Luego de la taquillera saga que promovió “Los juegos del hambre”, Jennifer Lawrence vuelve al ruedo con un proyecto similar a otras labores que ya la habían destacado como actriz de relevancia en la pantalla grande. Si bien la denominada popularidad masiva la alcanzó con este ejercicio futurista, títulos como “Winter’s bone” hace tiempo la habían colocado en el candelero de la crítica especializada con nominaciones varias que incluían propuestas para el Globo de Oro (que ahora volvió a ganar por esta labor) y la estatuilla de Tío Oscar.
Ahora, bajo la dirección de David O, Russell, Lawrence interpreta a la emblemática Joy Mangano, una suerte de personificación femenina del sueño dorado estadounidense. Madre divorciada en medio de una familia disfuncional, esta mujer generó un imperio económico a partir de inventos domésticos que la catapultaron a éxito empresarial.
El largometraje registra el fatigoso e intricado periplo que dicha mujer debió sortear -guerra de patentes y robo de propiedad intelectual, entre otros problemas de orden financiero- para logra montar una empresa reconocida a nivel internacional. Dicho registro es realizado en un tono cuasi minimalista y doméstico a través de una cámara que toma nota de los diversos integrantes de la familia y el acontecer de ese micromundo. (En ese devenir, la interactuación de los personajes y su referencia con la protagonista también muestran otras problemáticas que buena parte del público podría identificar como próximas a su propia vida).
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