Este fenómeno no nace en el vacío
Ana Jerozolimski

Ashkan Dejagah no es el primero. Este jugador de fútbol nacido en Irán, radicado con su familia, como exilado, desde pequeño en Alemania, nacionalizado ya alemán y hoy miembro del plantel profesional del Wolfsburgo en la selección Sub- 21 (menores de 21 años), se niega a jugar un partido en Israel.

Días atrás anunció que se niega a jugar en Tel Aviv, contra Israel, por la Eliminatoria de la Eurocopa 08, de la categoría. "Tengo más sangre iraní que alemana por mis venas. Lo hago por respeto", declaró. 

La Asociación alemana de fútbol le dio "permiso" para que no viaje con su selección, tal cual nos explicó Ruben Friedmann, nuestro colaborador deportivo, que conoce en detalle todo lo relacionado a la materia. La comunidad judía de Alemania, mientras tanto, exige que expulsen de por vida al futbolista iraní de la selección.

No es el primero decíamos. No es el primer deportista musulmán que ni siquiera en el deporte logra superar sus prejuicios, sus odios, sus fobias radicales contra Israel .

Hemos escrito en estas páginas en más de una oportunidad que una cosa es tener exigencias legítimas en las negociaciones, reivindicaciones y quejas contra Israel. Más de una, sin duda, justificada. Israel, por cierto, tiene no menos.

Pero otra cosa muy distinta es educar al odio o al menos, en la versión más moderada de las cosas, no educar hacia la necesidad de diálogo como única opción de búsqueda de la paz.

Pero la problemática, evidentemente, no viene sólo del lado palestino. 

Y para ilustrar el tema, recurrimos a los valiosos conocimientos de nuestro colega especializado en el tema deportivo, el ya mencionado Ruben Friedmann.

Tras darnos unos datos del caso del jugador iraní en Alemania, agregó: "Hay un caso similar de un jugador egipcio, Ahmed Hassan (32) , miembro del seleccionado nacional egipcio, que juega ahora en el Anderlecht de Bélgica. El sorteo de este martes de la Copa UEFA le deparó a los belgas que jueguen contra Hapoel Tel Aviv. Lo que salvó al egipcio es que el partido se jugará en Bruselas, lo que no impidió que declare a los cuatro vientos que si el sorteo era al revés y su equipo tenía que viajar a Tel Aviv, él nunca hubiese venido a jugar".

Cabe recordar, por las dudas, que se trata de un egipcio, o sea ciudadano del primer país árabe que suscribió paz contractual con Israel, hace ya casi tres décadas.

Lamentablemente, hay otros ejemplos relacionados justamente a Egipto, esta vez en la Ronda Mundial de Esgrima disputada en El Cairo en el mes de julio. Así nos describió Ruben lo sucedido.

"Los israelíes Lidia Jatuel y Tomer Or lograron subir al podio. Tomer Or ganó la medalla de oro y se estila en la entrega de medallas que se izan las banderas de los países de los tres primeros clasificados y al mismo tiempo se irradia el himno del país ganador. En el caso de Tomer Or, los egipcios adujeron que no tenían la grabación del a Hatikvah. No hubo ninguna persona de la organización que se digne a izar la bandera israelí, que al final fue izada por uno de los entrenadores israelíes.

La delegación israelí presentó una dura protesta y al otro día los egipcios se la comieron doble: no sólo que Dalia Jatuel ganó en Florete, sino que esta vez la embajada israelí en El Cairo les pasaron el CD del Hatikvah a la delegación israelí y los egipcios no tuvieron otra alternativa que cumplir con el protocolo.

Los que no cumplieron con el protocolo fueron gran parte de los aficionados egipcios presentes en el Pabellón Deportivo de El Cairo, que ni siquiera se dignaron a pararse cuando se irradiaba el himno israelí".

Y volvemos a Irán.

Ruben continúa su explicación: "Son muy conocidos los ejemplos de los yudocas iraníes que se negaron a enfrentar a los yudocas israelíes en los anteriores campeonatos del mundo y prefirieron ser sancionados por la Federación Internacional de Judo a tener que "perder" en el enfrentamiento deportivo".

Estas actitudes pueden ser iniciativas particulares en un momento determinado, pero derivan de una idiosincrasia, de un ambiente, de una educación determinada. Nadie nace odiando, demonizando a otros a los que ni siquiera conoce. La prueba de ello la dio, en el caso de los yudocas iraníes, el Ministerio de Deportes iraní, que hasta les concedió una medalla de honor miles de dólares de premio en efectivo como compensación por no haberse presentado a la competencia con tal de no tener que competir con israelíes.

Lo que hay de fondo, no es la defensa de los derechos palestinos, ni la lucha por la libertad o el apoyo a tal o cual frontera que deba ser acordada. Lo que hay de por medio, no es Cisjordania ni tampoco Gaza. El problema no es el gobierno de Olmert o la línea del ministro de Defensa Barak. Esos, son temas aparte.

Pero lo básico, lo de fondo, lo que determinó que Israel nazca ya en medio de la guerra y deba seguir luchando hasta hoy, es la intransigencia y el fanatismo .

Israel pierde con todo esto. No hay duda. Nadie gana del boycott. Pero los demás pierden más todavía. Que vengan a recorrer las universidades, hospitales y centros de investigación científica y de desarrollo agrícola de Israel, y lo comprobarán enseguida.

Ana Jerozolimski
Editorial Semanario Hebreo

Set/ oct de

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