Una visita que honra y emociona
Por Ana Jerozolimski 
Editorial de Semanario Hebreo

Todavía no hemos oído al Presidente de la República, Dr. Tabaré Vázquez, en su discurso en la cena oficial que brindará en su honor su par israelí Shimon Peres, en Jerusalem. Aún no sabemos qué contará o preguntará al Primer Ministro Ehud Olmert y a la Canciller Tsipi Livni, ni qué dirá en su alocución ante la prensa. Desconocemos qué contará en la jornada dedicada a Uruguay en la Cámara de Comercio Israel-América Latina y cómo saludará a los uruguayos radicados en Israel que se reúnan para saludarle, el 25 de agosto, en el Teatro Jerusalem, junto a las obras de la exposición “Tributo a la Tierra Prometida” .Tampoco conocemos de antemano el texto que escribirá en el libro de visitas del Museo Recordatorio del Holocausto “Yad Vashem”, tras una recorrida por ese impresionante testimonio histórico.

Pero ya ahora, sabemos que la visita de Estado del Presidente de Uruguay a Israel, es para nosotros-los uruguayos judíos, tanto los que viven y vivirán siempre en Uruguay, como los radicados en Israel- un motivo de emoción.

Las visitas oficiales de esta índole, suelen durar unos pocos días, dejan agotados a todos los involucrados en su preparación (a ambos lados del océano) y probablemente, también a los que las cubren periodísticamente. Pasan como un relámpago e inevitablemente, dejan luego lugar a los eventos que les suceden en la agenda de cada país. De Israel, el Presidente Vázquez viaja a Suiza y Corea del Sur y luego seguirá con sus asuntos de Estado en Uruguay. En Israel, evidentemente, también todo seguirá su camino, después de finalizada la visita .

Pero hay algo que queda en el alma, que toca fibras muy íntimas y que experimentarán, nos permitimos suponer, los judíos uruguayos todos o su enorme mayoría.

En Jerusalem, tenemos ya la bandera uruguaya adornando calles de la capital. El himno patrio será tocado con honores, seguramente por la banda de las Fuerzas de Defensa de Israel, cuando el Presidente de la República haga su entrada a Beit Hanasí, la residencia oficial del Presidente de Israel. La bandera con el sol y las nueve franjas, estará flameando como hermoso adorno de fondo.

Recordamos, años atrás, cuando el entonces flamante embajador de Uruguay José Luis Pombo, presentó credenciales al Presidente de Israel. Estábamos en Beit Hanasí cubriendo la ceremonia. El fotógrafo de la Casa presidencial notó nuestros labios moviéndose cuando se tocaba el himno uruguayo, mientras la mayoría de los presentes sabía entonar, por razones naturales, sólo el “Hatikva”, el también hermosísimo aunque mucho más corto, himno de Israel.

“¡Qué largo el himno que tienen ustedes!”-nos comentó luego, sin saber que hay todavía estrofas que no se cantan. Le respondimos que también su belleza y contenido corresponden con su extensión.

El análisis del significado de una visita al máximo nivel, como la que realizará la semana próxima el Presidente Vázquez a Israel, combina por cierto la relación política, con el interés comercial y lo provechoso del intercambio entre dos países amigos, en diferentes ámbitos.

Pero además, para los judíos uruguayos, es un motivo de orgullo especial. Es una forma de unir simbólicamente, a las dos patrias que conviven en su corazón y en su realidad, vivan en Uruguay o en Israel. Es que en general, también judíos que jamás pensaron siquiera radicarse en Israel o que inclusive no llegaron nunca siquiera a visitarle, suelen tener un vínculo especial con el Estado judío. Judíos del mundo entero laten desde lejos en general junto al destino de Israel, interesados por su situación, como referente de la existencia nacional judía. Israel es la madre patria del pueblo judío, allí se origina su existencia como pueblo y es en su tierra que comienza la experiencia de la memoria colectiva del pueblo judío.

Los uruguayos radicados en Israel, no viven la realidad uruguaya en sus aspectos diarios, no aportan a la dinámica diaria de la vida nacional, eso está claro. Construyeron su hogar lejos geográficamente. Pero el vínculo se mantiene. La ligazón es fuerte y el sentimiento no desaparece, aunque su realidad diaria sea otra.

No es casualidad que ya nos enteramos que uruguayos residentes en diferentes puntos de Israel, se están organizando para llegar desde lejos, el lunes 25 de agosto, a Jerusalem, a fin de participar en la reunión organizada por la Embajada de Uruguay, en la que se podrá saludar al Presidente Vázquez. Llegarán desde el sur y desde el norte, simplemente para verlo, poder decirle unas palabras. Y a través suyo, para acercarse a Uruguay.

Más allá de estas emociones en las que optamos por centrar nuestro editorial de hoy, cabe destacar que todo esto se enmarca en una vieja relación de amistad y en el rol clave de Uruguay en la creación del Estado de Israel.

Cuando entrevistamos al ex Presidente Jorge Batlle para nuestro número especial sobre los 60 años de la independencia de Israel, nos dijo muy acertadamente, que no se creó nada nuevo y que Uruguay apoyó la formación independiente de una nación milenaria. Es cierto. Al mismo tiempo , la nación milenaria no habría podido concretar su aspiración de independencia nacional en el marco de la familia de naciones, como Estado soberano, sin el apoyo de los países amigos, convencidos de la justicia de su causa.

En ese marco, en esa lucha, Uruguay ocupó un lugar de honor.

Y la tradición de amistad, aunque no siempre haya significado identidad plena de posiciones ni tampoco falta de algunas discrepancias, no fue rota jamás con los cambios de gobierno. Colorados, blancos y ahora el Frente Amplio (desde la asunción del Presidente Vázquez hace algo más de tres años), continuaron agregando eslabones a esta cadena.

Aguardamos ansiosos el más nuevo eslabón de la serie, que se concretará la semana próxima, cuando el Presidente de la República Dr. Tabaré Vázquez, realice su primera visita oficial al Estado de Israel. A él, los ministros que le acompañan, a los empresarios y hombres de negocios, altos funcionarios y a los dirigentes de la colectividad que llegan con él, el mejor de los éxitos. Bienvenidos serán, sin duda, a Israel.

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo - Editorial

agosto de 2008

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