"NASA no ocultará nada. Se sabrá toda la verdad"

"Dice Itzjak Maio, segundo astronauta israelí.

Itzjak Maio, de 48 años, estaba destinado a suplantar al primer astronauta israelí, Ilan Ramon, si algo funcionaba mal. De antemano, Ramon estaba programado para volar, como astronauta oficial, y Maio a ser el "astronauta de respaldo". Nadie pensaba en ese momento en lo peor y hasta ahora, el segundo astronauta tiene dificultades para captar lo sucedido.

Nacido en la localidad Kfar Hittim en la Galilea en 1954, Maio se enroló en 1972 al servicio militar regular, convirtiéndose dos años después en co-piloto en la Fuerza Aérea. Hace un año terminó formalmente su servicio y hoy en día es reservista. Durante los doce últimos años estuvo en el centro de vuelos experimentales de la Fuerza Aérea, probando cada nuevo sistema y cada nuevo avión que se estudiaba si adquirir o no. En dicho marco, voló directamente en todos los aviones de la Fuerza Aérea de Israel. Tiene primero y segundo título en Física. No descarta ser el próximo israelí en volar al espacio pero aclara a esta cronista que es prematuro hablar del tema.

P: Itzjak ¿cómo surgió tu participación en el proyecto de NASA en cuyo marco voló finalmente Ilan Ramon?

R: Mi relación con el proyecto de NASA comenzó a fines de 1997, cuando la Fuerza Aérea eligió a dos personas para participar en el mismo. Uno estaba destinado a ser el astronauta principal -Ilan Ramon- y el otro a ser el astronauta de respaldo, de apoyo, lo cual me fue encomendado a mi. En 1998 tras varias etapas de acuerdos, estudios médicos de Ilan y yo, ambos nos presentamos en NASA y comenzamos los entrenamientos. A mi me mandaron de antemano por un año. No había aún un vuelo programado y yo debía volver un año más tarde. Ilan se quedaba allí hasta que hubiera un vuelo. Paralelamente comenzó a tomar forma este experimento MIDEX Mediterranean Israeli Dust Experiment), destinado a estudiar las tormentas de polvo sobre la zona del Mediterráneo. Al volver a Israel, después del año en el que estuve en Estados Unidos, el vínculo con la gente involucrada se estrechó y de hecho durante la misión, mientras Ilan estaba en el espacio, yo era parte del equipo que se encontraba en el centro de control del experimento en Washington. Desde allí servíamos de apoyo a los astronautas y llevábamos a cabo la parte destinada precisamente a hacerse desde Tierra.

P: ¿Tu llegaste a estar un año en los entrenamientos ?

R: Yo estuve un año en Estados Unidos con la familia. Como no había fecha para un vuelo del "Columbia" no tenía sentido quedarse todo ese tiempo. Volví a trabajar en el Centro de Vuelos experimentales de la Fuerza Aérea. Cada tanto viajábamos a Estados Unidos por este proyecto del experimento israelí. En NASA, en el último año o medio año antes del vuelo, llevan a cabo entrenamientos que incluyen a todos los participantes, de modo que en la misión cada uno tenga ya muy claro qué hace y cómo. Eso estaba muy claro en esta última misión. Se entrenaba a todos los equipos por la eventualidad de una falla, no sólo en cuanto a los participantes, a la gente, sino también al sistema. Eso es un tema muy desarrollado en NASA.

P: Con eso ya llegamos a las especulaciones sobre qué puede haber pasado en el accidente que terminó con el Columbia.

R: A mi me chocó en cierta medida el hecho que cinco minutos después de la tragedia, la gente ya empezó a hablar de fallas y cosas que anduvieron mal. En Israel eso es muy evidente, pero no sólo acá. No dieron chance, no dieron tiempo de estudiar la situación. Hay que dar a NASA el respeto necesario para que puedan ocuparse del tema e investigar lo sucedido. No hay que apresurarse a sacar conclusiones. Sé que hay mucha gente que habla porque no carga con ninguna responsabilidad de nada y no les importa. Si dentro de una semana se ve que no tenían razón, dirán "perdón" y nada más. Pero eso está de más.

