Gato con cama
Saúl Ibargoyen

El gato no bosteza
en su cama de signos preparada
con dos vocales enérgicas y un par
de dispares consonantes.
Tampoco sueña con rápidos sacrificios
ni con un arrastre de vísceras olorosas
ni con tazas de leche desgajada 
ni con sus bigotes repletos
de sangre fulgurante.
El gato que no pudo ser león
o tigre o pantera o protozoario
porque algo -una fuerza dislocada
o un fuego casual o un gesto ensombrecido-
rompió el curso de jóvenes partículas
que de cierta manera buscaban ayuntarse.
Y el gato
que no sabrá jamás
la cifra de gatos creciendo
entre las obstinadas estructuras
de su cuerpo
ahora sí bosteza
y su elástico aliento es absorbido
por las vibraciones
de cada piedra enmugrecida por zapatos
y pájaros
de cada resto de papeles y de hierbas
que los aires tempraneros descolocan.
Y el gato
este gato único que cabe aquí
se levanta y estira figuraciones oscuras
entre el polvo de tierras astrales
y cumple a lentitud
el paso que lo abre hacia un jardín
o parque o plaza con acacias lagartijas
gorriones jacarandas que tal vez
otra vez al gato necesiten.
Y la cama del gato
se deshace
con una sola palabra
denominada silencio

Saúl Ibargoyen
De "Hentropía"

Ir a índice de poesia

Ir a índice de Ibargoyen, Saúl

Ir a página inicio

Ir a mapa del sitio