Tabaco

 

No se puede dejar tabaco a la vista porque hay muchos que lo están dejando.

Hombre que supo ser una disgracia pa' jugar al fútbol, un tal Velatorio Mortajo, el casau con Zambita Triste Formol, hija del viejo Formol que tenía no se sabe cuántos años pero se conservaba lo más bien.
Que las hijas eran cuatro, a saber: Vidalita Amarga Formol, Milonga Depre Formol, Chacarera Penosa Formol y la susodicha Zambita Triste Formol, casada con Velatorio Mortajo, que pa'l fútbol era una disgracia.

El viejo Formol supo casar a las hijas una vuelta que le vino un ataque de criterio y sentido común, porque las hijas eran muy de andar de novias, y los gauchitos atracaban al rancho del viejo Formol, y como quien no quiere la cosa se le ganaban en la cocina y le comían todito, y hasta le fumaban el tabaco, porque el viejo era de armar con hojilla y dejar a la vista, cosa que no se debe hacer porque hay mucho abuso de gente que comenta que está dejando de fumar, pero si ve tabaco en banda apenas si le dice permiso y echa mano.

Y el viejo se fue cansando de a poco, porque no era de apurarse pa' nada porque si se apuraba se cansaba, y al final, poco a poco, se cansó de ver desfilar novios que nunca le concretaban una fecha, ni un amague de casamiento, y eran cuatro las muchachas, y cuatro eran los novios, gente toda indecisa, titubeante, con una tremenda incapacidá pa' formalizar, pero eso sí, ligeros pa' encarar la fiambrera y barrer con lo que fuera.

Y el viejo Formol se cansó, hizo un corral de piedra con alambre de púa, esperó a que fuera domingo y le cayeron los gauchitos a visitarle las hijas y los comestibles, y cuando los tuvo cerca les largó los perros, que eran baqueanos pa' encerrar bichos en el corral, y revoleando el poncho y a los chiflidos, los embretó.

Allí les habló, les explicó cómo era la cosa de los límites y de los abusos, les comentó lo mal que hace el tabaco cuando se pita de garrón, y los tuvo hasta el lunes vigilados por los perros y tempranito los llevó pa'l pueblo y los hizo casar.

Dicen que el viejo los trató bien, que impresionaba un poco por el asunto de la escopeta que se le vio asomar entre los pliegues del poncho, y un facón que le relumbraba en la cintura, y una espuma que le salía de la boca, pero nada más.

Fueron cuatro matrimonios de apuro, y se comentaba que fueron felices, a no ser el problema de Velatorio Mortajo, que pa'l fútbol, resultó, francamente, una disgracia. 

Don Verídico (Por Juceca)

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