P: ¿Es difícil concebir hoy que se haya actuado en forma indebida con el Columbia?

R: El énfasis que pone NASA en la seguridad de la tripulación es inmenso. Es algo que está muy enraizado en la mentalidad de NASA y me cuesta creer que haya habido alguna negligencia. Ante todo, todo está programado y armado de modo tal que si sucede algo, siempre hay con qué sustituir. Los sistemas están hechos de acuerdo a este principio. Mientras en un automóvil, si se rompen los frenos no hay que hacer y hay que cambiarlos, en un transbordador es diferente. Hay varios sistemas de respaldo y reglas que indican claramente cómo proceder cuando sucede algún imprevisto. Este tema es cardinal en NASA y se hace de modo tal que se logra dar a los astronautas una sensación de gran seguridad. Confían en el sistema, en las instrucciones y en todos los equipos que forman parte del trabajo.

P: Aún se está investigando, pero ¿tu no concibes que NASA se haya percatado de que había alguna falla fatal y aún así no haya actuado debidamente?

R: Es difícil decir algo ahora en forma categórica, pero según lo que yo he conocido en NASA, no me parece probable que haya habido algo de ese tipo que haya conducido a esta tragedia. Realmente me costaría creerlo. Yo estoy seguro que si se hubieran percatado de una falla fatal, habrían intentado muchas opciones de solución. Hay un ejemplo clarísimo: el Apollo 13. Ya a los comienzos del vuelo se descubrió una falla bastante seria. Hicieron de todo, lograron improvisar de modo increíble y finalmente lograron devolver a los tres tripulantes a Tierra, a pesar de que las condiciones eran sumamente difíciles. Creo que ese fue uno de los grandes hitos de NASA, Apollo 13, porque supieron lidiar con situaciones extremas, sin demasiado tiempo a su disposición y mientras la nave estaba a gran distancia de aquí. Los ingenieros de NASA lo hicieron trabajando de forma increíble, no como hoy con computadoras portátiles para todo. Yo creo que si en NASA se hubieran percatado ahora de un desperfecto fatal, habrían intentado hacer algo, habrían pensado cómo devolver la nave,

seguramente no la habrían ocultado diciendo que "todo estará bien". Esa, en mi opinión, no es la política de NASA.

P: ¿Quizás el problema es que se haya evaluado equivocadamente una información existente, que se haya pensado que no sería clave para la seguridad del vuelo y finalmente sí lo fue?

R: En eso nadie puede juzgar y lo único que cuenta es el resultado final. Pero no lo sé. No puedo hablar sin la información. Hay que dejar que investiguen y llegarán a la verdad. De lo que yo conozco ese sistema, no tengo dudas de que pondrán todo sobre la mesa. No ocultarán nada. El tema de los resultados abiertos es claro y no esconderán las conclusiones. Además debemos comprender que cuando se esconde algo, finalmente las fallas se repiten y que de todos modos es mejor admitir si algo anduvo mal. De esa forma se aprende más y se evita volver a los mismos errores.

P: ¿Puede entonces haber habido un error de los ingenieros, del control, de alguien del sistema?

R: Entiendo que resulta muy exótico y atractivo empezar enseguida a criticar y revelar supuestas equivocaciones, ya que eso vende bien. Pero además hay que tener en cuenta otro elemento: es imposible que en un sistema humano no haya jamás errores. Lo importante es tratar de que haya la menor probabilidad de que éstos ocurran. Si sabemos que puede haber errores y tratamos de reducirlos al mínimo, se está actuando debidamente. De todos modos, aunque hipotéticamente es posible, a mi no me parece que haya habido aquí decisiones equivocadas.

P: Al terminar ese año de entrenamientos ¿ya estabas en condiciones de volar al espacio si Ilan no lo hubiera podido hacer?

R: No era de acuerdo a los entrenamientos que se determinaba quién volaría. De antemano Ilan estaba destinado a volar y yo a ser su sustituto si pasaba algo. Si él se rompía una pierna o tenía otro problema médico, yo habría ido en su lugar. El tema no es el de los entrenamientos. Hay que entender que hasta que se llega allí la gente –no sólo nosotros- pasa muchas etapas de clasificación. El que llega allí para ser astronauta, podrá volar. Los entrenamientos sólo tienen como objetivo permitir que los astronautas conozcan bien los sistemas con los que tienen que lidiar. No vi allí a nadie que tuviera tantas dificultades como para que le dijeran que no puede volar.

