Patria perdida
Saúl Ibargoyen

A Pablo Neruda en la luz

Pablo Neruda te llamas
así es tu nombre en septiembre
así será por incontables versos todavía.
No hay polvo ni señales de tierra triturada
en esas dos únicas palabras elegidas
para nombrarte y ser.
Ricardo fuiste nacido de las lluvias
en Pablo para siempre transformado:
sin milagros ni frutas ni vinos ni peces
ni casas de madera ni libros
convirtiéndose en fuego.
Dijiste casi todo de ti
de los duros hombres australes
de los mineros del norte riguroso
de la piel caída como nieve
hacia las violentas hierbas de tu mar de Chile.
Dijiste los colores y los gritos y los triunfos
que cruzan las anchas banderas populares
dijiste tanto de los tantos otros
cantaste tanto a propósito de unos muchos
para decirte y vivirte
Ricardo y Pablo y Juan así multiplicados.
Hoy llueve también
en este sur que no es tan largo
una lluvía fría y verdadera.
¿De qué cielo viene o cae o se arrastra
quién la traslada hasta aquí?
No llega ciertamente del agua que arrojaron
para ensuciar el hueco de tablas olorosas
adonde pusiste tu cuerpo terrestre a morir.
Porque la palabra enemigo dede ser escrita
y la palabra infamia y la palabra traición:
nuestra memoria no será
una hija inesperada del olvido
un oscuro naufragio del dolor.
No creo en las ocho letras
reunidas en tu silencio.
Sé que una boca besará
los huesos de tu boca
porque tu sed no ha muerto
y otros de ella beberán.
El amor en la tierra
es amor en todo sitio:
conozco las manos que habrán de tocarte
conozco los labios que sí
te besarán.
No creo en las seis letras
que se juntan en tu sombra:
no acepto otros versos que la luz.
Soy testigo del pueblo
que un día en Osorno
en Pilmaiquén en Rancagua
en Temuco
se puso contigo a cantar.

Saúl Ibargoyen
Patria perdida

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