Esto también es un digno homenaje a las victimas de la Shoa

 Entrevista al juez federal argentino Daniel Rafecas

Ana Jerozolimski

Esta vez, optamos por no hacer presentaciones del tema a tratar. La entrevista lo dice todo.

P: Sr. Juez, le agradezco ante todo que haya aceptado concedernos esta entrevista. Yo, hasta hace algunos meses, no conocía su nombre. Pero desde que leí sobre su original decisión en el caso de los skinheads en Buenos Aires, que habían acosado a un chico judío, no me lo olvidé más. Usted indicó que la mejor forma de responder al asalto antisemita de los jóvenes en cuestión, era ordenarles recorrer el Museo del Holocausto en Buenos Aires y se molestó inclusive en acompañarlos, explicándoles -según leí en la prensa argentina- sobre ese capítulo tan nefasto de la historia de la humanidad, sobre el antisemitismo y el racismo en general. Una sentencia poco común ¿no es verdad?

R: Es verdad. Ayudó que los tres involucrados fueran menores de edad, ya que la Constitución Nacional establece que el Juez siempre tiene que velar en primer lugar por el interés del menor, por sobre la represión o el castigo, fíjese que en definitiva, tal vez algo creativamente, no hice otra cosa con cumplir con nuestra Ley fundamental. En concreto, decidí darles personalmente una clase sobre el Holocausto dado que además de Juez, soy profesor universitario, y todos los ciclos llevo a mis alumnos al Museo de la Shoa en Buenos Aires con un sentido más o menos similar.

P: Me supongo que haber decidido que esa sería la "pena" a los jóvenes agresores, no derivósimplemente de un estilo suyo muy personal sino de su conciencia especial acerca de lo negativo del odio racial en especial y quizás del antisemitismo en particular...

 

R: Sí, efectivamente. Creo que la intolerancia, el racismo, el antisemitismo son expresiones que nos llevan directo a modelos autoritarios de poder. Y el mejor antídoto contra ello es removiendo los prejuicios y las falsas ideas a través principalmente de la educación y de la verdad. Visitar un museo del Holocausto es ideal en este doble sentido, pues no sólo educa sino que además muestra a través de imágenes y objetos una verdad que ya no se puede disimular con argumentos o racionalizaciones negacionistas. Estas imágenes, estos objetos, sumado a la voz del docente aportando datos precisos y un relato encadenado de los hechos que llevaron a la catástrofe, derribaron en estos chicos aquellos prejuicios producto del miedo al diferente y les hicieron tomar conciencia acerca de qué hay detrás de un insulto o del trato denigrante a un chico judío, primer paso que hace medio siglo atrás, en otra nación culta, cristiana y "occidental" desembocó al cabo de una década en las cámaras de gas y los hornos crematorios.

 

P: Usted me escribió tiempo atrás que le interesa sobremanera el tema del Holocausto y que quisiera visitar Yad Vashem. ¿Por qué ese interés? ¿Va más allá del interés que una persona en su posición debe tener en los hechos más salientes de la historia universal?

 

R: El estudio de qué fue lo que pasó durante la vigencia del nazismo, el colapso moral sin precedentes en que cayó la humanidad, partió de la agitación de estos fenómenos, racismo, antisemitismo.

¿Queremos consolidar nuestros Estados de Derecho? creo que nada mejor para ello que tomar conciencia de lo que pasó cuando el Estado de Derecho, con sus garantías constitucionales, no existía. ¿Queremos valorar nuestras libertades ciudadanas? pues tengamos siempre presente qué pasaba cuando éstas eran eliminadas por el poder estatal totalitario...desde el Derecho penal, el saber con el que me identifico en mis inquietudes académicas y profesionales, esta cuestión es central, y es a partir de estas preocupaciones que me interesa sobremanera todo el proceso que condujo al Holocausto, en especial, el papel cumplido por el Derecho y por los "juristas" durante aquel proceso de destrucción.

 

P: Volviendo al caso concreto de los skinheads, en setiembre del año pasado. ¿Cómo fue la reacción de todos los involucrados en el caso? Me refiero a los propios jóvenes, a sus padres y quizás también la reacción de sus propios colegas.

 

R: La medida que adopté estaba dirigida de modo obligatorio a los tres menores involucrados, a quienes se les daba la opción, si así querían, de venir acompañados de sus padres. Los tres quisieron estar con al menos uno de sus padres (dos con sus madres, uno con su padre). Los padres me agradecieron por la medida, que les pareció muy positiva, incluso para ellos mis mismos. A mis colegas les pareció muy bien, hubo varios que me pidieron copia de la resolución.

 

P: Recuerdo que hubo comentarios sumamente positivos de líderes de la comunidad judía argentina, por ejemplo el Presidente de la DAIA. Es que realmente, el valor de su decisión fue altamente educativo, mirando hacia el futuro, mucho más allá de lo estrictamente relacionado a ese caso particular. ¿Estaba acostumbrado a tanta reacción positiva a uno de sus fallos?

 

R: No, fue asombroso ver cómo una medida judicial, que generalmente cae bien a un sector de la opinión pública y del periodismo y mal a los otros, en este caso tuvo un consenso casi monolítico. Desde la prensa más progresista hasta la más conservadora, se hizo eco favorable de la decisión judicial. Todos los canales de TV en sus noticieros fueron al Museo y elogiaron la medida.

No hubo nadie que formulara críticas, y las cartas de lectores fueron todas favorables. Recuerdo que, buscando repercusiones en internet, de cientos de lugares visitados, sólo uno recogía una opinión crítica de un cateador por cierto bastante ridícula), pero resulta que era un sitio español, no argentino.