P: Cuando se vuelva a volar e Israel envíe un nuevo astronauta al espacio, ¿tú serías el elegido?

R: No soy yo quien puede responder a eso. La verdad es que creo que sería mejor no hablar ahora de ese tema, no porque yo estoy involucrado, sino porque no es oportuno hacerlo. Pasamos una experiencia difícil y siete personas murieron. Creo que no tenemos que apresurarnos. No es obligación decidir ahora al respecto. Hubo aquí una catástrofe y hay que estudiarla y ver cómo sucedió y por qué. Además, desde el punto de vista emocional, si hablamos de un sueño que se hizo añicos, pues tenemos que recoger los trozos, lentamente. Veremos luego. El espacio está allí y permanecerá donde está. Nada se escapa. Demos primero los honores a las familias, dejemos a NASA estudiar todo y en el futuro veremos qué hacer. Ahora es demasiado temprano.

P: Itzjak, desde la catástrofe del "Columbia", Israel lloró con especial fuerza la muerte de su primer astronauta ,Ilan Ramon. Al mismo tiempo se oían voces preguntándose por qué tanto duelo a nivel nacional, por qué no existe la misma repercusión si muere un joven soldado en un combate en cualquier lado. ¿Qué opinión te merece este punto?

R: Esa pregunta se excede de lo que yo puedo responder en base a mi relación con Ilan o con este proyecto. Dejando a Ilan de lado, está claro que cuando muere alguien que estuvo expuesto a los medios, que apareció en las pantallas y se hizo conocido, eso tendrá una repercusión más destacada que otros casos. Creo que en el caso de Ilan, más allá del dolor personal por él y de la pérdida humana, está también la dimensión que da el hecho que esto era algo diferente, que él había llegado al espacio. Mucha gente sintió que cuando él despegó, parte de Israel despegó con él, que él había cumplido también parte de sus sueños. Por otra parte, cuando muere un soldado en combate, el dolor es terrible y probablemente se trate de alguien mucho más joven. Ilan alcanzó prácticamente a cumplir un sueño y tuvo una vida feliz. El soldado que muere sabemos que también nos representa, pero la situación es diferente a la que se creó cuando Ilan voló al espacio. Pero está claro que cuando uno analiza el entorno más reducido, el marco inmediato a quien muere, no hay ninguna diferencia en el dolor. De todos modos, recordemos: quien determina la diferencia son los medios de comunicación con la forma que dan a la cobertura. El dolor, sin duda, es el mismo. Y sería mejor que nadie muriera.

P: ¿Qué sentiste al ver las imágenes del "Columbia" desarmándose en camino a Tierra? ¿Comprendiste enseguida lo que estaba pasando?

R: Pienso en eso todo el tiempo y la verdad es que hasta ahora me resulta difícil cree que eso sucedió. Uno recuerda las imágenes -y en la sala de control en Washington veíamos todo el tiempo qué hacían- y aunque puedo entender, no puedo creer lo que pasó. ¿Cómo puede pasar algo así? No lo creo.

Además, como sabía que Ilan estaba en el espacio y que faltaba varios días para volver a verlo, la idea del tiempo es distinta. Pero pasan los días y siete personas que volaron, desaparecieron. Y uno lo veía en una pantalla fría de televisión. Ahora me cuesta aceptar lo que pasó. Quizás el tiempo ayude.

P: Todos parecían haber respirado aliviados después del buen despegue que hubo, pero finalmente la tragedia fue al regreso, con el aterrizaje...

