Un medico uruguayo-israeli, al alcance de los misiles, en Ashkelon.

El Dr. Pablo Boksenbaum, Director del Servicio de Cirugía Ambulatoria en el Hospital Barzilai de Ashkelon
Ana Jerozolimski

El Dr. Pablo Boksenbaum (53), Director del Servicio de Cirugía Ambulatoria en el Hospital Barzilai de Ashkelon, está bajo fuego. Hace años que pasan por sus manos de especializado anestesista, los numerosos heridos que llegan desde Sderot y los alrededores, por los disparos, desde la Franja de Gaza, de los cohetes Qassam. A Ashkelon misma, donde se halla su hospital, disparan hace dos años, pero recién en la última semana los barrios mismos de la ciudad -ya no sólo las afueras y la zona industrial- fueron colocados en la mira.

Este martes nos recibió en su despacho, mostrándonos en el camino el parlante de la alarma conectada a su servicio, “para que los pacientes sepan lo que está pasando”.

P: ¿Cómo vive un médico la situación actual, recibiendo a los heridos y ahora también bajo la mira de los misiles disparados desde la Franja de Gaza?
R: Para el hospital no es nada nuevo. Esta es una realidad que venimos viviendo desde hace ya siete años. No teníamos los misilies Grad dentro del Ashkelon propiamente dicha como ahora, pero sí en todos los alrededores, especialmente Sderot. Muchos heridos han llegado acá.

Se vive con mucha presión no sólo porque uno no quiere ver heridos, sino porque uno tiene que atender también a la población que llega en el trabajo del día a día, que no está envuelta en situaciones de guerra. No llegan sólo los heridos por bomba. El hospital no tiene un número infinito de camas, salas de operaciones y anestesistas, que es la primera línea en toda situación de resucitación y emergencia cuando llegan los pacientes. 

En mi caso, aunque ya soy jefe de servicio y he llegado al grado más alto, todavía sigo haciendo guardias, estando acá 24 horas. Doce días por mes no vuelvo a mi casa sino que me quedo en el hospital, en situaciones normales. En situaciones de emergencia, mucho más. O sea que nos partimos entre la atención a los pacientes comunes, el que tiene una hernia o un ataque de asma y el llamado de Magen David Adom de que están trayendo cuatro heridos porque les cayó un Qassam en la cabeza. Y uno tiene que dar respuesta todo el mundo, porque todos se la merecen.

P: ¿Qué te pasa por la cabeza en la situación actual, combinando tu condición de médico y de ciudadano que vive momentos de guerra?
R: Es difícil. Se habla por ejemplo de los heridos en estado de conmoción. Al principio uno puede preguntarse por qué gritan, quizás afuera no se entienda. Pero cuando ve lo que vivieron, se comprende. No es fácil saber que tenés que atender al que está aquí gritando de dolor porque le entraron esquirlas a la pierna, y a la otra pobre señora, abuela, que viene porque el cohete le cayó en la casa de al lado donde la nieta estaba jugando con amiguitos, y la mujer cuando ve a la nieta, se desploma y sufre. El daño sicológico que eso provoca no es chico, es muy grande, y también requiere tratamiento. Es difícil, no te podés despegar de todo. Tampoco cuando estás en el servicio de emergencia, en la sala de cirugía, y en el medio de la anestesia empieza a sonar la alarma llamando de vuelta “tzeva adom, tzeva adom” (que significa color rojo) y sabés que va a caer otro cohete, y no sabés si no cae acá. 

P: Ya ha pasado..
R: Así es. El miércoles pasado cayó a unos 400 metros de donde yo estaba parado, que no es nada. Yo estaba atendiendo a un paciente del extranjero en un centro que tenemos aquí, único en Israel, en el que hacemos desintoxicación de drogadictos. Estaba empezando la anestesia y de golpe oímos un “boom” muy grande, que se sentía como al lado nuestro. Es una situación muy difícil.

