Como siempre, resúmenes con esperanzas y miedos

Ana Jerozolimski

El 2005 se va y no es seguro que alguien vaya a extrañarlo. Casi imaginamos a Mafalda, que ve a su mamá lagrimeando mucho al cortar cebolla, acercándole un globo terráqueo, para que llore por algo más justificado.

Como siempre, los resúmenes son combinaciones de dolores y alegrías por todo lo acontecido y esperanzas para el nuevo año que llega. Y esto es cierto y lógico, tanto en Uruguay como en Israel -los dos polos con los que nos movemos, que sentimos y que más nos importan- al culminar un año muy significativo en sus respectivas realidades.

Para Uruguay, fue un año de cambio. Tras las elecciones de fin del 2004, asumió el 1 de marzo el nuevo Presidente, el Dr.Tabaré Vázquez, en lo que la ciudadanía uruguaya en general vio como un vuelco dramático , no sólo porque el Frente Amplio llegaba finalmente al poder -previa decisión democrática del pueblo- sino porque eso va combinado con el avance claro de la izquierda en general también a nivel municipal.

No pocos temían al cambio, porque lo desconocido -al menos en lo que a acción de gobierno se refiere- siempre inspira más desconfianza que aquello que ya nos ha dado experiencia, inclusive cuando hay lo que criticar en lo conocido. Las ideas, fórmulas y planes del Dr. Vázquez, sí eran de dominio público, al menos lo que había compartido con la ciudadanía en sus discursos y entrevistas, aunque eran escasos. Pero estar en el gobierno y empezar a trabajar, es otra cosa. Y no estaba claro cómo se encaminaría el país en el nuevo gobierno, si un cambio de línea supondría un choque casi automático o al menos momentos incómodos por ejemplo con Estados Unidos -como ha pasado en otros sitios del continente- o si el Presidente intentaría equilibrar entre la nueva ideología en el gobierno y su conciencia acerca de las necesidades prácticas del país.

Tabaré Vázquez no llevó a cabo una revolución para convertir a Uruguay en otro país, radicalmente distinto, en el ámbito político internacional. En muchas cosas, es evidente que trata de maniobrar entre cambio y continuidad, como dijo el conocido periodista Emiliano Cotelo en uno de sus comentarios en el programa "En Perspectiva" en El Espectador. Y la necesidad de combinar ambas cosas, cabe suponer que seguirá acompañando su gestión también en los próximos años.

Hace pocos días, se reunió con el ex - Presidente Dr. Luis Alberto Lacalle, para tratar asuntos nacionales. Hay contacto con la oposición, pero tanto los Colorados como los Blancos -aunque su presencia en el Parlamento es muy diferente una de otra- sienten que éste no es suficiente, que no se les escucha como es debido y que no se toma suficientemente en cuenta la necesidad de un diálogo amplio por el bien del país todo. Las oposiciones, suelen tener esa queja.

Los datos macro-económicos indican que Uruguay está saliendo de la gran crisis que le afectó hace unos años. La gente carenciada en la calle, suele no sentirlo ni creerlo. La gente vinculada al gobierno anterior, dirá que la solución que empieza a captarse, deriva de una política acertada aplicada antes, en su tiempo.

El gobierno del Dr. Vázquez aclara que sin su manejo apropiado de la situación, nada podría ir mejorando, aunque según nos contara hace pocos meses el Senador Isaac Alfie, en entrevista a "Semanario Hebreo", los informes oficiales del gobierno actual dejan en claro que el Presidente Tabaré y su equipo son conscientes de la mejora que había empezado a registrarse ya antes.

Quizás suene a sueño de niño, pero el mejor resumen sería que en el 2006, no se vean tantos pobres en la calle ni haya tanta gente necesitada. Claro, son procesos, dirán los entendidos. Habría que ver cuántos procesos pueden aguantar los que no tienen qué comer.

Pero por sobre todo esto, seguramente el 2005 quedará grabado en la historia nacional, por haber sido el año en que volvieron a abrirse los oscuros capítulos de la represión militar en Uruguay, al hallarse restos humanos, presumiblemente de desaparecidos que fueron enviados a identificación de expertos en Argentina. De los aproximadamente 40 desaparecidos en Uruguay durante el régimen militar -más todos aquellos compatriotas desaparecidos en Argentina dada la estrecha relación entre ambas dictaduras en aquellos tiempos- nunca se supo prácticamente nada. Al encontrarse hace pocas semanas, por primera vez, restos óseos que podrían ser de presos políticos, el país contuvo el aliento.

"Estamos cumpliendo con un mandato que la ley nos establecía si llegábamos al gobierno y un compromiso que habíamos adquirido frene a la ciudadanía, de investigar qué había pasado con los ciudadanos desaparecidos, lo que estamos haciendo dentro de la Constitución y la Ley" -declaró el Presidente Tabaré Vázquez.

