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Entrevista al Profesor Gerardo Caetano 
(Ana Jerozolimski- Ramallah)

P:  Tras meses de expectativas, temores de unos y certezas de otros, el pueblo uruguayo habló en las urnas. ¿Pero se puede decir que habló con claridad? 

R: Yo creo que habló con mucha claridad, lo que ahora hay que hacer es tratar de entender con precisión su mensaje o, mejor, sus mensajes. El electorado no es un actor monolítico, homogéneo, no lo es en una democracia como la que vivimos. Por suerte. Entonces, hay que hablar de mensajes en plural.

En esa perspectiva, ha habido una votación muy buena, en algún sentido formidable, del Frente Amplio. Ha obtenido el 48, 16 % de los votos emitidos (de acuerdo al 100% del escrutinio primario, sin los votos observados), lo que se acerca al 50% de los votos válidos. Ha ganado en once de los 19 departamentos, en departamentos claves (Montevideo, Canelones, Maldonado, Paysandú, Salto) y en otros inesperados (San José, Colonia, etc.). Ha obtenido mayoría legislativa propia, 16 senadores y 50 diputados. Es un panorama político de ratificación de su primacía política, lo que profundiza su sentido después de haber gobernado por primera vez. El P. Nacional ha votado mal, por debajo de sus expectativas, perdiendo dos senadores y seis diputados y obteniendo resultados que en muchos departamentos están muy por debajo de las expectativas razonables. El P. Colorado ha obtenido una excelente votación, que lo saca de una situación de marginalidad política (con sólo el 10% de los votos y del Parlamento) y lo proyecta a una nueva situación mucho más competitiva (16,90% de votantes, 5 senadores y 17 diputados). 

Profesor Gerardo Caetano

La ciudadanía no le ha dado la victoria en primera vuelta al FA pero lo deja en los umbrales de ganar la presidencia en el Balotaje. La ciudadanía confirma que grosso modo hay un país con dos grandes bloques competitivos (lo que no es lo mismo que hablar de bipartidismo, formato que por el crecimiento colorado se ha deteriorado), aunque uno de ellos mantiene la primacía. De todos modos y en cualquier hipótesis, la ciudadanía reclama –y ese es uno de los grandes mensajes del domingo 25- más y mejor negociación política entre gobierno y oposición.

P: ¿Qué significado tiene el  hecho que el Frente Amplio haya ratificado, con márgenes más estrechos, su mayoría parlamentaria?  Si no la hubiera obtenido,  aunque Mujica gane en noviembre ,¿ eso era una gran nube para la gestión de gobierno?

R: En verdad creo que hay que ver este tipo de asuntos con mayor perspectiva histórica. Desde 1919, con la vigencia de la segunda Constitución, muy pocos gobiernos tuvieron mayoría legislativa propia de su partido. El gobierno en el Uruguay contemporáneo ha sido por lo general cogobierno, con espacios de negociación ampliada entre partidos o entre sectores de los mismos. Una y otra vez he repetido que al país no le hace bien congelar la idea de que sólo hay gobernabilidad si el FA gana con mayoría propia o si hay coalición entre blancos y colorados. Si seguimos pensando así, contra lo que se opina, finalmente crearemos artificialmente problemas de gobernabilidad.

 El país necesita puentes entre los grandes bloques en que está dividido el sistema político. Hay reformas estructurales que el país necesita con urgencia, que no pueden resolverse por mayorías estrechas, que requieren grandes márgenes de apoyo. La fórmula presidencialista del FA anunció antes del domingo de las elecciones legislativas 4 grandes temas para configurar políticas de Estado, el P. Nacional habló de pacto nacional.

Se leen los programas y se advierten coincidencias importantes. Tenemos muchos antagonismos negociables. Por allí también hay que caminar. Por cierto que es un dato muy importante para el FA haber logrado mayoría parlamentaria, pero tal vez lo más importante de ello es que le permite negociar gobierno con la oposición con más fuerza y oportunidades. Y la oposición debería responder como no lo ha hecho en estos últimos cinco años.

Ya no podemos tener entes autónomos y servicios descentralizados sin integración de la oposición. Se tienen que obtener las mayorías parlamentarias necesarias para renovar la integración de los organismos de contralor, no podemos seguir con su integración de hace casi tres lustros atrás. Hay una nueva realidad política, reconozcámosla y abramos un margen de negociación y de cooperación para afirmar, no en todos los temas pero sí en algunos que deben despartidarizarse, políticas acordadas o por lo menos con mayorías más amplias.