 

P: ¿Cómo transcurrió esa recorrida por el Museo del Holocausto con esos jóvenes? ¿Me podría contar sobre sus reacciones en el lugar, qué captaba usted que estaban procesando por dentro?

 

R: Al presentarnos, en el Hall del museo, se los notaba muy nerviosos a todos, porque no se sabía bien qué iba a pasar. Además, era la primera vez en sus vidas que veían a un juez en persona, imagine la escena...pero cuando les expliqué cuál era la finalidad y empecé a contar la historia del Holocausto, los ánimos se suavizaron y todo el mundo prestó atención a lo que iba diciendo. Fue de mucha ayuda también la asistencia de la Directora del Museo, Graciela Jinich, que contenía a los padres y acompañó el acto hasta su final. Todos recorrimos los escaparates con mapas, fotos y cuadros cronológicamente dispuestos...al llegar al final, con las escenas de Bergen-Belsen etc., las caras de los chicos lo decían todo. Creo que comprendieron en toda su dimensión qué hay detrás de un insulto antisemita.

Antes de despedirnos los tres me hicieron manifiesto su deseo de pedirle perdón personalmente a la víctima y a su familia por el mal momento que les hicieron pasar. Hice la gestión en persona, pues hablé con el padre de la víctima, un rabino, quien me hizo saber dos cosas: primero, que él y su familia aprobaban mi decisión para con los victimarios; segundo, que no querían correr riesgos con su hijo luego del trauma vivido, pero que aceptarían las disculpas por escrito. Les transmití esto, y a los pocos días ya tenía las tres cartas, manuscritas, de los chicos que, en sus palabras algo elementales, pidieron perdón. Los originales fueron entregados, y se agregaron copias a la causa como constancia.

 

P:¿No sabían nada del Holocausto o simplemente al ver fotos y estar expuestos a su dimensión, comprendieron que el tema había que tomarlo en serio?

 

R: Uno tenía una visión totalmente distorsionada de los hechos, por la circulación de estas falsas teorías que minimizan o niegan el Holocausto, los otros dos me dio la impresión de que nunca habían tenido contacto con la cuestión.

 

 

P: Lo que usted hizo fue más allá de la labor del juez. Actuó, como señalaba antes, como un verdadero educador. ¿Cree que el estudio del Holocausto debería constituir parte de los programas oficiales de estudios en los colegios del mundo, a distintos niveles?

 

R: A eso iba exactamente. La experiencia directa de este caso, sumada a la de profesor universitario (en donde me encuentro con estudiantes que desconocían el tema) me convenció de pedirle al Ministerio de Educación que refuerce las estrategias educativas tendientes a "inmunizar" a los jóvenes frente al peligro de la intolerancia, el racismo y el antisemitismo, por ejemplo, conduciendo a todo adolescente estudiante, al menos una vez, a un Museo como el del Holocausto de Buenos Aires.

 

P: Es natural que el pueblo judío muestre un interés especial en el Holocausto, en el que fueron asesinados seis millones de judíos, entre ellos dos millones de niños. ¿Pero le parece que hay suficiente conciencia a nivel mundial respecto al peligro de este tipo de fenómenos, de los odios raciales, xenofobia y demás?

 

R: La respuesta es inevitable, si contemplamos cuántos litigios bélicos se han desencadenado en las últimas décadas a partir de estos fenómenos tan negativos para la convivencia y la tolerancia multicultural e

interreligiosa. A nivel global la educación y los medios de comunicación deben hacer hincapié en el temprano combate al odio racial y la xenofobia.

 

 

P: ¿Se había topado antes con la necesidad de tomar una decisión similar a la que tomó en el caso de los skinheads o aquí había un imperativo moral diferente a otros con los que había lidiado como juez?

 

R: Nunca antes tuve un caso así. Si bien siempre hay un imperativo moral, que es el de procurar Justicia, en este caso en particular el desafío era más complejo, pues además de hacer Justicia (con la víctima, frente al resto de la sociedad, etc.) debía velar por el interés de los imputados por su condición de menores de edad, y además, de algún modo me veía obligado a suplir una deficiencia educativa del Estado (al cual yo pertenezco como Juez), pues si no hubiera existido tal déficit en la enseñanza, este hecho seguramente no habría sucedido. Todo ello me condujo a esta solución creativa que introduje en la causa judicial.

 

P: ¿Se hace un seguimiento del comportamiento general de jóvenes como los skinheads o el contacto se corta después de cumplida la "pena"?

¿Cree usted que después de lo que vieron volverían a hostigar a un judío por antisemitismo o está tranquilo de que la experiencia que tuvieron, los cambió para siempre?

 

R: Habría que aclarar que los chicos no pertenecían a ninguna tribu urbana, uno de ellos, el de 16 años, tenía cierta aproximación o simpatía por el ideario Skin Head, tenía alguna literatura perniciosa que fue entregada al juzgado por la mamá, los otros dos, de 17 años, eran simples "compañeros de correrías". En este caso, como el resultado de la medida educativa fue óptimo, el arrepentimiento fue a todas luces sincero y se tradujo en el pedido de perdón y en la toma de conciencia de las familias, el desenlace fue el sobreseimiento de los tres un tiempo después, cuando el seguimiento de asistentes sociales y psicológicos permitió concluir que la cuestión estaba superada.

 

R: Estoy convencido de que, al tomar conciencia, y al derribar los prejuicios, estos jóvenes no reincidirán en aquella actitud. De todos modos, la contención de sus familias y la educación pública deben seguir con su cometido...

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo

20 de abril de 2006

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