Que no se maten entre ellos.
Ana Jerozolimski

Israel tendría que ser el primero -después de la propia población palestina- en abrigar la esperanza de que los sucesos de los últimos días en Gaza y Cisjordania, no se agraven ni se conviertan realmente en una guerra civil. Los choques armados entre hombres de Hamas y miembros de Al-Fataj, que aunque han vuelto a estallar estos días , no son de hecho verdaderamente nuevos, constituyen una manifestación extrema de la inestabilidad en los territorios palestinos. Inestabilidad en una casa, nunca puede ser bueno para sus vecinos.Cuando hay potencial explosivo, se sabe por dónde se empieza a disparar, no hasta dónde llegan las balas.

Por más que suene muy lógico eso de "el enemigo de mi enemigo, es mi amigo" -y está claro que en estos choques hay elementos más moderados y otros más extremistas que ni siquiera reconocen el derecho de Israel a existir-, el que los palestinos se maten entre ellos no soluciona en absoluto los problemas de Israel. A nuestro criterio, los agrava más aún.

Ante todo, aún sin olvidar ni por un momento que entre los contrincantes ninguno es un verdadero ángel cuyo interés primordial sea vivir en paz con Israel, nos resulta hasta moralmente chocante oir frases que algunos comentan de que "mejor que se maten entre ellos". Mientras haya terrorismo y amenaza, claro está que Israel tiene que aplicar duras medidas y defenderse, a menudo con mano fuerte y en forma drástica, inclusive cuando para hacerlo daña también a gente inocente, lo cual sucede cuando cierra los pasajes fronterizos porque hay advertencia de infiltración terrorista, pero con ello frena también a los civiles que nada tienen que ver con los ataques planeados. Pero de cara al futuro, la intención, el ideal, es vivir en paz con los palestinos. Por ende, casi a nivel de principio, de declaración, eso de que no importa qué pasa con los palestinos o si entre ellos se sacan la cabeza, nos parece, por decirlo delicadamente, reprochable.

Pero quizás lo central al tratar de analizar la situación actual y la visión israelí al respecto, es ver en cómo la violencia interna palestina puede incidir sobre Israel.

Cabe recordar, en primer término, que la posición oficial israelí es terminante: "se trata de un asunto interno palestino que ellos deben resolver". Cabe suponer que sería iluso pensar que Israel se va a lamentar si en el marco de estas luchas palestinas, mueren miembros de Hamas que han apoyado atentados, que siguen planeándolos o que rehusan concebir siquiera cambiar de línea, reconocer la existencia de Israel , los acuerdos ya firmados entre las partes y renunciar a la violencia. Que desaparezcan del escenario regional elementos radicales que no acercarán nunca la paz, no tiene nada de lamentable. Pero el análisis de la situación de violencia interna palestina actual, va más allá de ello.

En diferentes ocasiones en el pasado, choques internos palestinos fueron presentados como escenario o excusa para ataques contra Israel. Y para eso, no es necesario siquiera que los enfrentados sean rivales políticos como Fataj y Hamas. Recordamos claramente cómo en una de las etapas anteriores a las elecciones legislativas palestinas del mes de enero, había abierta tensión entre la vieja guardia de Al-Fatah (liderada por el Presidente Mahmud Abbas, conocido como Abu Mazen) y los jóvenes, especialmente en la Franja de Gaza, que discrepaban con la forma en que habían sido armadas las listas .La joven guardia exigía mayor representación y sostenía que los veteranos de Al-Fataj imponían su presencia de modo indebido. En determinado momento, los Mártires de al-Aksa, el brazo armado de Al-Fataj, decidió apoyar a los jóvenes y su advertencia fue muy ilustrativa: Si Abbas no cede, ellos atacarán a Israel.

En primera instancia, podía uno preguntarse qué tiene que ver.Pero la dinámica , la ilógica lógica interna de esa discusión, no nos sorprendió. Atacando a Israel, ponían a Abu Mazen en aprietos, le creaban una situación incómoda ante Estados Unidos, ante el propio Israel por cierto, que evidentemente respondería a los ataques y cobraría el precio a Abu Mazen.

La agudización de los choques actuales y su eventual deterioro en una guerra civil, agravaría más aún la presión interna y serviría así de tierra fértil para la intervención de elementos radicales de afuera, como Irán , que intentan azuzar más aún los ánimos, de lo cual Israel nunca saldría ganando. Además, dado que Hamas ya ha alegado que Abu Mazen "apoyado por los sionistas", trata de derrocarlos, entre las palabras y un intento de darles fuerza atacando a Israel-más que nada si la organización siente que puede llegar a perder el gobierno- la distancia es mínima. Cuando hay caos en lo del vecino, no hay con quién hablar. No hay dirección alguna ni para plantear quejas, ni para solucionar conflictos, ni para salvar diferencias.

Ni que hablar que en la situación actual, resulta difícil imaginar al soldado secuestrado, Gilad Shalit, siendo puesto en libertad. Los más extremistas-que lo tienen en su poder- lo guardarán como valiosa carta de negociación.

Claro está que Israel tiene sus preferencias. A nadie se le ocurre que desea la victoria de Hamas por sobre Fatah. El problema es cómo lidiar para fortalecer a los moderados, de modo que no intervenga realmente en algo interno palestino, precisamente porque aquí no se trata de una vecindad pasajera, sino de una vida pegada a los palestinos, lo cual nunca va a cambiar.

Al decidir cómo actuar en el terreno , más allá de decir que "ésto es un asunto interno palestino en el que no debemos intervenir", Israel debe tomar en cuenta además, que según todas las encuestas, Hamas sigue gozando de gran apoyo en los territorios palestinos, especialmente en la Franja de Gaza. Ha habido, sí, numerosas manifestaciones contra el gobierno de Hamas debido a que no ha pagado sueldos (la comunidad internacional congeló las transferencias e Israel no les entregó el dinero de los impuestos que recolectó para la Autoridad Palestina, debido a que Hamas no ha cumplido las condiciones del cuarteto internacional: reconocer a Israel, renunciar a la violencia y reconocer los acuerdos ya firmados entre Israel y la ANP).

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo

Editorial 5 de octubre de 2006

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