Podría decirse que “Sangre de campeones” cierra una trilogía, a nivel de documentación deportiva, que el director Bednarik había iniciado con “Mundialito”, en el 2007, continuando -siete años después- a través de “Maracaná”.

Con este nuevo documental, se repasa  esta mitología heroica que supuso la gesta olímpica de 1924 y 1928 junto al primer campeonato mundial de 1930 organizado por la FIFA. Con rigor de orfebrería esta producción recuerda  las hazañas de estos jugadores amateur que supieron paladear la gloria por tres veces consecutivas colocando a Uruguay en un sitial de privilegio internacional. Dicho rigor se nota en un proceso de investigación y documentación que llevó tres años para internarse en la médula de una leyenda y la vida de los que participaron en ella. Ver “Sangre de campeones” es adoptar una posición de testigos locales frente a  un pasado de corte épico que, hoy por hoy, también ha tenido sus momentos en el fútbol.  Ese pretérito legendario se hace presente gracias a un delicado equilibrio de fotografía, ilustraciones, material de archivo y recreación de voces que suponen la palabra de algunos protagonistas que formaron parte de esos momentos históricos. Esos breves diálogos -ficcionados según relatos y crónicas de la época- le dan sonoridad de manera puntual y efectiva a las posibles expresiones de un Héctor Scarone, el “Manco” Castro o José Nasazzi en el transcurso de la proyección. Pero este detalle no es el único logro de esta esmeradísima reconstrucción formulada por la dupla Bednarik/García porque también hay que darle el merecido crédito a los dibujos de Larroca, la fluida edición de un material que fue ubicando sus piezas en forma pormenorizada y la acertada selección de comentarios fugaces que hacen contemporáneos como Mauricio Rosencof o Luciano Álvarez sobre el contenido que se exhibe. Toda esa preocupación técnico-artística da muestras de un gran profesionalismo y buen ojo para explotar un filón que hace al balompié como símbolo de una cultura popular que nos identifica plenamente. Un producto que no se queda en mostrar goles sino que -además- toma nota de las vivencias de los heroicos deportistas, intentando mostrar la carnalidad de estos humildes paladines que brillaron en el firmamento para retornar a sus modestos orígenes. Comparando el destino de estos aguerridos personajes -sobre todo el del campeón olímpico Leandro  Andrade- el contraste es muy grande con respecto al estilo de vida que tienen los actuales  astros futboleros del mundo entero. (Una obviedad, por supuesto). Sin embargo, esa denominada “garra charrúa” aparece hasta en la edificación del Estadio Centenario a contra-reloj para coronarse como sede del primer campeonato mundial o en la encarnizada lucha clásica del Río de la Plata con nuestros hermanos argentinos, entre otros hallazgos. Un filme que -sin dudas- va a generar renovado impacto emocional en el paisito. Vale la pena llenar la sala donde se proyecte. Puede funcionar como una manera de re-descubrirnos