R: La verdad es que ahora me parece que ningún lugar es seguro. Realmente se decía así, pero no sé. También en NASA saben que el despegue es peligroso, que el aterrizaje lo es. Saben que el espacio es peligroso. Cuando llegan y todo anda bien, parece que las cosas andan perfecto, pero puede pasar un pequeño meteorito, hacer un agujero en la nave y todo se convierte en una desgracia. No hay ningún sitio seguro, pero tal como dije antes, en NASA desarrollaron tanto los sistemas como los procesos de modo tal que puedan responder a la mayor parte de las situaciones que se pueden crear. Es difícil decir que el despegue es más peligroso que el aterrizaje. Cada parte tiene sus riesgos, aunque son quizás peligros diferentes. A decir verdad, también es peligroso andar en auto en la carretera o quizás más aún estar parado en el semáforo. Lo que yo aprendí en mis años en la Fuerza Aérea, estando cerca de sistemas en algo parecidos a un transbordador, es que nadie es inmune. No existe nadie que pueda estar seguro de que no le pasará nada. Puede suceder algo también a los mejores. No se puede pensar que a uno nunca le va a suceder nada, pero al mismo tiempo uno no puede vivir esperando ver de dónde le cae el golpe. En el caso de Ilan, parte del golpe se debió a que todo había funcionado tan bien, andaba sobre ruedas, que parecía imposible que sucediera lo que sucedió. No creí que algo así podría pasar. Es parte de mi problema, de mi dificultad de aceptarlo.

P: ¿Se alcanza a sentir miedo?

R: Es bueno tener miedo, porque así uno aprende a lidiar con eso. Quizás eso ayuda a saber qué hacer para sentirse más seguro. De esa forma uno aprende mejor qué le puede suceder y cómo solucionar eventuales problemas.

P: ¿Crees que los astronautas a bordo del "Columbia" alcanzaron a temer, a comprender lo que estaba sucediendo?

R: No creo que sea oportuno plantear ahora esa pregunta. Además, al pensar en eso resulta más difícil lidiar con esta situación.

P: ¿Qué es lo que resulta desafiante en el espacio?

R: Muchas cosas. El tema tiene varios aspectos. Hay aquellos para los cuales el desafío es que el espacio está lejos, que es algo distinto. Pero por supuesto el primer desafío es ver cómo llegar allí. La respuesta la dan los científicos, los ingenieros. La pregunta básica es por qué llegar allí. El espacio es mucho mayor

que nosotros y más complejo. Somos sólo una pequeña parte del mismo y mientras aprendemos sobre el espacio de hecho aprendemos más sobre nosotros mismos y por qué estamos aquí. El espacio cercano es en realidad sólo una etapa para ir más lejos y ver más. Podríamos limitarnos a nuestro pequeño pantano y no sacar la cabeza hacia afuera. El ser humano salió, navegó, voló y conoció lugares nuevos. El espacio es otra etapa en la que la humanidad sube una escalera y sigue subiendo.

P: Después del accidente, había sectores conservadores que decían que volar al espacio es casi como desafiar a Dios al no respetar fronteras, al querer llegar al más allá......

R: Ese argumento va contra algo básico del humano, que es la curiosidad en su sentido positivo. Uno no puede vivir en determinado círculo del cual decide de antemano que no saldrá. No se puede trazar una línea fuera de nuestra casa y decidir de antemano que ese es el horizonte que nunca cruzaremos, que lo que está del otro lado no nos interesa. Hay que salir e investigar, aunque creo que puede haber discusiones sobre la técnica, sobre si es necesario hacerlo con vuelos humanos o con máquinas. Y si alguien va más allá y dice que no hay que llegar al espacio de ninguna forma, les recuerdo que sin eso no podrían hoy hablar por teléfono. La mayor parte de las tecnologías actuales se hicieron posibles gracias a científicos curiosos que quisieron investigar. Es muy fácil vivir en la sociedad del siglo XXI, decir que es suficiente y que no se necesita más. Eso significa detener el desarrollo.

P: El Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, General Dan Halutz, dijo poco después del atentado que el espacio es un área en la que hay que estar presente para no dar marcha atrás.¿Así lo ves tu también?

R: Comparto cada palabra. Y si nos preguntamos además por qué un astronauta israelí debe participar en ello, yo diría que es una declaración de intenciones. Si Israel envía un astronauta al espacio, ello significa que proclama que quiere ser parte del esfuerzo tecnológico de países serios. Eso también incluye la construcción de satélites y demás. Un astronauta israelí es parte de todo el complejo. Dicho sea de paso, no debe ser una meta en si misma, sino parte de la dirección que emprende el país. La alternativa es quedarnos encerrados en el Medio Oriente.