P: ¿Cómo describirías las reacciones de la gente?
R: Es duro decirlo, pero Israel es un país que ha aprendido de su experiencia. Desgraciadamente para el pueblo de Israel, no es ésta la primera vez que se vive una situación así. Hace ya siete años que se sufre en el sur porque le que caen los cohetes .La gente sufre, pero sufre por adentro , pero en el momento de actuar, la gente se calma y hace lo necesario. No olvidemos además que la mayor parte de la gente que trabaja en el hospital ha estado en el ejército y ya ha vivido muchas cosas. Con muchos de mis compañeros hemos sido oficiales en el ejército, también como médicos. Además, en el hospital mismo hemos hecho muchos entrenamientos desde que empezó esta situación, para poder estar prontos a lidiar con ello. Así y todo, la tensión es inevitable.

P: ¿En qué cambia el funcionamiento del hospital por esta situación?
R: Totalmente. Las cosas que son electivas, en este momento no las estamos haciendo o mejor dicho se reduce al mínimo. Atendemos solamente las emergencias .El hospital queda totalmente pronto para atender a los heridos que puedan llegar -ojalá que no- tanto por los cohetes como por la entrada de los soldados a la Franja de Gaza. Si viene alguien a la urgencia, se lo atiende como se necesita en primera instancia, pero si necesita seguir un tratamiento, se lo deriva a otro hospital. 

P: Hoy de tarde está convocada en el hospital una reunión de todos los jefes de servicio, para decidir qué medidas tomar en el marco de los preparativos especiales por la situación de emergencia. O sea que inclusive si hay un día más tranquilo, sin misiles a Ashkelon, nadie piensa aquí que la calma ha vuelto a reinar en la zona...
R: Exacto. Si hoy hubo un día más tranquilo-aunque ya de mañana cayeron dos Qassam en Sderot , causando uno de ellos terribles destrozos en una casa por un impacto directo- eso no quiere decir nada. Hace ya mucho que vivimos esta situación y sabemos cómo es la dinámica. Nuestra experiencia con esto no es buena. Sabemos que siempre hay un momento de tranquilidad y luego viene otra ola.

P: Y si hay convicción de que esa es la dinámica ¿qué significa eso en términos del concepto que uno tiene respecto al futuro en paz o en guerra? O en otras palabras ¿tu concepto acerca de cuál es la solución y cómo será el futuro, cambió a raíz de lo que ves aquí en tu trabajo en el hospital Barzilai?
R: No, para nada, no cambió. Mi visión es que hay una sola forma de solucionar las cosas, que todos los líderes decidan dejar de lado su fanatismo religioso, político, que empiecen a pensar en el bien de las poblaciones que tienen a su cargo y que quieren liderar, que se siente, hablen y terminen con todo. Otra forma, no lleva a nada. Ellos nos tiran una bomba y nosotros les tiramos otra, vuelven a tirar y nosotros tiramos dos. Eso es una ronda que no se puede terminar. Provoca rencores allá y acá. La única solución hoy es que los líderes de Hamas decidan que hacen una pausa y se sientan a hablar.

P: ¿Que reconozcan a Israel?
R: Que reconozcan y digan que no van a bombardear sino a hablar. 

Un asunto familiar

El Dr. Boksenbaum estudió medicina en Uruguay y Argentina. Se especializó en el Hospital Maciel en Cirugía y llegó a Israel en 1984 ya recibido de cirujano. Dado que en esa época no había cupos libres a raíz de los resultados de una gran huelga de médicos que había habido en el país, pero sí se necesitaba anestesistas y patólogos, optó por emprender un nuevo desafío y estudió otros cinco años para especializarse en anestesiología. En el interín se descongelaron los cupos, pero él, ya apasionado por la nueva disciplina que considera “permite que tengas en tu cabeza todas las ramas de la medicina”, optó por permanecer en ella.

Cuenta orgulloso que su padre, el Dr. Ángel Boksenbaum, sigue activo como pediatra en la Médica Uruguaya, habiendo trabajado también en el SMU, Ancap y la Marina. Sus dos hermanos Glen y Walter también trabajan en la misma institución, aunque no como médicos.

Pablo está casado con Gabriela, también médica (de familia) nacida en Uruguay, de padres italianos que iban y venían por asuntos comerciales pero que quedaron luego en el país “cuando nos conocimos en una guardia y ya nos casamos”. 

El Dr. Boksenbaum y su esposa tienen dos hijos, Karen –que está terminando secundaria- y Erik, de 19 años, en su servicio militar obligatorio.