Inevitable y naturalmente, esos hallazgos reabrieron heridas. A los familiares de los desaparecidos, eso duele y al mismo tiempo alivia. Cabe suponer que a esta altura -de hecho, hace mucho- nadie pensaba que quizás el hijo o padre que jamás había vuelto, había logrado permanecer con vida escondido en algún sitio. Pero la incertidumbre, la incapacidad de confirmar fehacientemente que el ser querido ya no está y de poder rendirle póstumo homenaje donde descansan sus restos, carcome quizás más aún que el dolor de la pérdida.

En medio de las declaraciones políticas, está la gente, los que perdieron y sufrieron, los que nunca recuperarán a sus seres queridos. Está la determinación del Presidente Vázquez a cumplir lo prometido en el tema de la búsqueda de los desaparecidos .Y naturalmente, también los recuerdos de la polémica política sobre la Ley de Caducidad, sobre la amnistía a los militares responsables de los crímenes de la dictadura en nuestro país.

Recordamos los argumentos del gobierno que promovió la promulgación de esa ley y quienes lo apoyaron y también de los opositores, que la consideraban imperdonable. Nos parece que en ambos lados hay consideraciones legítimas y comprensibles. Querer evitar riesgos de situaciones que pongan en peligro a la democracia recuperada, era la motivación de un lado, con ansiedad de empezar de nuevo, sin nuevas tormentas, para poder construir el futuro en libertad. Del otro, lo imprescindible de hacer justicia , de castigar a los responsables y la convicción de que sin eso, podría quizás evitarse otro golpe, pero no se estaría empezando de nuevo en paz.

La pregunta, hoy, años después, cuando comenzaron a hallarse restos humanos, es si no había un término medio, si no era posible dar sí inclusive amnistía a los criminales, pero con una condición: que revelen dónde están los desaparecidos, que sepan que no van a juicio y no se pudren en prisión , siempre y cuando dan a las familias de los muertos, la posibilidad de llorarles como habría sido digno que lo hagan.

En aquel entonces y nuevamente en las últimas semanas- a raíz en aquel momento de lo sucedido en un acto del Comité Central Israelita encabezado en aquel momento por el Dr. Pedro Sclofsky y ahora de un artículo en "Brecha" y la respuesta del actual Presidente de dicha instancia, Ernesto Kreimerman- hubo polémica en el seno de la colectividad respecto a la actitud que debería o no tomar la comunidad judía del Uruguay sobre el tema. Es legítimo que haya diferentes posiciones, ya que la colectividad no es un bloque que piensa siempre igual , un bloque cerrado sin matices. Pero ello no quita que su instancia central representativa, adopte una postura oficial, previa coordinación entre las comunidades que la componen. Eso, evidentemente, no significaría que ningún judío uruguayo puede discrepar con la posición de sus instituciones.

Lo esencial, a nuestro criterio -y aclaramos que la posición que "Semanario Hebreo" adopta aquí no es un comunicado oficial de la colectividad judía sino nuestra opinión– es pronunciarse de modo que de noche, se pueda conciliar el sueño. Lamentablemente, a los desaparecidos no se les podrá devolver la vida, digamos hoy lo que digamos. Pero como judíos, nos parece que las enseñanzas de nuestra tradición, seamos o no observantes, son sí una sabia guía.

Ya en Deuteronomio (21: 23) se indica la importancia de la sepultura. "..Y no dejarás de enterrarle". Pero evidentemente, por sepultura no podemos tomar lo que hicieron los asesinos con sus víctimas, tirándolos en pozos cavados y tapándolos de tierra simplemente para que no los descubran.

Pensamos en las imágenes tan conocidas en Israel, después de los atentados, de los voluntarios religiosos rasqueteando la calle y los techos para recuperar hasta pequeños trozos de carne de las víctimas de una explosión terrorista. "Todas las partes del cuerpo deben recibir digna sepultura, también la sangre que podamos encontrar" -nos dijo uno de ellos tras uno de los tantos ataques en Jerusalem. Uruguay, afortunadamente, no lidia con una situación de continua amenaza, de riesgo de bombas terroristas en ómnibus o restaurantes de sus ciudades. Pero en un lapso determinado, entre 1973 y 1985, su vida se oscureció. Para algunos, la luz jamás volvió a encenderse.

Hallar los restos de todos los desaparecidos, sería una forma de ayudar a los familiares a lidiar con el dolor de lo irrecuperable e injusto. Los responsables de su muerte, deberían decir dónde están. Quizás así también ellos tendrán un 2006 mejor que lo que quizás vivieron el año que termina.

Ana Jerozolimski
Semanario Hebreo
29 de diciembre 2005

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