P: Ilan Ramon era evidentemente muy consciente del simbolismo que encerraba su vuelo al espacio. Supo destacar los símbolos judíos, el mensaje de la supervivencia en el holocausto.¿Qué te pareció ese aspecto?

R: Yo tenía claro que eso era lo que se esperaba de Ilan. Y estuvo perfecto que se comporte de esa forma.

P: ¿Por qué te eligieron a ti como suplente?

R: No tengo ni idea.. No fui parte de la comisión que lo decidió, aunque luego entendí sí cuáles eran los criterios. Pero también otras personas podían responder a esos criterios.

P: Pero por algo optaron por Ilan como oficial y por ti como su respaldo. ¿Los criterios son claros?

R: Los criterios son establecidos por NASA. Uno de los requisitos más claros es tener primer título en Ciencias Exactas, Ingeniería o Medicina, algo que tanto Ilan como yo teníamos. Otro criterio que ponía la Fuerza Aérea era experiencia en vuelos. Dado que era la primera vez para Israel, tomaron gente con experiencia. En Estados Unidos no sé si hay limitación de edad, pero no se ve allí gente menor de 30 años aproximadamente. Creo que eso realmente es una ventaja porque llega a algo así una persona que ya pasó ciertas cosas en la vida. Eso no significa que una persona joven no esté capacitada o no pueda ser astronauta. De hecho hasta tiene más potencial, dado que la persona más adulta ya concretó parte de ese potencial, pero la contraparte es la experiencia. En realidad se ve hoy astronautas que aún andan por NASA y se disponen a volar y ya rondan los 50 o más. Y en realidad no hay motivos para que no sea así, dado que las exigencias fisiológicas no son tan duras. Uno no debe ser un atleta olímpico para viajar al espacio. Pero la experiencia es tan importante que permite hacer las cosas como se debe.

P: ¿Volar al espacio era también para ti un sueño de niño, como dijo mucha gente en los últimos días?

R: La verdad es que no. Este mundo siempre me atrajo y me maravilló, pero no pensé que haría más que leer libros sobre el tema. Parecía algo muy lejano, que sólo Estados Unidos y Rusia pueden concretar. No parecía que nosotros pudiéramos hacerlo.

P: ¿Y cuando te ofrecieron ser astronauta?

R: Me gustó mucho la idea.

P: ¿Dudaste en algún momento?

R: No demasiado. Quería por supuesto consultar con mi esposa no tanto por el cargo mismo sino por lo que eso significaba en cuanto a lo que exigiría a la familia. No es sencillo decir que uno deja todo lo que está haciendo y se desplaza a otro sitio. De todos modos, habría sido muy extraño rechazar algo así. Y de hecho, unos años después, yo dejé ese puesto de "astronauta de respaldo" o suplente, precisamente por la problemática que eso suponía para la familia. Yo estaba destinado a estar allí un año y lo hice. De hecho estuve más

de un año, pero más tarde, cuando tenía que volver a Estados Unidos, ya fue difícil. Era duro estar solo mucho tiempo y era difícil también llevar nuevamente a la familia, con los niños en medio del año de estudios. Un año antes de ir a EEUU, nos habíamos mudado aquí, a Yehud, de otro sitio donde habíamos vivido durante 9 años. Mi hijo del medio cambió en cuatro años cuatro veces de escuela, de zona, de gente. Y tuve que decidir. Ser astronauta era importante, era un gran sueño, pero me pareció -y eso es muy personal por supuesto- que la familia era más importante todavía.

P: Ahora, formalmente, ya no eres astronauta suplente.

R: Me retiré pero seguí siendo parte del equipo encargado del experimento.

P: Israel ya alcanzó de hecho un lugar destacado en este ámbito de la investigación espacial.

R: Sí, muy destacado. Un astronauta israelí agrega a eso una nueva dimensión. Es otro trozo del rompecabezas, que empuja al país hacia adelante. Creo que uno de los significados de este proyecto era hacer saber a nuestro público –que realmente suele lidiar con realidad más difíciles que las que enfrentan otras poblaciones del mundo- que tienen de qué enorgullecerse y que también pueden salir de esto y mirar hacia arriba.

