle" y el niño mismo que en medio de la pobreza siente que "la vida es sinónimo de goce" y que busca en su galgo Trajano el afecto que las humanos le retacean. Un toque de recóndita ternura recorre las páginas de esta novela e ilumina la faz oscura, turbia y dolorosa de las vidas de sus personajes. Quizás haya alguna situación -como cuando el niño descubre a su hermana en el momento del acto sexual- suspecta de falsedad, pero, a ml juicio, Trajano sigue siendo, hasta ahora, lo mejor de la autora. Su segunda novela, Tan solos en el balneario, tiene también buenas cualidades. Sin embargo, ambiciona más y logra menos. Pretende crear un mundo narrativo más rico y brillante pero el trazado anecdótica y la perfilación de los personajes son menos nítidos. Con los seis cuentos que forman Detrás del rojo ocurre algo curioso: la narradora ha madurado sus medios expresivos pero su mundo narrativa parece como estrangulado y reducido. La vida como frustración. Este es el tema casi obsesivo de esos seis cuentos. Una frustración que tiene sus raíces en el mismo frustrado (a pesar de que en algunos cuentos la autora emite, aunque lateralmente, opinión y apunta hacia un modo de denuncia social). Casi en todos los casos, esa frustración vital es consecuencia de la frustración sexual. Porque el sexo es también una obsesión en estas páginas, una obsesión torturante: el sexo es para los personajes un querer y no poder. El Eros que habita estos cuentos es la negación de toda exaltación. Es una pulpa amarga que corroe la vida. Y corroe el arte de la autora. La visión negra de la vida, abrumadoramente monocorde, es, al fin, una visión limitada y limitadora de la realidad. Lo imaginación creadora, la inventiva narrativa quedan, arte esa limitación, coma estranguladas. Cabe agregar que Sylvia Lago maneja con habilidad las técnicas más o menos en uso de lo narrativa de hoy.


Mientras corrijo las pruebas de esta antología, acaba de aparecer una nueva novela de Sylvia Lago: La última razón.


Los peces rojos es un cuento intenso y bien construido. La frustración no tiene aquí raíces sexuales sino económicas. El médico ha vendido su alma no al Diablo sino al Dólar. Y su éxito, en lo social y económico, no le impide ser atenaceado par el remordimiento. Esos peces rojos que nadan en su acuario son como uno transposición simbólico de la que le anda en el subconsciente. Hay denuncia social, pero no vociferada sino puesta a la vista en forma narrativamente eficaz. Es certero el modo de utilizar dos tiempos narrativos, haciendo confluir el pasado en el presente.

Arturo S. Visca
Antología del cuento uruguayo
Ediciones de la Banda Oriental
Montevideo - 1968

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