P:    ¿ES posible, en la situación actual, decir quién tiene más probabilidades de ganar? Lo pregunto ya que el tema va más allá de la suma de porcentajes  de las posibles alianzas.

R: Yo creo en verdad que los resultados que emergieron de las urnas el pasado 25 le otorgan un claro favoritismo al candidato del FA. La base electoral con la que José Mujica ingresa en esta etapa del balotaje lo deja en los umbrales de la mayoría, el que se haya ratificado mayoría legislativa propia consolida uno de sus principales argumentos que es la defensa de la estabilidad. Es muy difícil para Lacalle pensar en una estrategia efectiva para disputar en clave competitiva este escenario.

Esto por cierto no quiere decir que el resultado ya esté y que el 29 sea solo un trámite. Campañas son campañas y la única encuesta que vale son las urnas. Pero, la obtención de mayoría legislativa propia me parece que consolida un cuadro ya de por sí muy favorable para el oficialismo, para José Mujica que, no nos olvidemos, es el candidato del partido de gobierno, lo que también pesa, pues el gobierno mantiene índices de popularidad muy elevados. Como se ha visto, estos niveles de aprobación de Vázquez no se transfieren automáticamente a Mujica pero sin duda contribuyen a aumentar sus chances. En resumen, aunque responsablemente no pueden descartarse hipótesis y que las campañas influyen, todos los análisis convergen en un escenario de balotaje muy favorable para Mujica.

P: Otra pregunta, que  quizás sea muy similar a la anterior, pero en otras palabras….¿Podemos hablar de que Lacalle puede ya contar a los que votaron a Bordaberry como quienes automáticamente lo apoyarán con tal de que el Frente no gane?

R: Como dijo el propio Lacalle, que es un político muy avezado y que tiene mil batallas en sus espaldas, luego de una elección nadie puede creer que los votos son suyos. Hay márgenes de libertad y autonomía de los ciudadanos que hacen que estos no obedezcan como máquinas lo que dicen sus dirigentes, por más que las orientaciones de estos pesen. En ese sentido, hay un nuevo escenario en que si bien no son esperables grandes sorpresas en las inclinaciones y tropismos del electorado, tampoco pueden hacerse sumas exactas.  

Por cierto que esto vale para todos. Pero, aun con esos márgenes de oscilación previsible, las grandes tendencias que se advierten tras el 25 de octubre favorecen a Mujica. El FA le ha sacado casi 20 puntos de ventaja al P. Nacional y con sus votos supera por más de tres puntos a colorados y blancos juntos. Sobre ese cuadro se suma ahora el peso político y simbólico de la mayoría legislativa propia. Repito, sin determinismos ni automatismos, sin ninguna hipótesis descartada a priori, todo indica a Mujica como favorito y muchos factores complejizan la competencia para Lacalle. Pero, las campañas, como los partidos de fútbol, hay que jugarlos y darlos por ganados antes de jugarlos suele no ser una buena estrategia, en especial para los favoritos.

P: ¿Cuán importante es la personalidad y el “enganche” de Lacalle y Mujica  de ahora en más?

R: Sin duda que ha sido y es muy importante, aunque el cuadro de personalización de la política se da en nuestro país, a mi juicio afortunadamente para la fortaleza democrática, dentro de un cuadro de solidez de los partidos. Esta elección confirma esto. Con dos candidatos muy fuertes en su identidad, con una percepción pública de polarización, con dos candidatos principales que despiertan apoyos fervorosos pero índices de rechazo amplios, la fuerza de los partidos se ha confirmado. Esto es muy claro respecto al FA pero en más de un sentido, también lo es para el P. Nacional.

Los partidos en el Uruguay muy difícilmente se “desfondan”, solo en ocasiones dramáticas (como lo fue el 2004 para el P. Colorado) oscilan dramáticamente en sus apoyos, no desaparecen de una elección para otra, como ocurre en buena parte de América Latina. La personalidad de los candidatos, en este caso de Mujica y de Lacalle, es un elemento de creciente importancia sin duda, pero atrás de ellos hay partidos y acumulaciones políticas aun más decisivas. Y esto último también juega en ese escenario algo extraño del balotaje. No se trata de “barajar” y dar de nuevo.

José Mujica

Luis Alberto Lacalle

P: ¿Qué es lo que está en juego ahora?  ¿Es realmente, como han dicho en ambas fórmulas, el modelo de país?

