La remota del alba

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Y al fin el mundo es una carreta
cargada de mercaderías tristes: no
puedo soportar las lánguidas mecánicas del
ente. No quiero ser un fraile - lo
decía anoche. Al devenir del alba y
sus pardos ocasos, sonreiré, un
poco occipital, otro poco braquicéfalo seré,
dolicocéfalo, afectado por muertes venideras,
en tanto al sur todos perduran, nadie
muere; y entrambos, sur y norte, venceré,
venderé las mañanas cargadas de mercaderías tristes.

- 12 -

Ya se ha muerto un pedazo triste adentro de mi tórax;
ya calló. Y en su suntuoso acanto, muy columpiado y
triste de guirnaldas he sentido
sus colores atletas subir y desdoblarse en torno a mi coraje.
Ya ha subido un color triste, espeso, a la madriguera
quebrada y triste de mis bronquios tersos,
y a veces, cuando río o expectoro, no sé,
me viene algo, un poco de París
y un poco de mis tías solitarias, y
pienso, al pie del alba, rendido, satánico, ojeroso:
"los sé: son los cigarros".

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Entre los símbolos oscuros duermes:
acaso tu coral es homicida.
Trastornarás la noche?
Disuélvela, oh candor. Así
ni pintado te ves:
recuerda el aire, la canción,
el día de antes.

- 21 -

Hemos purgado el verano
para siempre ahora? Tibias las madreselvas
sabrán revenir, cuando ya no
muramos, dulce pasto. Y nosotros, erguidos
del calor sabremos disfrutar
como entonces? No lo sabemos: es ése
nuestro pecado, nuestro sino arbóreo:

Mañana, cuando el frío nos
deshaga, te traeré
amores, no del vaso mas del aire. Mañana,
viviremos.

William Katzer
La remota del alba
Ediciones de la Banda Oriental - 1995

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