El abierto uso de los niños

P: Tu hijo está en el servicio regular y estuvo ahora adentro, en Gaza, en el operativo militar.
R: Así es. Hace ya más de 40 días que no lo veo. 

P: ¿Qué te contó?
R: Que todo esto es muy difícil porque es una pelea muy sucia. Lo sabemos, pero para mi hijo fue la primera vez que lo ve. Es muy difícil ver a un señor del Hamas, que sale corriendo y tiene un niño en los brazos y vos lo dejás correr y ves que con la otra mano está tirando granadas. Usaba al bebé en los brazos de escudo. Es una cosa muy dura de ver. Lo vio en el primer enfrentamiento que tuvieron. El otro problema difícil que vio es que ahora, para llevar los misiles de un lado a otro, no usan coches, sino niños. Los nenes corren con los cohetes, los llevan hasta donde está el lanzador, los ponen ahí y los mandan corriendo a buscar otros .A pesar de que seas un soldado, de saber que estás peleando y que estás luchando contra el enemigo en una situación de guerra en la que te están tirando aunque Israel se retiró totalmente de la Franja de Gaza, es estremecedor.

P: Y afuera se ve otra cosa...
R: La visión que se tiene, a veces, no es la correcta de lo que pasa. Por ejemplo, podemos mirar las fotos de las manifestaciones que hicieron en la Franja de Gaza y pensar que el pueblo entero sale a manifestar lo que ellos tomaron como triunfo. Pero si te fijás a fondo, con ojo un poco más agudo que el promedio, tratando de analizar un poquito más allá, se ve una cantidad de niños alrededor de un hombre a caballo, con la banda de Hamas en la cabeza. Todo a su alrededor, niños, nada más que niños. Entonces uno piensa , yo como padre, cuando tengo que manifestar algo, ¿llevo a mis hijos adelante para que me cubran? ¿Hay que sacar a esos niños a la calle, porque sale un líder de Hamas adelante, para cubrirse? Y es lamentable que el mundo no lo ve. Los niños no están en la calle por casualidad, sino porque los padres los sacaron, para que los protejan. 

P: Y cuando esa es la situación, la visión de diálogo ¿es algo palpable, para el futuro cercano?
R: No sé si para el futuro cercano. Ojalá pudiera saberlo. Pero es lo que tiene que ser. Todos sabemos que eso es lo que tiene que ser. Las cosas no se pueden arreglar por mitades. No se puede hacer conversaciones de paz y tirarse balazos por detrás. Si se va por la vía de la paz, por la paz.. La guerra se nos complica, por consideraciones éticas, porque no queremos parecernos a la otra parte que tira los cohetes a la población civil a propósito, no al ejército. Tiran a escuelas, a hospitales. Yo lo viví acá. Y un médico de la unidad de cuidados intensivos del hospital Shifa de Gaza que habló acá por la radio...

P: El Dr. Khalil Nahal.
R: Así es. Hizo parte de su especialización aquí con nosotros en el Barzilai e íbamos a la Franja de Gaza a ayudarle , a enseñarle a usar los ventiladores para que funcione su unidad de cuidados intensivos. Y él no puede ahora decir, cuando le preguntaron si le parece bien que le tiraron un misil al hospital Barzilai donde él estudió, que “y bueno, los cohetes caen en cualquier parte, no llevan una dirección específica..”Como ellos no tienen ningún problema de ética, cuando le preguntaron sobre disparos hacia el hospital, bueno, dio a entender, que caigan nomás... Pero nosotros sí miramos eso y aún cuando enviamos a nuestros soldados, no queremos tirarles a los niños , y disparar solamente al lugar del que sale el cohete, tratamos de cuidarnos con la población civil. Hay un problema básico de conceptos de guerra, de cómo se pelea. 

