No tendrían que haberlo dejado entrar
Ana Jerozolimski

A Mahmud Ahmadinejad, Presidente de la República Islámica de Irán, le tendría que haber estado prohibida la entrada a Estados Unidos. Es una vergüenza que se le haya cedido el podio de oradores de las Naciones Unidas para dirigirse al mundo, y peor todavía, haberle invitado a disertar en la Universidad de Columbia.

"Esto muestra la grandeza de Estados Unidos", dijo el Presidente George Bush, en referencia a la posibilidad dada al dictador iraní de hacer uso de la palabra ante los estudiantes. Nos permitimos discrepar. Ni la grandeza ni la democracia salen ganando con la invitación a Ahmadinejad. A nosotros nos parece todo lo contrario.

La democracia es sin duda el único sistema aceptable de gobierno, porque es el único que permite de hecho una vida en sociedad que respete al ser humano como tal. Es el único digno porque es una concepción de vida que permite el libre pensamiento, la diversidad de opiniones, la posibilidad de elegir precisamente cómo vivir.

Pero tiene una falla. La única , al menos, que nos parece evidente. No siempre sabe cómo defenderse. No siempre capta dónde poner el límite . Y defenderse no es sólo desarrollar misiles balísticos o armas potentes para lanzar un ataque preventivo antes de que nos maten o para poder responder cuando se nos ataca. Defender la democracia y a los demócratas, es también impedir que quienes ven el mundo de otra forma, se aprovechen de ella .

Además, no es que con apariciones como las de Ahmadinejad en Nueva York, se esté aportando al diálogo o al acercamiento. En absoluto. Nos pareció muy acertada , en este sentido, la opinión del analista israelí Yosi Melman en el periódico "Haaretz". "No hay posibilidades de convencer a un ideólogo cuya concepción de mundo está tan clara, como lo es Ahmadinejad, perteneciente a la corriente más extremista y mesiánica del establishment religioso de su país". Melman da un ejemplo concreto: "Su extremismo se pone de manifiesto en el hecho de que su mentor y su ídolo, Muhamad Taki Basbah-Izdi, fue considerado por el fundador de la República Islámica y su líder espiritual, Khomeini, como quien debiera estar en arresto domiciliario, debido a su creencia de que hay que acelerar el fin para apurar la llegada del Mesías (Mahdi)".

El Decano que invitó a Ahmadinejad dijo que "habría invitado también a Hitler". Pues bien, valdría la pena examinar el criterio del catedrático en cuestión. Decir eso hoy, no nos parece que sea ejemplo de libertad académica sino una afirmación peligrosa, dado que ya se sabe qué hizo Hitler y de qué fue capaz. Tampoco Ahmadinejad oculta sus intenciones aunque cada tanto intente disfrazarlas.

Escuchar toda su sarta de mentiras en los foros que le han sido brindados, es no sólo preocupante, sino también patético.

En aras de "la verdad científica" destaca la necesidad de "investigar" el Holocausto "si es que sucedió". Se habrá equivocado el Presidente de la Universidad de Columbia Lee Bollinger, a nuestro criterio, al permitir que Ahmadinejad hable ante sus alumnos, pero estuvo acertado al afirmar, al dirigirse al Presidente iraní, que la negación del Holocausto es "un asunto peligroso, para iletrados e ignorantes", agregando que se trataba del "evento más documentado de la historia humana". 

Claro que no podía faltar la aclaración de que "si realmente hubo Holocausto ¿por qué los palestinos tienen que pagar por ello?". 

Los palestinos no "pagan" por el Holocausto. Los separa de Israel un conflicto duro y cruento, con elementos políticos y territoriales de por medio, con influencia religiosa, un conflicto que se habría evitado si sus líderes y los del mundo árabe hubiesen aceptado dividir la tierra entre los dos pueblos, como aceptó el liderazgo sionista ya antes de la creación de Israel. 

Pero más allá de ello, cabe recordarle a Ahmadinejad y a aquellos que lo aplaudieron-que Israel no se creó debido al Holocausto. La terrible hecatombe en la que el pueblo judío perdió a una tercera parte de sus hijos, fue sin duda un catalizador, pero la lucha de liberación nacional judía ya había comenzado, respondiendo a una ligazón ancestral con la tierra de Israel. Cuando judíos eran enviados a las cámaras de gas en Europa, antes de saberse siquiera que ello sucedía, en la entonces llamada Palestina, Eretz Israel, florecía el "ishuv" judío, con vida cultural, económica y una ejemplar búsqueda de justicia social en forma del muy arraigado sistema kibutziano.

La Tierra de Israel, en parte de la cual se creó el Estado de Israel, recibió a los sobrevivientes del Holocausto. La existencia del Estado de Israel, debe garantizar que una tragedia así nunca pueda repetirse. 

Pero en ese Estado, Israel no busca vengarse de los nazis hostigando a vecinos con los que no ha logrado la paz. No sólo porque no es esa la intención de Israel . No sólo porque los palestinos no sufrirían nada hace ya mucho de no ser por el extremismo de quienes los han liderado tanto tiempo y de figuras como Ahmadinejad que creen ayudarles a hacer respetar sus derechos, si los alientan a vivir en odio y extremismo. No sólo por eso. Israel no busca vengarse de los nazis atacando a los palestinos, ya que no existe venganza que realmente haga pagar a alguien los crímenes cometidos en la Shoá.

La única venganza posible es seguir viviendo a pesar de que quisieron exterminarnos, seguir convencidos de que hay mucho para crear y crecer, en lugar de dedicarse al odio y a la muerte. Pero eso es algo que Mahmud Ahmadinejad jamás podrá entender.

Ana Jerozolimski
Editorial Semanario Hebreo

Set/ oct de

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