R: Aunque la palabra modelo puede llevar a equívocos conceptuales, creo que en buena medida así es percibido por la ciudadanía. Aunque con más restricciones que las que se admiten, la opción de cara al balotaje entre Mujica y Lacalle remite en primer lugar a dos rumbos claramente discernibles, que identifican en términos genéricos a esos dos grandes bloques en que está dividido el país. En ese sentido el balotaje es un plebiscito entre dos rumbos diferentes. Pero también es una mezcla de otros “plebiscitos”: sobre el gobierno, sobre la estabilidad, sobre las figuras de los candidatos enfrentados, sobre su estilo, sobre lo que ofrecen en términos de futuro, sobre su pasado, sobre las condiciones de solidez política que pueden ofrecer en la perspectiva de formar el futuro gobierno, sobre el grado de sus vínculos diversos con la región y con el mundo, entre otros muchos. La campaña de cara al balotaje refiere entre otras cosas un pleito entre los candidatos y sus partidos por hacer prevalecer la significación de aquellos “plebiscitos” que más les convienen para su suerte en las urnas.

P: Me pareció interesante, además de emotivo por cierto, ver la cantidad de banderas nacionales que se enarbolaron el domingo. Mujica se cubrió con el pabellón nacional y en la Plaza Matriz, en la sede del partido Nacional, había muchos soles  y franjas, quizás más que banderas celestes y blancas. Por un lado, està claro que  la gente comprende que las elecciones son una fiesta nacional. Pero mirando a lo que queda hasta fin de noviembre ¿podemos decir también que ahora se apela al país todo, y que dejan de lado las fronteras partidarias? Lacalle ya dijo algo parecido, de despojarse de su condición de blanco…

R: Como ya se ha dicho, este es un país cuya política de partidos es muy fuerte, goza de buena salud, lo que es muy bueno a mi criterio para el Uruguay. Si bien el balotaje confronta candidatos y fórmulas presidenciales, los partidos no desaparecen de un día para el otro aun que su despliegue tiene que proyectarse en el nuevo escenario en una clave más nacional. Pero esta idea de apelación más amplia a la nación se vuelve sobre todo relevante a partir del 30 de noviembre.

Gane quien gane, aun  si Mujica confirma su favoritismo y puede partir de esa situación sin duda ventajosa de que su partido tenga mayoría legislativa propia, los desafíos que el país tiene por delante exigen negociación y sentido nacional, en especial del ganador que es quien debe tomar la iniciativa pero también de la oposición que tiene que configurarse como un interlocutor responsable, que pueda ser socio –aunque sea parcial- en algunos emprendimientos que trascienden banderías. 

 Esto no se trata de gobernar por consensos (lo que es imposible y poco democrático) ni de imponer forzadamente políticas de Estado en áreas donde eso claramente no es posible. Por ejemplo, en materia de política exterior hay diferencias sustantivas que tornan poco viable la adopción de una política de Estado en este campo. Esto no significa no tener un diálogo permanente, buscar todos los acuerdos que se puedan y ratificar principios de política exterior que ya son patrimonio histórico de la nación. Pero las opciones no permiten, por ejemplo, consensuar una posición única entre todos los partidos sobre el tema Mercosur o la integración regional. No hay que dramatizar esto. Pactar los disensos también es bueno en una democracia. Pero hay otros temas que resulta imperativo despartidarizar. 

Tomemos por ejemplo la agenda que ha puesto arriba de la mesa el FA, que la oposición le tome la palabra y exija su cumplimiento: políticas de amplio acuerdo en educación (el tema más importante y el más bloqueado), en medio ambiente, en energía y en seguridad (el tema que ha sido el central en muchos tramos de la campaña). Y con seguridad pueden encontrarse otros. Creo que hay que advertir ese otro mensaje que ha dado la ciudadanía: hay que tender puentes y hay que negociar entre esos dos grandes  bloques, para habilitar más y mejor gobierno. Lo que no quiere decir que se superen las diferencias y que haya diferencias notorias entre unos y otros. Las hay y las habrá, pero aun así, hay antagonismos que se pueden negociar en bien del país.

P: Todos los candidatos felicitaron, ante  todo, al pueblo uruguayo, por su comportamiento cìvico, llamando a que se respeten todas las diferencias, a que se recuerde que lo que une a todos, es Uruguay, el Uruguay de todos. Ellos hablaban y yo recordaba la frase de Wilson, una comunidad espiritual,,,,¿Cómo compararías tu el comportamiento del uruguayo promedio en elecciones con el resto de Amèrica Latina?