P: ¿Necesariamente tienen que ser pilotos los astronautas? ¿Es como pensar que ya que vuelan, pues volarán un poco más arriba?

R: No se puede decir que sólo gente de la Fuerza Aérea puede hacerlo. Tanto en Estados Unidos como en Rusia los primeros en el campo fueron realmente pilotos, pero hoy en día, gran parte no lo son, al menos no pilotos profesionales. Este proyecto comenzó con un involucramiento de la Fuerza Aérea y por eso se dio así, con gente suya. Si dentro de 30 años Israel tiene una agencia espacial grande con participación de más gente, no veo por qué astronautas israelíes tengan que ser sólo de la Fuerza Aérea. Pueden ser civiles, miembros de la agencia espacial. También mujeres.

P: En Estados Unidos ya es común. De hecho la primera astronauta judía norteamericana fue una mujer judía, Judith Reznick, que murió en el accidente del Challenger en 1986.

R: En Estados Unidos hubo varias. Judith Reznick era muy apreciada como astronauta sería y profesional. Pero hay muchísimas. El tema de analizar según si hay hombres o mujeres es irrelevante en Estados Unidos. No hay una cuota para mujeres o para hombres. El criterio no es ese. Lo que determina es que sean buenos. Así es al menos en NASA. Mujeres astronautas tienen cargos importantes en el sistema y lo que lo determina es el talento, la capacidad personal, no el sexo.

P: ¿Cómo los recibieron a ti y a Ilan, dos astronautas israelíes, extranjeros?

R: También para los norteamericanos fue algo nuevo, que les llegue gente que no conocían. Ha habido otros extranjeros y seguirá habiendo. Nos recibieron muy bien. Además, había entre ellos muchos pilotos que habían oído hablar de la Fuerza Aérea israelí y con ellos enseguida había un idioma común. Nos sentimos cómodos rápidamente.

P: ¿Los entrenamientos tuvieron lugar también dentro del propio "Columbia"?

R: Hay numerosos entrenamientos pero no tienen lugar en el transbordador mismo. Se hacen simulando distintos sistemas o en una instalación simuladora que es una copia idéntica de la nave.

P: ¿Qué es lo que más impresionaba al entrar al Columbia?

R: Algo que me impresionó enseguida fue la gran cantidad de botones, palancas. Hoy en día, cuanto más avanzados son los aviones, menos botones hay. Se trabaja mucho con pantallas de computadora. Pero en los transbordadores, hay que recordar que fueron planeados y hechos hace mucho tiempo, aproximadamente 30 años, por lo cual su activación parece menos "elegante". Si hoy en día uno entra inclusive a un avión F-16, es muy diferente. Pero en los entrenamientos entendí por qué hay tantos elementos: porque cada sistema

tiene otros que lo respaldan, que lo sustituyen si hay un problema. También se puede usar recursos de un sistema para otro, pero es necesario saber , para ello, cómo manejar todo. Hay que poder llegar a los elementos más básicos

de cada sistema, para que la misión finalmente tenga éxito. Me impresionó pues la cantidad de botones y palancas, pero finalmente uno aprende cómo usarlos y comprende para qué están. Es por eso que los entrenamientos son prolongados. Pero es muy importante.

P: Itzjak, hablábamos antes de sueños de niños. ¿Qué mensajes enviarías, como segundo astronauta de Israel, a los niños de hoy?

R: Cada uno debe ser lo que es y eso incluye sus sueños. Quien desea ser astronauta, que sepa que ese es un hermoso sueño. Me alegrará que muchos niños logren concretarlo y la verdad es que sus posibilidades no son pocas, en comparación con las que yo y mi generación teníamos. Dentro de 20 años, cuando ellos estén en la edad adecuada, cabe suponer que habrá no pocos vuelos al espacio, quizás inclusive vuelos civiles, comunes. Pero si no desean ser astronautas, está bien. Si uno quiere ser médico, astronauta, lo que desee, que lo haga bien. Pero que se sientan plenos con lo que hacen. Eso es lo más importante.

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo

febrero de 2003

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