El discurso de Obama en El Cairo
¿Visionario o ingenuo?

 Ana Jerozolimski

El espíritu del discurso pronunciado por el Presidente de Estados Unidos Barack Obama en El Cairo, fue el mismo que le permitió meses atrás conquistar democráticamente la Casa Blanca: la esperanza de un cambio para bien, la confianza de que todo puede estar mejor y de que él es capaz de lograrlo.

A fin de dar vuelta la página en las relaciones con el mundo musulmán e iniciar un nuevo capítulo más positivo, buscó la mitad llena del vaso . Aunque no ocultó varias de las discrepancias más profundas entre Occidente e Islam y puso sobre la mesa algunos de los temas más complejos, en otros parecía minimizar los serios problemas a fin de hallar un común denominador que vaya bien con su esfuerzo conciliador.

La gran pregunta es cómo conciliar ese ideal político y humano, con las concepciones de mundo tan distantes entre Occidente e Islam, en varios de los temas claves planteados por el Presidente Obama: libertades individuales, derechos de la mujer, democracia, entre otros.

El Presidente habló contra los “extremistas violentos”, dando a entender que no representan al Islam. “En toda la historia, el Islam ha demostrado por medio de sus palabras y actos las posibilidades de la tolerancia religiosa e igualdad de las razas”-señaló Obama, agregando luego que la alianza entre Estados Unidos y el Islam “se debe basar en lo que es el Islam, no en lo que no es..”, dando a entender que los estereotipos negativos del Islam, contra los que prometió luchar, son injustos.

Claro está que la generalización o demonización de los musulmanes todos por culpa de los terroristas, son fenómenos injustos. Al mismo tiempo, cabe recordar que la coexistencia entre musulmanes, cristianos y judíos en Al-Andalus en el siglo de Oro en España, es sólo un ejemplo de la historia. Hay, lamentablemente, muchos otros en los que el Islam no sólo avanzó mediante la espada sino que no permitió disidencia alguna. Y el problema no es sólo Al Qaeda, uno de cuyos jefes, Ayman al-Zawahiri, declaró en un mensaje en internet que “las palabras elegantes del Presidente norteamericano no ocultarán su mensaje sangriento”. 

En nombre del Islam se coartan libertades básicas y se prohíbe en algunos casos el culto a otras religiones, como en Arabia Saudita ,donde está prohibido construir una iglesia. En distintas partes del mundo hubo ataques contra cristianos y blancos occidentales en general , cuando se consideró que “ofendieron al Islam”, como en el caso de las caricaturas de Mahoma publicadas en Dinamarca. El precio, fue a menudo mortal. Cabe esperar y ver si la cooperación “en base a los mismos ideales de justicia” a los que hizo referencia el Presidente, basta para poner fin a ese tipo de fenómenos.

En medio de todos estos variados matices, claro está que el discurso de Barack Obama fue el de un líder deseoso de corregir el mundo, el de un estadista, no simplemente un político. Es que si bien en algunos puntos –como el problema del programa nuclear de Irán- fue más lo que calló que lo que dijo, también supo plantear verdades que difícilmente otros líderes hayan dicho directamente al mundo árabe e islámico, en su propia casa.

Eso es notorio en el tema del conflicto árabe israelí. Obama recalcó que los vínculos entre Israel y Estados Unidos son especiales, basados en valores y cultura comunes (o sea no meramente en intereses políticos) y aclaró que “son inquebrantables”. Además, al hacer referencia , por ejemplo, a la iniciativa árabe de paz con Israel (que ofrece el reconocimiento del mundo árabe a cambio de una retirada total de los territorios en disputa), aclaró que es “un buen comienzo”, pero también que “ahí no terminan las responsabilidades” de los países árabes.

Al mismo tiempo, desde el punto de vista de Israel-donde se percibe claramente un cambio en la actitud preferencial norteamericana y un pasaje a un mayor equilibrio político en la zona- el discurso incluyó también elementos problemáticos.

Por un lado, algunos analistas opinan que precisamente el presionar a Israel a terminar con los asentamientos, equivale a ayudarle a salir de una situación imposible. Otros se preguntan si acaso al hablar del sufrimiento palestino no cabría que Obama analice la responsabilidad de los propios palestinos al respecto. Esto, muy especialmente, cuando dijo que la creación de Israel llevó al desplazamiento de los palestinos, pero no recordó que ello se debió a que rechazaron la resolución de la ONU que recomendaba partir la tierra, crear un estado judío y otro árabe, y en lugar de ello, atacaron al entonces naciente Israel.

En opinión del Profesor Gerald Steinberg, analista de Ciencias Políticas de la universidad israelí de Bar Ilan, llamar a Hamas a actuar en forma responsable “para poner fin a la violencia y reconocer el derecho de Israel a existir”, es algo que ni Obama logrará. “Es como pretender que Hamas deje de ser Hamas” , comentaron algunos políticos israelíes. 

Según Steinberg, “los israelíes serán mucho más vulnerables a presión norteamericana que los líderes palestinos o algunas dictaduras árabes” y “si el Premier Benjamin Netanyahu acepta las exigencias de Obama mientras hay poco o ningún cambio en el odio, la violencia y el rechazo del lado árabe, el intercambio de tierras por paz fracasará e Israel se quedará sin ninguna de las dos”.

Pero Obama ha tomado como compromiso personal, conducir a la región a la creación de un estado palestino. El mayor problema al respecto parecería ser la convicción, en el sector más conservador en Israel, de que ello no terminará el conflicto.

Oficialmente, Israel abrazó el discurso de Obama, señalando un comunicado de la oficina del Primer ministro, que “compartimos la esperanza de que sea éste el comienzo de una era de paz y reconciliación entre Estados Unidos, el Islam e Israel”.

Extraoficialmente, hay también preocupación de que por el afán de acercamiento al mundo islámico, haga caso omiso de peligros aún por resolver o que los minimice.”El optimismo norteamericano es refrescante”- escribió Steinberg. “Pero está muy lejos de las realidades de Oriente Medio”.

Ana Jerozolimski

6 junio 2009

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