R: En efecto, como decía Wilson, el Uruguay es ante todo una “comunidad espiritual”. Entre los uruguayos, y me da mucho orgullo decirlo y confirmarlo, la “cuestión nacional” es la “cuestión democrática”. Me da orgullo este civismo nacional, me resulta notable que en esta Latinoamérica del “reeleccionismo indefinido”, tengamos presidentes que rechazan ese camino aun comprometiendo la mejor chance coyuntural de sus partidos. En esa afirmación republicana de valores compartidos radica uno de los patrimonios más importantes que el país tiene para forjar su desarrollo, gobierne quien gobierne.  Y eso hay que cuidarlo y promoverlo todos los días. 

P : En una campaña electoral se habla mucho. ¿Ha habido alguna frase, algún pensamiento transmitido por alguno de los candidatos, que a tu criterio deba quedar en la memoria nacional?

R: En verdad creo que esta ha sido una campaña que en general no ha destacado por su calidad, no quedará en la memoria histórica nacional por las bondades del discurso de los candidatos. Tal vez se recuerden más los errores de los candidatos que sus aciertos. O lo que quede en la memoria sea la creación ciudadana de algunas iniciativas exitosas que surgieron por fuera de las estructuras partidarias, como la “bandera” gigantesca del FA o varios retruécanos de campaña ingeniosos de parte de blancos y colorados.

P:  ¿Cuál es tu lectura del hecho que el plebiscito sobre la ley de caducidad no haya sido aprobado? ¿Te sorprende? Creo que lo del voto epistolar no sorprendió demasiado…

R: Corresponde precisar con mucho cuidado y ecuanimidad el pronunciamiento ciudadano respecto a los dos plebiscitos. Esto nunca es sencillo porque un plebiscito es un arbitraje monosilábico (sí o no), sujeto siempre a reinterpretaciones. De todos modos, se puede intentar hacer lecturas más precisas.

El domingo 25 la ciudadanía no le dio el respaldo suficiente a una propuesta que proponía la anulación de la Ley de Caducidad. ¿Eso puede leerse como que apoyó nuevamente la ley y que emitió un respaldo a la misma? Con toda honestidad, creo que no, que esa es una lectura interesada y antojadiza, que no expresa los sentimientos de la mayoría de los ciudadanos. La nulidad era y es un instrumento muy discutible desde el punto de vista legal y constitucional. Me consta que muchísimos ciudadanos que rechazan profundamente la ley de Caducidad y que siempre estuvieron es su contra no respaldaron sin embargo el sí rosado por disentir muy fuertemente sobre la juridicidad del instrumento de la nulidad. Proponer que en el 2009 se confirma el sentido de un pronunciamiento de veinte años atrás, sobre una pregunta que no es la misma, me parece tramposo. Tengo la convicción cívica de que la ley de caducidad está herida definitivamente, creo que no cuenta con el respaldo de la mayoría de la ciudadanía (hay que leer correctamente sobre qué se pronunció el ciudadano el 25), creo que la decisión unánime de la Corte actual en torno a su inconstitucionalidad a propósito del caso Sabalsagaray abre un camino de continuidad de los procesos judiciales y que no debería haber marcha atrás en cuanto a la forma en que el gobierno actual ha aplicado de manera estricta la ley, “perforando” ese sentido incorrecto de concebirla como amnistía general, que fue el que aplicaron los gobiernos anteriores al 2005. No cabe duda que la no aprobación del sí rosado tiene una innegable significación política y simbólica, pero es preciso no sobreinterpretar el sentido de su pronunciamiento. La Justicia está actuando y lo seguirá haciendo, la búsqueda de la verdad continuará pues resulta una tarea humanista que no admite puntos finales.

En cuanto al “voto epistolar”, creo que el tema es el instrumento elegido y no el fondo de la discusión. Se abrieron dudas fuertes acerca de las garantías que ofrecía el sistema del “voto epistolar” para confirmar el derecho del sufragio. Aunque tengo más dudas sobre este punto, como en tantos países del mundo que tienen diásporas grandes como es el caso uruguayo, el cómo incorporar en clave ciudadana a la aventura nacional a los compatriotas residentes fuera de fronteras es un tema que seguirá en la agenda nacional. Lo importante será discutir más y mejor las formas e instrumentos y no hacer coincidir los plebiscitos con las elecciones nacionales, lo que nunca es bueno y genera confusiones.

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo

5 de noviembre de 2009

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