P: También para la guerra hay que tener orden y reglas claras.
R: Sin duda. Y si buscamos la paz, pues que sea esa la vía. Yo digo inclusive que si decidimos que se busca la paz, pues que no haya de fondo , por detrás, operativos y ataques. Pero si se decide que ahora tiene que haber mano dura para ir a una guerra, pues lo siento, con todo el dolor en el alma, pero entonces no puedo mirar .La guerra es asquerosa, no mira, no perdona, tiene su precio. Si querés ganar la guerra, hay que saberlo. No podés ir a una guerra pensando que a éste no le pego y al otro tampoco y sólo al tercero sí, porque entonces nos pasa lo que está pasando ahora, que los señores soldados de Hamas salen corriendo con bebitos adelante y nosotros no podemos tirar. En Israel todo el mundo se pregunta por qué introducir soldados allí, por qué no mandar a la Fuerza Aérea y limpiar toda la zona desde la que nos disparan. Pero todos saben por qué, porque tenemos algo de conciencia y no queremos. Técnicamente es mucho más fácil, pero no queremos. Y no queremos tampoco otras cosas. Pero hay que tomar una decisión de una buena vez. O hacemos la guerra o hablamos. El problema es que estiramos esto como un chicle , porque todavía no hemos tomado la decisión de ponerle a esto punto final. Que cada uno decida qué es lo que más le conviene, para acá o para allá. Si seguimos así, lo estiraremos otros 50 años. Nada se va a solucionar así.

La paz en los hospitales de Israel

P: Pablo, hay guerra pero el Barzilai sigue recibiendo, como muchos otros hospitales de Israel, pacientes palestinos...
R: Sin duda. La paz la hacemos aquí en este hospital. Es una realidad surrealista totalmente. Cuando estás en un servicio atendiendo a un niño al que se le amputó una pierna por un cohete Qassam que le cayó cerca y en la sala de al lado hay un palestino que viene de la Franja de Gaza, que fue atropellado por un coche y que como no tienen la posibilidad de atenderlo, lo mandan acá. Y está la familia de la Franja de Gaza a una distancia de quizás un metro del niño al que otros palestinos le tiraron un cohete. Y nosotros, como médicos , atendemos a los dos. Y cuando subió Hamas al poder en Gaza, hubo allí una matanza espantosa, realmente tremenda. La forma que Hamas tuvo de tomar el poder fue tratando de eliminar al enemigo, no de convencerlo. Si en la calle de enfrente había una panadería de Hamas y otra de uno del Fatah, le volaban al del Fatah la suya, a él y toda su familia.

P: ¿Eso te lo contaron pacientes palestinos internados acá?
R: Así es. Y llegaron muchos. Y cuentan. 

P: Y eso crea situaciones increíbles..
R: Sin duda. Algo así vi ayer y lamenté no tener una máquina de fotos en ese momento, que era surrealista. En la sala de recuperaciones tenía un señor judío religioso, vestido con sus ropas negras, al lado de su hijo de 14 años que acaba de pasar una operación intestinal. Y a un metro de él, en la cama de enfrente, una señora también religiosa, pero árabe, de la Franja de Gaza, con su hija de 16 años que también había sido operada. La mujer también estaba vestida de negro, con todo su traje largo. La foto era de los dos vestidos de negro, una palestina y un judío, los dos en el mismo hospital, bajo el mismo techo, atendidos por los mismos médicos judíos de Israel, sufriendo los dos por sus hijos y esperando, ambos, si iba a sonar la alarma que tenemos conectada a un parlante en el servicio. Y si tienen que correr, corren todos hacia el mismo refugio. Es difícil hasta de explicarlo. Sólo acá se ve eso..

P: ¿Y qué te comentan a ti los pacientes palestinos? ¿Hablan de la situación?
R: No cabe duda, la gente quiere vivir en paz. Lo que pasa es que cuando están todos en el torbellino de la locura, no es como en el ómnibus que apretás el botón y pedís al guarda que querés bajarte. El mundo sigue girando y es difícil bajarse. Es muy difícil parar la locura. A mi modo de ver, se necesita tener mucho valor para decidir que esto lo paramos acá. En mi opinión, se necesita mucho menos valor para decidir levantar el fusil y tirarle un balazo al que está enfrente, que para decir que mejor hablo con él. Tenés que ser mucho más valiente para hacer eso, para estar dispuesto a oír lo que el otro lado tiene para decir, y aceptar que todos tenemos derecho de vivir.

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo

Ir a índice de Periodismo

Ir a índice de Jerozolimski, Ana

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio